Cobardes

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Hoy toca hacer, una vez más, un artículo Barrio Sésamo, mis disculpas y mi más sentido pésame a quienes no habéis tenido la suerte de crecer y formaros con grandes programas de televisión. Quiero decir que, tras 100 feminicidios en lo que llevamos de año, tres mujeres y una niña asesinadas y otra niña y otra mujer graves en los últimos días, seguimos teniendo que explicar lo básico y aguantando las mismas reacciones de mierda en todas partes. 

  1. 1. No son hombres, son monstruos. No, señores, no son crakens ni extraterrestres ni enfermos mentales. Son hombres, nacidos de una mujer y perfectamente funcionales en casi todos los ámbitos de su vida. Han estudiado, tienen trabajo, pagan sus recibos, van al cine… No queréis ver que la educación machista que lo permea todo lleva en última instancia a eso. Nadie nace planeando asesinar mujeres. Pero nuestra constante cosificación, la idea de que estamos para serviros y daros placer, que somos “vuestras”, lleva a demasiados a no ser capaces de soportar que seamos autónomas. Cuando decimos que son hijos sanos del patriarcado es por eso. Diez mil años de educación patriarcal a través de religiones, culturas, costumbres, música, libros… no son en balde. Cada gesto cuenta, para bien y para mal. Igual creéis que esto va a desaparecer por arte de magia, pero no lo va a hacer, y eso requiere vuestra implicación, no echar balones fuera.
  2. 2. No digo una palabra de los asesinatos pero me escandalizo mucho de las reacciones feministas. Señalar esto les ofende especialmente, pero es que no se ven a sí mismos. Saltan como resortes cuando se señala lo obvio, se dedican a llorar por las esquinas y a repetir que #notallmen, cuando no se les ha movido una pestaña al leer la noticia del último asesinato machista. Acusan al feminismo de victimismo cuando ponemos las asesinadas, mientras se hacen las víctimas de afrentas imaginarias rascándose los huevos en el sofá de su casa entre escenas de porno. La masculinidad es muy frágil, supongo que porque reside en lo que se rascan.
  3. 3. Ladro mucho cuando no son españoles de origen y callo más cuando lo son. Este es un recurso cada vez más extendido, es lo mismo que decir, mira cómo están las mujeres en Afganistán, no sé de qué te quejas. Debe de dar mucha satisfacción saber que hay hombres más machistas y asquerosos que uno, por eso de que “en el país de los ciegos el tuerto es el rey”. Son las leyes luchadas por el feminismo lo único que os frena para ser iguales, un ligero barniz que demostráis cada día que saltaría al mínimo roce. 
  4. 4. Era un hombre ejemplar. Ya lo decía Concepción Arenal: “Un hombre puede ser mil veces infame, y con tal que lo sea solo con las mujeres, pasará por caballero”. Poco más hay que añadir a esta certera descripción de la realidad. No se nos termina de considerar a las mujeres seres humanos de pleno derecho, no cuando se hace hincapié en lo maravilloso de un hombre en todos los aspectos de su vida menos en ese pequeño detalle de coser a hostias a su mujer, o asesinarla. Y si se pone por delante todo lo demás que hacía bien es porque se considera a las mujeres lo último.

No es que os neguéis a formar parte de la solución, es que reaccionáis contra ella siempre que tenéis ocasión, y eso es porque sois parte del problema. Y mientras os dais golpes de pecho y declaráis ser lo mayores defensores de la igualdad, os revolvéis contra ella como ratas en una trampa porque no queréis renunciar a vuestros privilegios. A ver cuándo tenéis los huevos de admitirlo, que la hombría no se hace sola.

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