Prostitución: del “oficio” más antiguo del mundo a la esclavitud más extendida del planeta

0

Por Karina Castelao

Todos los 25N la misma historia.


El Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer rebrota el debate sobre qué es o no es violencia contra las mujeres, o incluso, si es solo contra las mujeres o caben más. Y de entre todos los debates, el más recurrente es el de si la prostitución es o no violencia o algún tipo retorcido de empoderamiento u oficio que pasa, como diría Amelia Tiganus, por considerar a las mujeres como una “fregona” de esas con las que se limpia el suelo.

Antes de continuar, una aclaración. No existen “violencias” en plural hacia las mujeres. Existe violencia en singular hacia las mujeres que adopta diversas formas: violencia física, psicológica, sexual, simbólica, económica, vicaria…, y que se manifiesta de distintas maneras: agresiones, feminicidios, violaciones, gaslithing, MGF, techo de cristal… y, obviemente, prostitución.

Decía Andrea Dworkin en una conferencia allá por los 80 que mientras nosotras debatimos, a las mujeres prostituidas las seguían matando.

Concretamente, en Países Bajos, donde la prostitución es legal desde el año 2000, en los últimos 30 años ha habido 127 asesinatos de mujeres prostituidas a manos de puteros y proxenetas. En Alemania, donde la prostitución es legal desde 2002, hasta 2018 había habido 91 asesinatos de mujeres prostituidas y 48 intentos de asesinato a manos de proxenetas y puteros. En España, donde la prostitución es alegal y está descriminalizada desde el año 1995, ha habido de 2010 a 2018, 43 mujeres prostituidas asesinadas por proxenetas y puteros. En Suecia, donde el modelo abolicionista nórdico que persigue a proxenetas y puteros está instaurado desde 1999, ha habido en los ultimos 20 años un solo caso de asesinato de mujer prostituida y ha sido a manos de su expareja.

Aun así, nuestro flamante ministro de Cultura, Ernest Urtasun se abstuvo, igual que los eurodiputados de VOX, en la votación en el Parlamento Europeo para aprobar el informe que declara que la prostitución está en contra de los derechos humanos de las mujeres y que propone sancionar a los puteros como agentes principales de la vulneración de dichos derechos.
Y es que la actual SUMAR como en su momento la agonizante Podemos, tiene entre sus filas como referentes feministas a un grupo de mujeres tales como Clara Serra, que defienden a capa y espada el «derecho» de las demás mujeres a ser violadas previo pago.

Cuando Serra y su grupillo que acertadamente se autodeterminan «Malas feministas», hablan de prostitución siempre tienen en mente el mismo tipo de prostitutas: mujeres adultas, que usan el sexo como medio de «manipular» a los hombres y así sentirse con poder sobre ellos. Todas beben de la Teoría King Kong de Virginie Despentes y de su disociación de cuerpo y mente o emociones, para usar su sexo y sacarle provecho. “Prohibir la prostitución a la mujer (…) es pedirle injustamente que no saque provecho de su estigmatización”, dice Despentes en un esfuerzo insuperable de naturalizar nuestras opresiones. En fin…


Pero es que la prostitución no es eso. No son escorts que cobran 500 euros la noche, o dóminas trans que dan conferencias, o psicólogas terapeutas sexuales.
Son mujeres casi adolescentes secuestradas en Europa del Este, o jóvenes latinoamericanas traídas como ganado con promesas falsas de trabajo, o subsaharianas con deuda y sus familias amenazadas.  O si no, mujeres desahuciadas y enganchadas a las droga que precisamente en la prostitución fue donde crearon su adicción.

También son niñas en países de Asia, preadolescentes en Japón o en Brasil o Estados Unidos. Dice la jueza Paz Filgueira que la entrada en el sistema prostitucional de las mujeres se realiza en el mundo en casi un 80% a la edad de 13 o 14 años. Nada que ver con las romantizaciones sobre la prostitución extraídas de la ficción de las que algunas paracen sacar sus análisis. Me estoy imaginando a esas Malas Feministas visualizando satisfechas un mundo de «hetairas empoderadas» mientras que millones de mujeres y niñas en España y en el resto mundo son agredidas sexualmente varias veces al día todos los días del año.

El feminismo parte de la idea «revolucionaria» de que las mujeres hemos de tener la libertad de controlar nuestro cuerpo para nuestro propio beneficio, no para el del patriarcado. De ahí que no sea jamás libertad de elección ponerlo a disposición de los hombres.

No existe el trabajo sexual porque el uso del cuerpo de las mujeres como un objeto contenedor de fluidos de los hombres no es un servicio ni puede soportar ninguna legislación laboral, salvo que se sitúe en el campo de la excepcionalidad como ocurre en países como Alemania u Países Bajos, donde, obviamente, no cumplen ni uno solo de los requisitos exigibles para un trabajo en materia de prevención de riesgos laborales ni legislativa. De ahí la alarmante cifra de “accidentes laborales” que he citado anteriormente. No es una cuestión de puritanismo, es que es imposible una regulación laboral equiparable a la del resto de actividades. O se vulnera los derechos más básicos en normativa laboral de las mujeres prostituidas, o no se puede regular. Así que solo quien piensa que las mujeres prostituidas no merecen los mismos derechos que el resto de las personas pueden pedir la regulación de la prostitución. O quien directamente pretende reclamar por los servicios prestados cuando no queda satisfecho, como manifiestan decenas de puteros en esos repugnantes foros donde intercambian sus experiencias violando mujeres.

Reducir la prostitución a una mera cuestión económica es la excusa perfecta para el regulacionismo.

Decir, como dice Ana Pardo de Vera que en una sociedad igualitaria la prostitución sería una mera cuestión moral, es falso.
En una sociedad igualitaria no existiría la prostitución, al menos, con la apabullante diferencia que hay entre prostitución femenina y masculina.
Si en una sociedad, aunque fuera libremente, las mujeres usaran su capacidad sexual (o reproductiva) como medio para ganar dinero, no sería igualitaria. Porque, en el fondo, seguirían reproduciendo los mismos roles que el patriarcado ha designado históricamente para ellas. Una sociedad igualitaria es en la que todos sus miembros tienen los mismos derechos y oportunidades. Que las mujeres, aun sin coacción y teniendo otras oportunidades, se ganen la vida como un objeto de uso sexual de los hombres, no es igualitario.
 
Sin minimizar en ningún momento el factor de vulnerabilidad social y económica, la prostitución es una cuestión ideológica. Existe la prostitución porque existe el machismo.

 
La prostitución no es ni puede ser el medio de supervivencia de una mujer, pero tampoco lo puede elegir como su medio de vida. Porque la prostitución no es un oficio donde una persona presta un servicio. La prostitución para las mujeres es un rol. Un rol que alguien tiene que desempeñar solo cuando existe una jerarquía sexual y la mujer es considerada un complemento del hombre que ha de estar a su servicio. No se puede luchar contra todas las otras formas de opresión que sufren las mujeres, la maternidad patriarcal, el matrimonio, la violencia de género, y defender que es aceptable para las mujeres ser un objeto sexual de los hombres.

Cuenta la filósofa Inma Morillo que se estiman alrededor de 1,8 millones víctimas de trata para explotación sexual, una lacra que solo es equiparable al tráfico de drogas y de armas. Pero que, curiosamente, no existen voces dentro de un marco democrático que aboguen por la regulación de las drogas o de las armas en nombre de la libre voluntad del individuo. Por el contrario, sí las hay que se muestran partidarias de regularizar el derecho patriarcal más antiguo que existe, al que blanquean e intentan legitimar llamándolo “trabajo sexual”.

Así que, cuando una opresión como es la explotación sexual (entendida explotación como forma de sacar provecho de un ser humano, de su corporeidad) es una estrategia de supervivencia para las mujeres en situación de vulnerabilidad pero, por razones obvias, nunca lo sería para los hombres en circunstancias similares, hay que hablar siempre de opresión por sexo y del machismo estructural su causa. Por eso se ha caído del pacto de gobernabilidad entre PSOE y Sumar una ley abolicionista de la prostitución junto con la prohibición de la mal llamada gestación subrogada. Porque para este gobierno, igual que ocurriera con el anterior, son mucho menos importantes los derechos humanos de las mujeres que los deseos de los hombres. Entre ellos, el deseo patológico de gobernar de Pedro Sánchez.
 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.