Los juegos del lenguaje

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Por Ane Maiora

El lenguaje no crea realidad; la refiere. No es neutro a las relaciones de poder ya que  se transmiten mediante él. Quien tiene el poder, lo usa para conservarlo. Había que poner freno al movimiento feminista, como única amenaza a esa hegemonia de poder. Desde la izquierda se ha instaurado un lenguaje singularista proveniente del neoliberalismo americano demócrata que no acepta la realidad material. Y  la derecha, también se ha subido al carro. 

El neolenguaje impone redefinir todos los conceptos de análisis feminista porque nuestras conceptualizaciones son un ataque a la línea de flotación del sistema patriarcal y el capitalismo feroz.

 ¿Cómo?

Se coloniza un término ya existente y se subvierte su significado  para servir a nuevos fines políticos. Los usuarios anteriores del término se ven obligados a intentar crear un nuevo término para reemplazar el anterior. Los nuevos ocupantes demonizan a los viejos y les niegan legitimidad política. Los usuarios del significado original de una palabra son expulsados ​​por recién llegados que se consideran moralmente ilustrados en comparación con la población de mayor edad, que cambian completamente el carácter del término al servicio de sus propios y estrechos intereses y que miran con desprecio a los usuarios del significado original del término colonizado. 

Por supuesto, el nuevo significado es superior al antiguo, representa una inevitabilidad moral progresiva, y  a los intentos de reafirmar los viejos significados se les niega la legitimidad por ser regresivos, atrasados ​​y además, están “en el lado equivocado de la historia”.  

Este proceso ha ocurrido una y otra vez en términos que han estado en juego en el conflicto de sexo y género: palabras como masculino, femenino, hombre, mujer, sexo, género, feminismo, mientras que la legislación y las protecciones que utilizan el antiguo significado se transfiere sin problemas al nuevo. 

El análisis del feminismo centrado en las mujeres ha sido  colonizado y redefinido en uno centrado en el género que promete “igualdad para todos”.  En lugar de ser un movimiento para corregir la desigualdad histórica de las mujeres y poner en primer plano sus necesidades, este cambio refuerza el papel estereotipado de las mujeres como cuidadoras principales, sacrificando sus propias necesidades en pro de solucionar  todos los errores del mundo.  El nuevo significado del feminismo – de hombre, mujer, sexo, género – es «trans-inclusivo», por lo que la única razón para no aceptar los nuevos significados es ser «trans-exclusivo». Y ser excluyente de los géneros marginados suena como el tipo de cosa mala que sucede en el viejo y deteriorado significado de estas palabras, no en el nuevo, brillante y alicatado “lenguaje inclusivo». 

Montar una resistencia ha significado empezar desde cero, tratar de forjar nuevos límites semánticos donde estaban los antiguos, todo ello mientras se nos  demoniza por completo, y se nos redistribuye invisiblemente en lugares discursivos malos (de derecha). 

Poco en política es realmente nuevo, sino que más bien formaliza lo que en muchos casos ya estaba ocurriendo. En todas las instituciones, se estan generando politicas por la adopción incremental de “mejores prácticas” en relacion a la Igualdad, todas las cuales parten del supuesto subyacente de que obviamente la nueva y mejorada comprensión del sexo es más moderna y tolerante que la antigua versión. 

Esto es aceptado irreflexivamente por los formuladores de “políticas progresistas”, y debido a la supuesta autoridad moral de los nuevos usuarios, que representan el “progreso”, marcando el comienzo de un futuro inevitablemente mejor.  Los defensores más acérrimos de este neolenguaje  han tenido la libertad de atacar cualquier indicio de disidencia como anticuado o conservador, todo lo cual ha fomentado un clima en el que no se lleva a cabo ningún escrutinio real. Simplemente tratar de describir una posición alternativa es una lucha cuesta arriba y condenada al fracaso, porque parte de la posición desventajosa de la inferioridad moral.  

Todo intento de hablar con precisión sobre el significado de estas palabras, de hablar sólo de los derechos y necesidades de las mujeres, de hablar específicamente de cuestiones LGB, de adoptar una postura feminista sobre un acontecimiento de interés periodístico o una cuestión de política, todo se convierte en una cuestión “trans”. El conflicto es ineludible y se gasta una enorme cantidad de tiempo tratando de reafirmar puntos feministas totalmente razonables. Mientras tanto, los nuevos usuarios de este campo semántico “transformado”, tienen rienda suelta para utilizar su buena voluntad robada para remodelar la sociedad de la manera que mejor les parezca. El debate sensato y el escrutinio político en torno a los derechos de las mujeres han fracasado en este entorno. Ser una zorra, tener un sugardaddy, vender tu cuerpo en onlyfans, sexualizarte de cara a la mirada masculina o «emputizarte» no es feminismo, es el neoliberalismo devorando cualquier respeto por la lucha de la mujer.

Todo el día con los DDHH humanos en la boca, pero la realidad es que los derechos de las mujeres y las niñas están experimentando un retroceso evidente a nivel global, según advierte la organización Human Rights Watch en su informe anual 2024 sobre los derechos humanos en el mundo. Los investigadores explican que pese a los importantes avances legislativos a favor de los derechos de las mujeres y personas LGBTI que se registran en algunos lugares del mundo, la violencia de género se mantiene en niveles muy preocupantes, las reformas legales que buscan prevenir los feminicidios u otras formas de violencia hacia niñas, adolescentes y mujeres no terminan de pasar del papel a la vida real y el camino para conseguir justicia está lleno de cada vez más obstáculos.La violencia de género, la violación de derechos sexuales y reproductivos y la impunidad que existe frente a estos casos siguen siendo «problemas muy graves» , denuncia HRW.  

Duele tener que reiterar, un año más con las mismas reivindicaciones de la agenda feminista, que hoy 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Y como tal lo reivindicamos. 

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