Censura en el periodismo

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Por Ana Monzón

Está la profesión periodística escandalizada. En la Radio Televisión Canaria se ha colado estos días en un programa en directo: “Vamos a ceñirnos al tema, órdenes de dirección”. Quien lo dice es la conductora de un programa en el que se analiza la trama Ábalos-Koldo de cobro de comisiones millonarias por la compra de mascarillas en pandemia. El censurado hace referencia a los implicados en Canarias, y quien modera recibe estas instrucciones por el pinganillo. Su error: decirlo en voz alta. 

No puede haber sino palabras de agradecimiento a quien ha puesto luz y taquígrafo a lo que es habitual: la censura en los medios. No se trata de una línea editorial en función de quién te financia. Antes, por lo menos, leías buena información, siempre sabías de la línea ideológica del medio informador y, si querías información completa, comprabas varios rotativos y listo. Hablo de censura. De los medios. De todos.

Me llama poderosamente la atención la indignación de los periodistas por este “infortunio” concreto cuando todos los medios (salvo alguna cosa) se han plegado a la censura con la Ley Trans. Bien pagados están por la obediencia. Ningún ni ninguna periodista ha clamado al cielo porque esta censura se practica con las mujeres, con los derechos de las mujeres, con su condición de ciudadanas y con su dignidad. Nadie nos permite decir que la protección hacia la violencia contra las mujeres está rota por esta Ley. Por la censura periodística pura y dura que vienen practicando en este país desde que empezó la legislatura anterior, allá por 2019. Y luego se les llena la boca y se les “desgarra el alma” con voz entrecortada en un cínico ejercicio de afectación profesional hablando de la violencia de género. Todos han obedecido por un plato de lentejas. Algunos por mucho más. 

Es la indignidad de la profesión. El cinismo más flagrante. La omisión de la deontología periodística y de la ética más básica. Ha sido la más absoluta falta de rigurosidad y veracidad que se haya visto. “Así está la profesión”. No, no… está mucho peor: simplemente no está, y los responsables son los periodistas. 

No sólo no se hizo un debate democrático en el Parlamento con una Ley que vulnera los derechos de las mujeres, es que ustedes no han abierto ese debate en sus medios. La ley tiene un artículo mordaza: multa a quien la cuestione o contradiga. ¿El cuarto poder? No, el poder del amo, que ha podido con ustedes. “Contar lo que pasa”, “dar voz a quien no la tiene”, “allí donde está la noticia”… la noticia somos las mujeres desde hace cinco años y nos han censurado. CEN-SU-RA-DO. Por si no les ha quedado claro de lo que hablo. 

Los periodistas que cargan las tintas por el hecho acaecido en la Radio Televisión Canaria lo hacen dirigiendo su ira a que el formato es una productora externa. Las productoras externas trabajan con periodistas, y en todo lo que ocurrió están implicados periodistas. Lo mismo exactamente se hace en los Entes públicos, prensa, radios y televisiones en toda la geografía nacional, pero claro, hasta este momento no se le había escapado a nadie en directo. Qué dignos todos. 

Censura al feminismo es lo que vienen haciendo ustedes. A las mujeres y niñas de este país. A la crítica, a la protesta, a nuestras razones. No hace falta que yo lo diga porque sé perfectamente que son conscientes, pero que gracias a que El Común, que no me censura, puedo decirlo alto y claro, también. 

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