Andalucía: proveedora de fuerza de trabajo para sí, España y Europa

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Pedro Andrés González Ruiz

1. Introducción

A raíz de la elaboración de un libro sobre el sindicalismo en Andalucía, aún in itinere, su autora Encarna Ruiz me encargó una pequeña colaboración sobre el contexto económico. Ello dio pie a una investigación, uno de cuyos resultados quería compartir dado el interés político que podría tener, en mi opinión, ahora que se acerca el Día de Andalucía (28 de febrero).

Más aún, con el debate actual sobre la ley de amnistía, el soberanismo catalanista y el papel de los regionalismos en España y Europa, pudiera ser oportuno un debate en torno al andalucismo. Desde ese punto de vista, una mirada al reciente pasado arrojaría algo de luz sobre la necesidad y los límites del regionalismo en nuestra comunidad autónoma.

En lo que sigue, quisiera abordar dos aspectos: uno, el de las condiciones económicas (materiales) que hay tras el andalucismo; el segundo, es el tipo de andalucismo que respondería mejor a dichas condiciones materiales y que, por tanto, pudiera aglutinar mayoritariamente a la clase trabajadora andaluza.

2. La función de Andalucía en la división regional del trabajo

2.1 El excedente de fuerza de trabajo

Una de las características que llama la atención de la economía andaluza de este período es el comportamiento del desempleo de la fuerza de trabajo.

En primer lugar se trata de una evolución cíclica, con subidas y bajadas, como corresponde a una economía capitalista. En segundo lugar, y fenómeno en el que nos queremos detener, es su persistente elevado nivel, cuya tasa ha fluctuado entre el 10 y el 35 por ciento.

Sabemos que la población desempleada es la diferencia entre la población activa y la población ocupada. Para ver si la causa del excedente de fuerza de trabajo está situada en la oferta de fuerza de trabajo (población activa) o en la demanda de fuerza de trabajo (población ocupada), examinemos los datos de ambos componentes del desempleo en el período 1977-2022.

Observamos, en primer lugar que durante este período la población activa de Andalucía crece en más de 2 millones de personas, mientras su población ocupada lo hace en 1,5 millones, por tanto el desempleo aumenta en medio millón de andaluces aproximadamente. Esta observación podría dar pie a plantearse que el problema del desempleo andaluz está en una escasa capacidad para crear empleo (incapacidad de la acumulación andaluza de capital, subdesarrollo del capitalismo andaluz, carácter específico de las empresas o empresarios andaluces). Sigamos viendo

2.2 Demanda intensiva de fuerza de trabajo

Para dirimir si estas cifras de crecimiento de la población activa y de la población ocupada son grandes o pequeñas, comparémoslas con sus homónimas españolas. Teniendo en cuenta el distinto tamaño entre los mercados laborales andaluz y español (el español es unas cinco veces el andaluz), echaremos mano de las cifras relativas de la evolución de las dos variables mencionadas, actividad y ocupación.

Variación relativa acumulada (1977-2022) en %
 AndalucíaEspaña
Población activa10876
Población ocupada8660
Fuente: elaboración propia a partir de EPA (INE).

En la tabla de arriba se muestra que, durante el período 1977-2022 la demanda efectiva de fuerza de trabajo (población ocupada) en Andalucía (86%) es mayor que la de España (60%).

De modo que, no es que se cree poco empleo en Andalucía pues se crea bastante más que en España; no es que la acumulación andaluza de capital, a grosso modo, adolezca de algún problema en cuanto a creación de empleo pues genera una población ocupada mayor, en términos relativos, que la española durante este período.

2.3 Especialización en la oferta de fuerza de trabajo

Veamos lo que ocurre en el lado de la oferta de fuerza de trabajo (población activa). En la tabla de más arriba veíamos que, durante este período, el ritmo de crecimiento de la población activa en Andalucía (108%) es mayor que el de la española (76%). Esto nos lleva a plantear que, el desempleo andaluz tiene más que ver con la oferta de fuerza de trabajo que con su demanda.

Este mayor crecimiento de la población activa andaluza respecto a la de España, significa que Andalucía se especializa, en el marco de la economía española, en la generación de fuerza de trabajo. Esto llevará, de manera paulatina y permanente, a aumentar el porcentaje de andaluces en la población activa nacional, pasando del 14,6 por ciento en 1977 al 17,5 por ciento en 2022.

2.4 El lugar de Andalucía en la división regional del trabajo

Ahora bien, hemos de preguntarnos por qué el desarrollo del capitalismo en Andalucía, durante este periodo, pasa por generar más fuerza de trabajo, en términos relativos, que la generada en el resto del estado español y, en términos absolutos, más de la que necesita en lo inmediato la propia acumulación andaluza de capital. De otra forma, qué otra necesidad pretende atender la especialización andaluza en la oferta de fuerza de trabajo.

Nuestra hipótesis es que la oferta andaluza de fuerza de trabajo atiende, además de los requerimientos de su propia acumulación de capital, las necesidades de mano de obra de la acumulación foránea (española y europea) de capital.

Este rasgo de la sociedad andaluza sería un aspecto, entre otros[1], de su función en la división regional del trabajo (DRT) español y europeo, específicamente su papel de suministradora de fuerza de trabajo. Así, Andalucía produce mano de obra para su acumulación de capital[2], lo cual comprende tanto el necesario desempleo para su desarrollo capitalista como para las administraciones públicas que le corresponden. Y, además, la sociedad andaluza produce fuerza de trabajo para atender los requerimientos de la acumulación del capitalismo español y europeo.

Esta especialización en la oferta de fuerza de trabajo tiene que ver con otros fenómenos, señalados frecuentemente a la hora de caracterizar a la economía andaluza[3]. Expondremos tres, que servirían para desglosar esta función en la división regional del trabajo nacional en cuanto a la provisión de fuerza de trabajo en otras tres subfunciones. Se trata del crecimiento demográfico (subfunción de generación de personas); de la emigración (subfunción de exportación de mano de obra); y del paro masivo (subfunción de reserva de fuerza de trabajo).

2.5 El crecimiento de la población andaluza

Para que Andalucía suministre fuerza de trabajo a la acumulación española (y europea) de capital, primero ha de producir dicha fuerza de trabajo, lo cual pasa por el crecimiento, formación y mantenimiento[4] de una población mayor de la que correspondería a sus necesidades endógenas, es decir si no hubiera de suministrar fuerza de trabajo a otras economías. Este sería el contenido de la subfunción de generación de la fuerza de trabajo.

Efectivamente, a lo largo del período 1971-2021, la población andaluza creció en 2,5 millones de personas, casi un 42 por ciento, mientras el crecimiento español fue de 13,4 millones (algo más de un 39%).

Variación relativa acumulada en tantos por ciento
 AndalucíaEspaña
Población42,039,0
Población mayor de 16 años73,556,6
Fuente: elaboración propia a partir de INE.

Es más, el crecimiento demográfico se basó durante bastante tiempo en el crecimiento natural de la población, la diferencia entre natalidad y mortalidad, que en Andalucía ha venido siendo superior al español. Poniendo de manifiesto el específico modelo demográfico que corresponde a su lugar en la división regional del trabajo. Además, esto se lleva a cabo con la participación de buena parte de la sociedad andaluza, empezando por las familias (donde adquiere especial protagonismo la mujer como cuidadora del hogar y de los hijos[5]) y terminando por el sistema educativo, pasando por otras instituciones y organizaciones (comunidades vecinales, organizaciones de atención social y solidaridad, religiosas, entre otras), que hubieron de implicarse en esta tarea.

2.6 La emigración andaluza

Una vez generada la fuerza de trabajo, para que ésta preste su servicio en la acumulación foránea de capital es preciso que la mano de obra se traslada al lugar correspondiente, emigre. Echemos un vistazo a las cifras de la emigración en Andalucía.

Emigración andaluza por períodos
 Sumatorio períodoPromedio anualTasa de emigración
1962-19741.005.97277.382 
1975-1987301.55423.19610,43
1988-2001464.61533.18712,13
2002-20211.890.54194.52724,52
Fuente: elaboración propia.

La emigración es, a lo largo del período, un fenómeno persistente, se reduce o aumenta, pero no desaparece. Hasta un período como el comprendido entre la crisis de los setenta y la de los noventa en el que la emigración quedó bastante reducida, se mantiene un promedio del flujo anual de emigrantes andaluces que supera los 20 mil.

Alguien podría pensar que la emigración andaluza responde a una imagen del pasado, pero la tabla anterior nos indica que es un fenómeno actual. Durante el siglo XXI es muy intensa, superando en cuanto promedio anual a la emigración del siglo XX. No solo se trata de un cambio cuantitativo sino también cualitativo. En el período más reciente, todos los años, decenas de miles de andaluces siguen marchando a otras regiones a vender su fuerza de trabajo, pero ya no son aquellos trabajadores del agro expulsados por la mecanización; hoy se va, conforme a los requerimientos de la nueva acumulación de capital[6], en mayor medida una mano de obra cualificada con formación universitaria, el obrero intelectual (o quizás la obrera).

En cuanto al origen temporal de la emigración y, por tanto del papel de Andalucía en la división regional del trabajo, podría creerse que se trata de un fenómeno que viene de lejos, con raíces históricas alejadas. Pero, no es así. La tabla de abajo expone los andaluces residentes fuera de Andalucía. En ella puede observarse que el fenómeno de la emigración masiva que acompaña a la subfunción de exportación de fuerza de trabajo que tiene encomendada Andalucía en la división regional del trabajo, se inicia después de 1940 y antes de 1970. Probablemente date del momento en que se pone en marcha la mecanización del campo andaluz y como consecuencia inmediata de los excedentes de mano de obra generados por ella.

Andaluces residentes fuera de Andalucía
AñoEspaña (sin Ceuta y Melilla)
1920142.601
1930221.300
1940286.039
19701.598.900
19751.838.627
19811.846.912
19861.759.184
19911.724.990
Fuente: Recaño Valverde, J. «La emigración andaluza en España». Boletín Económico de Andalucía, nº 24. Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo. Junta de Andalucía. 1998.

2.7 El paro crónico y masivo

La gráfica de abajo muestra a la tasa de desempleo andaluza y española, observándose que la primera está a lo largo de todo el período a un nivel superior, manteniendo una brecha positiva (promedio de 8 puntos). Esta brecha puede ser explicada, además de por otras singularidades andaluzas, por el particular papel que juega Andalucía en la división regional del trabajo en cuanto a la provisión de fuerza de trabajo.

Este paro corresponde a la subfunción de reserva de fuerza de trabajo, que está regulada por las entradas (subfunción de generación) y por las salidas (subfunción de exportación[7]). En la medida que la emigración se frena, se aglomera la población desempleada aumentando la tasa de paro. Esta situación plantea el problema del sostenimiento material de dicha sobrepoblación relativa.

2.8 La acumulación de capital y la división regional del trabajo

La sobreproducción de fuerza de trabajo, esto es la producción de fuerza de trabajo en Andalucía por encima de las necesidades endógenas de la región, desemboca en la sobreabundancia de fuerza de trabajo como pone de manifiesto el paro masivo.

Así, al tener fuerza de trabajo por encima de la necesidad solvente de los capitalistas, como con cualquier mercancía, la venta de la fuerza de trabajo tenderá a establecerse por debajo de su valor permitiendo a los capitalistas apropiarse una plusvalía extra[8].

Pero, la venta de la fuerza de trabajo por debajo del valor supone, en lo inmediato, una estrechez del mercado interno que impide un desarrollo normal al capital y, con el tiempo, el deterioro de la fuerza de trabajo poniendo en peligro la reproducción y acumulación fluidas del capital en Andalucía. Esto no solo debilita la acumulación de capital en Andalucía sino también su papel de cara a las acumulaciones foráneas de capital. Dado esto, llegado un punto, el propio estado favorecerá los mecanismos que reviertan esta situación y tiendan a establecer la venta de la fuerza de trabajo andaluza por su valor. El impulso definitivo a esta situación será la lucha de clases como veremos posteriormente[9].

Nótese que esta desvalorización de la fuerza de trabajo junto con el efecto empobrecimiento de la emigración y la detracción de recursos que supone la generación de fuerza de trabajo y su mantenimiento, insisten en el descenso del nivel de vida de la mayoría de la población andaluza. Y apuntan en la misma dirección, la lucha de clases y el papel del estado (autonómico, nacional y europeo)[10].

3. Andalucismo y lucha de clases.

3.1 La sobreproducción de fuerza de trabajo y los recursos

El papel de Andalucía en la división regional del trabajo en relación a la oferta de fuerza de trabajo (hecho diferencial), tanto por la generación como por la reserva de la misma supone un gasto de recursos.

Efectivamente, la crianza y formación de la fuerza de trabajo requiere medios de vida y renta, que habrán de llegar a las familias, al sistema sanitario y al sistema educativo, principalmente. De igual forma, una vez producida la fuerza de trabajo, mientras encuentra empleo, también ha de ser mantenida exigiendo, por tanto, recursos para ello. Por su parte, la emigración libera, en lo inmediato, del gasto de mantenimiento de la población afectada, pero tiene un carácter empobrecedor en la medida que Andalucía prepara y gasta recursos en una fuerza de trabajo que rendirá en otras regiones.

El cumplimiento de la función asignada a Andalucía, cuyos beneficiarios son el capital español y europeo, supone un gasto de recursos que, en la medida en que no le son compensados suficientemente, le supone un empobrecimiento. El acumulativo a lo largo del tiempo de las compensaciones insuficientes o no realizadas, dará lugar a la deuda histórica. Así, ambos asuntos, la compensación por el hecho diferencial andaluz y la deuda histórica, se incorporarán a la agenda andalucista siendo objeto de pleito en la lucha de clases.

3.2 Andalucía: subsidio vs compensación

Durante mucho tiempo Andalucía ha sido tildada de sociedad subsidiada porque percibía una serie de transferencias de rentas. Discurso alimentado por las balanzas fiscales. Estadisticas BBV.

El análisis realizado hasta aquí, nos permite afirmar que dichas ayudas han sido, y son, en parte, la compensación a nuestra región por los recursos empleados empleados en el desempeño del papel que se le ha venido asignando en la división regional del trabajo español y europeo en relación a la provisión de fuerza de trabajo (hecho diferencial andaluz).

Porque de no producirse tal compensación, o ésta ser insuficiente, la consecuencia sería una reproducción atrofiada de la fuerza de trabajo vía empobrecimiento general de la clase obrera, dificultando la fluida valorización y acumulación del capital, dentro y fuera de Andalucía.

3.3 Compensación y acción estatal

Pero, dicha compensación oficial presupone el reconocimiento social, al menos tácitamente. La forma que expresa este reconocimiento social de manera más plena es la acción del representante político del capital en sus diversos ámbitos (europeo, nacional, autonómico, provincial y municipal).

Ese es el sentido que tienen las diversas transferencias autonómicas (sanidad, enseñanza, entre otros), prestaciones y subsidios[11], en función de la población o de cualquier otra variable en términos per cápita, que así reconocen el papel de reservorio demográfico, específicamente de fuerza de trabajo, asignado a Andalucía.

3.4 Acción estatal y lucha de clases

Llegado un punto del desarrollo, bajo las condiciones que la división regional del trabajo impone a Andalucía en cuanto suministradora de fuerza de trabajo, el reconocimiento y la compensación del hecho diferencial andaluz, será la forma en que se exprese la necesidad del capital de una compraventa de la fuerza de trabajo andaluza por su valor.

La manera en que se impone esta necesidad del capital será la lucha de clases, en cuyas reivindicaciones andalucistas estarán implícitos el reconocimiento general y la obtención de compensaciones. Más aún, una vez que la dictadura franquista y la represión que la acompañan, dejan paso a formas políticas en las que las demandas sociales pueden ser expresadas abiertamente. De esta forma, el movimiento regionalista andaluz se extenderá y sus planteamientos, en mayor o menor grado, serán incorporados a la mayoría de agendas políticas y sociales.

3.5 Lucha de clases y andalucismo

Las manifestaciones multitudinarias, la incorporación de reivindicaciones andalucistas más o menos extremas a los programas políticos, las movilizaciones electorales, entre otras, son muestras de que la sociedad, con implicación decidida de la clase obrera, exigen el reconocimiento general que le permita, entre otras cosas, desempeñar el papel asignado en la división regional del trabajo sin el empobrecimiento y atraso en el que venía realizándolo, por tanto exigen mejoras de su situación (es la manera implícita de exigir compensaciones al hecho diferencial andaluz).

La movilización popular tiene su punto álgido en las manifestaciones multitudinarias del 4 de diciembre de 1977 en las distintas ciudades andaluzas, bajo la consigna de Libertad, Amnistía y Autonomía; posteriormente se pasará a un desarrollo legislativo e institucional (constitución de la Junta preautonómica en abril de 1978), que irá requiriendo el apoyo popular (referéndum autonómico el 28 de febrero de 1980) y finalmente las elecciones al parlamento andaluz de mayo de 1982, a partir de las cuales se constituirá el nuevo gobierno autonómico andaluz. Este “estado” andaluz, que representará políticamente al capital de la región, se desarrollará en un vínculo particular con el estado nacional.

Además, la clase obrera vinculará sus demandas laborales (empleo, salario) a las demandas sociales (educación, sanidad, prestaciones por desempleo) que la hagan salir, y con ella a la mayor parte de la sociedad, de la pobreza a la que parece estar condenada por una acumulación de capital que solo está dispuesta a reconocer su deuda a fuerza de serle exigida en la lucha de clases. Pero, pedir es admitir la “superioridad” del que tiene que dar. Por tanto, se parte de reconocer y aceptar la jerarquía nacional y europea, después.

En este proceso, una de las cuestiones que se plantean es por qué el sentimiento andalucista, cultivado bajo la represión franquista y que luego florecerá súbitamente en la transición, no adoptó, ni llegará a adoptar posteriormente, formas extremas como el soberanismo conformándose con un regionalismo centralista, que no discute la soberanía española, como el autonomismo. Entendemos que el planteamiento desarrollado más arriba puede responder de manera materialista.

Este papel desarrollado por Andalucía en la división regional del trabajo en relación al suministro de fuerza de trabajo (hecho diferencial) es pensado como una especificidad, un sentimiento andalucista. Pero, como ese hecho diferencial para sostenerse en el tiempo, sin afectar a la acumulación de capital, necesita una compensación (y previo reconocimiento, aunque sea implícito), este andalucismo no puede ser rupturista respecto del estado español (o europeo) sino todo lo contrario: ha de reconocer a ambas instancias y plegarse ante ellas, tiene que ser un regionalismo autonomista y no soberanista.

Es más, mientras se mantengan estas condiciones, el desarrollo capitalista andaluz habrá de revestirse políticamente de la forma autonómica referenciada en el estado español y europeo, que son los que le otorgan el reconocimiento general necesario para transferirle las compensaciones que su papel en la división regional del trabajo exige; y cualquier proyecto político que pretenda un apoyo social amplio en Andalucía deberá tenerlo en cuenta.

Otro debate, quizás más ideológico, es el de la consideración de Andalucía como región subsidiada. Esta posición resulta de una mirada parcial, que solo atiende a las compensaciones sin ver su vinculación al papel de Andalucía en su función de suministradora de fuerza de trabajo al capitalismo español y europeo. Es más, no solo no se vinculan las compensaciones a la función específica de Andalucía, sino que ni si quiera se explicita esta función, dando la apariencia de una voluntad política abstracta del centralismo, o una generosidad de la solidaridad territorial. A lo más se habla de “hecho diferencial” sin más.

La explicitación del mencionado hecho diferencial, el suministro de fuerza de trabajo para la acumulación foránea de capital, al que hay que vincular las adecuadas compensaciones; así como la reivindicación de la deuda histórica que surge de la evolución de este hecho diferencial no compensado, son demandas pendientes.

Además, muchas de las formas del salario indirecto, que han venido constituyendo la compensación de Andalucía por su hecho diferencial, como la sanidad y la educación públicas, están siendo cuestionadas; queda por ver -si se desmantela la provisión pública de estos bienes- cómo se hará para establecer las compensaciones al hecho diferencial que permitan la normal reproducción de la fuerza de trabajo.

4. Conclusión

Hemos partido del análisis del mercado laboral andaluz en el período 1977-2022, para concluir en el específico papel que tiene Andalucía en la división regional del trabajo en cuanto suministradora de fuerza de trabajo (hecho diferencial andaluz) al capitalismo español y europeo. Este papel se ha venido manifestando a través de una población, una emigración y un paro masivos.

Ahora bien, el desarrollo fluido de la acumulación de capital en Andalucía tiene como condición que este hecho diferencial tenga una compensación adecuada, la que permite la reproducción de la fuerza de trabajo al nivel de su valor. Bajo las condiciones de la dictadura franquista dicha compensación fue insuficiente como muestran la pobreza y el atraso andaluces. La represión franquista no permitió la expresión del sentimiento andaluz que se origina por el deseo de unos niveles de vida que permitan una vida digna, o sea una reproducción normal de la fuerza de trabajo. Este sentimiento andaluz encontraría su expresión ideológica y política en el andalucismo, arraigado en la clase obrera andaluza y que explosionaría en la transición democrática.

El andalucismo quedaría incorporado a la lucha de clases, como canalización de las demandas de reconocimiento del hecho diferencial y de las compensaciones que le corresponden, en su mayor parte como salario indirecto (educación, sanidad, prestaciones por desempleo, subsidios por desempleo, entre otros). El proceso político implicará la movilización popular y la acción del estado, siendo uno de sus principales resultados la constitución de la representación política del capital autóctono, la autonomía andaluza. El gobierno andaluz habrá de gestionar las diversas formas de la compensación, transferencias nacionales y, posteriormente, fondos europeos, siempre como cristalización de la lucha de clases. Esta vinculación con las instancias estatales, explica el carácter centralista de la autonomía andaluza, y del andalucismo de esta etapa. Algunos asuntos quedan pendientes, el reconocimiento explícito del hecho diferencial, la deuda histórica generada por la falta de una suficiente compensación durante muchos años atrás o el cuestionamiento de las formas públicas del salario indirecto (sanidad, educación). Estos junto a otros temas constituyen la agenda del andalucismo que debe acompañar las demandas de la clase obrera.

Hoy como ayer, el andalucismo reivindicativo requiere la movilización de la clase obrera andaluza para la consecución de sus aspiraciones a una vida mejor, empezando por la reproducción de la fuerza de trabajo al nivel de su valor, pues no otra que la lucha de clases es la forma del avance social en el capitalismo.


[1]Andalucía, además, estaría especializada en la producción agrícola, turística, entre otras.

[2]Incluyo al capital privado y al público, por tanto, al empleo creado por las empresas privadas y por las administraciones públicas.

[3]Mencionamos algunos: modelo demográfico, tipo de familia, productividad inferior a la nacional, salarios inferiores a los nacionales, menor desarrollo tecnológico, entre otros.

[4]Este es uno de los aspectos que hacen que Anda lucia muestre un elevado dinamismo en las actividades económicas relacionadas con los medios de vida: alimentación, servicios públicos, construcción.

[5]Esto explicaría que la tasa femenina de actividad sea inferior en Andalucía que en España. Otra cosa sería ver por qué no se ha producido un reconocimiento social a la mujer andaluza por el desempeño de este papel de cuidadora tan necesario para llevar a cabo la función andaluza en la DRT de suministradora de fuerza de trabajo.

[6]Mientras la emigración de los sesenta y setenta responde al modelo fordista de acumulación que demanda una fuerza de trabajo relativamente simple y poco formada, la nueva emigración responde a las necesidades de fuerza de trabajo compleja y más formada que demanda la acumulación de capital propia de la automatización y la digitalización.

[7]Será interesante ver, cómo responde cada fubfunción a cada momento del ciclo económico (auge o crisis) según las características del momento, por ejemplo la recepción en el destino de la emigración.

[8]Esta plusvalía extra proviene de vender sus mercancías por su valor y comprar la fuerza de trabajo por debajo de su valor. Quizás este sea uno de los motivos del mayor ritmo de creación de empleo, en relación a España.

[9]Al respecto, Karl Marx en el capítulo 8, sobre la jornada laboral, del primer libro de su magna obra El capital, expone como la regulación de la jornada es el resultado de la acción estatal a partir de la lucha de clases, que encuentra su determinación más simple en la necesidad del capital. Hemos tratado de adoptar la misma idea.

[10]Estos planteamientos son acreedores de las investigaciones del profesor Iñigo Carreras del CEICP.

[11]El subsidio agrario tiene una especificidad mayor: es la forma de compensar a la fuerza de trabajo por mantenerse disponible, sin abandonar el ámbito rural, para las variables necesidades de la acumulación del capital agrario.

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