Ser botín es más común que ser «La Botín» (I)

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Por Sonia Mauriz Pereira

Una de las «victorias» de la izquierda en España es la Ley de Memoria Histórica donde se intenta resarcir a las víctimas de la Guerra Civil y a sus familias. Entre otras cosas favoreciendo la recuperación de cuerpos de las cunetas. Por supuesto, totalmente de acuerdo.

Pero y ¿qué hay de resarcir la violencia sexual del conflicto? ¿Qué hay de esas mujeres republicanas, nacionales o simples civiles abusadas? ¿De las prostituidas por los ejércitos? Ya. Echemos un tupido velo porque nuestros abuelos no hacían esas salvajadas. Los nuestros no.

Y además, la violencia sexual no es para tanto y menos en conflicto bélico donde la mujer debe asumir aún más su papel de objeto, en esta ocasión trofeo, beneficio del vencedor, consuelo del guerrero o medio de humillación para su comunidad o incluso forma de tortura para delatar.

Es un fenómeno global y antiguo, tanto como la primera disputa territorial, ya explicado por Jenofonte, «Tras la derrota de una ciudad la cautividad de la mujer es uno de los beneficios del vencedor»

Para pasmo de todas más que de todos, la comunidad internacional no parece ser consciente de que quizá no sea algo tan inocuo y lo mismo nos molesta un poco y no es hasta el año 2000 que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en la resolución 1325 comenta algo. Pero así como «una cosilla que hemos notado».

«Reconoce que la guerra afecta de manera diferente a las mujeres y defiende la necesidad de aumentar su papel en la toma de decisiones respecto a la prevención y resolución de conflictos».

Y es que Josemanué, de cada 10 procesos de paz, 7 no incluyen mediadoras. De los acuerdos de paz alcanzados de 2018 a 2020 no aparece ningún ítem sobre violencia sexual.

En el mundo solo el 25,50 % de los parlamentarios son mujeres y en los países en conflicto un 18,9 % (Luego que el feminismo no hace nada).

En las «operaciones de mantenimiento de la paz» (entrecomillo porque todos sabemos ya que es una forma de imperialismo ¿no?) de 1957 a 1989 hubo 20 mujeres uniformadas. En 2017 sube a 4.275 mujeres frente a 88.407 hombres. Seguimos siendo aplastante minoría.

¿Medidas de paridad gubernamental y de negociación en procesos de paz ayudarían a luchar contra ello? No os respondo yo lo hace la ONU. «Las mujeres y los hombres experimentan los conflictos de manera diferente y, por lo tanto, también entienden la paz de forma diferente» 

Hoy día este punto es especialmente sensible porque los conflictos desplazan a millones de personas que acaban malviviendo en campos de refugiados donde no acaba la violencia, a veces a manos de las propias fuerzas de pacificación o de ONG. O las niñas y mujeres perdidas acaban en redes de prostitución en ocasiones solo por comida.

Es de justicia señalar que aparecen nuevas víctimas también, las activistas de ONG y clero y las periodistas en zona de guerra.

En 2008, el Consejo de Seguridad, en la resolución 1820, por fin tipifica la violación como «táctica de guerra destinada a humillar, dominar, aterrorizar, dispersar o reasentar por la fuerza a miembros civiles de una comunidad o grupo étnico».

Y ,por primera vez (¡Eureka!) reconoce la violación y otras formas de violencia sexual como» crimen de guerra, un crimen de lesa humanidad o un acto constitutivo con respecto al genocidio».Ha costado amigas, por lo que sea lo iban procrastinando.Sería Mercurio retrógrado.

Obviamente, el papel todo lo aguanta y esta protección es solo formal, en la práctica la violencia sexual en zona en conflicto es habitual y no parece que vaya a cambiar.Incluso crece como en la sociedad civil al ritmo que crece la pornificacion y la identificación de sexo con violencia que conlleva.

Es llamativo que a lo largo de la Historia e incluso cuando se suponía se iba avanzando en respeto a los Derechos Humanos no se hubiera considerado la violencia sexual un crimen de lesa Humanidad.

Incluso tras hitos tan celebrados como los juicios de Núremberg, el tribunal de crímenes de Tokio o mucho más cercano, el Tribunal Penal Internacional de Yugoslavia. O que igual que en España se silencia la violencia sexual de la Guerra Civil, en el caso de la II Guerra Mundial se oculte la de aliados y soviéticos contra mujeres alemanas (800.000 violaciones, 8.600 embarazos) 

Y es que la violencia sexual contra la mujer en conflicto bélico es parte del terrorismo machista cotidiano en el que vivimos. Y visto como un derecho del vencedor sobre la masculinidad del vencido. Las vidas de las mujeres son daños colaterales.

Si el patriarcado se basa en el control sexual y reproductivo de la mujer, la violación supone una pérdida de ese control, amplificado su daño por un posible embarazo, aumenta la humillación a la virilidad del vencido y es un posible reemplazo étnico.

(Pero oiga que el sexo no influye, es una cuestión de performance. Cómo se performa un embarazo es un misterio para otro artículo) 

Sin embargo, como la banca machista siempre gana, vencedores y vencidos pueden aprovechar la desprotección de las mujeres y niñas en contexto de guerra y así hay cosas tan de «cuidados» como las «Mujeres consuelo» del ejército japonés o el ofrecer comida por sexo como en casos investigados de Cascos Azules.

Por supuesto, se alía a esta normalización la vergüenza de las propias comunidades que lloran a sus muertos, pero estigmatizan a las mujeres víctimas de abuso.

Somos responsables de salvaguardar un supuesto honor e incluso sobrevivir puede ser mal visto. Lo suyo sería morir para poder ser una víctima digna y una mártir incluso.

¿Qué sabemos de los hijos de embarazos forzados en la Guerra Civil? ¿Cuándo vamos a resarcir ese daño a esas mujeres? ¿Para cuándo una pala para esa cuneta? 

Como ya comenté hoy día a la brutalidad de ejércitos y milicianos, hay que unir nuevos actores.

Los activistas de ONG y encargados de campos de refugiados. Entidades que en el primer mundo, cómodos en casa veíamos como héroes y a los que en alguna ocasión habremos donado algo o sido socios y socias. Médicos sin fronteras, ACNUR, Oxfam, Save the Children cuentan con casos investigados. ¿Quién vigila al vigilante? 

En el caso de Cascos Azules denunciados por violencia sexual, la misma ONU se declara incompetente (sorpresa cero), ya que solo puede enviar al denunciado a su país y esperar la buena voluntad de este para juzgar y condenar. De momento solo sucedió en Italia por la misión en Somalia.

Sin embargo, se reconocen denuncias en Angola, Mozambique, Somalia, Ruanda, Bosnia, Croacia, Camboya, Haití, Sudán, Costa de Marfil, Sierra Leona, Kosovo y Congo (Datos de 1996 a 2007). Si una busca encuentra cifras muy superiores a las víctimas por Covid, sin embargo no abren telediarios.

Y ¿por qué un hecho no sale en las noticias? Porque no interesa, porque es algo habitual y que se ve inevitable, tan normal como la lluvia en otoño. Como un fenómeno natural sobre el que no tenemos responsabilidad ni manera de cambiar. Sin embargo, que nieva y hace frío en enero sí sale y hasta nos aburre ver reporteros un año tras otro abrigados en el Cebreiro.

Pues somos menos importantes que eso.

Ante el conflicto en Ucrania se llenaron las redes de memes sobre adoptar chicas rubias imponentes como si fueran animales perdidos. Se enviaban por WhatsApp en grupos familiares incluso. Mientras desaparecían menores ucranianas y los foros de puteros analizaban cómo influiría en la oferta y demanda.En conflicto bélico y en vida civil viola tu vecino el del 5°, tu amigo del cole o tu primo. Cualquiera, en cualquier tiempo, lugar y de cualquier etnia o religión.Y las víctimas tienen todas un común denominador, ser mujer. 

Por ello, la única visión feminista posible es la de olvidar delimitaciones geográficas, de color, etnia, clase o religión y condenar cualquier ataque o violencia machista contra otra mujer o niña/o.

Porque todas en vida civil la vivimos y porque todas podemos estar un día conduciendo nuestro coche hacia la universidad o el trabajo, con el móvil en la guantera y la novia enviando audios y al otro sufrir un ataque talibán y pasar a estar encerradas, violadas o vendidas.

De eso no nos salva ninguna coordenada, ni ningún dios, religioso o capitalista.Por supuesto, nunca ha sido otra la perspectiva feminista. 

«No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas», Audre Lorde.

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