Grandes éxitos de Irene Montero

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Por Belén Moreno

Nos encontramos en un momento de incertidumbre política. Mientras el PP se sabe fuera de pillar banco azul porque la suma de sus apoyos no parece llegar al mínimo exigido por mucho que se esfuercen, los del PSOE, sentados esperando ver pasar el cadáver político de Feijoo, auguran la debacle y quieren aparecer como los salvadores del país y de la progresía política, sin soltarse de la mano del partido creado por Yolandísima Díaz y sus secuaces. De hecho, ella, vestida con una incalificable blusa, se acercó dando una vuelta hasta Bruselas para entrevistarse con el prófugo Puigdemont. Allí, entre besos y toqueteos, que son la seña de identidad de nuestra vicepresidenta, en una charla al parecer distendida y cordial, se le hincó el cuchillo al melón de los apoyos para ver si con suerte al final se abre por sí mismo.

Mientras tanto, Ione Belarra ha dejado de viajar al 2030 a ver si todo sigue como se espera, para explicar delante de los micrófonos que ha pillado abiertos a su paso que, desde su morada formación política, iban a proponer al nuevo gobierno, que la protagonista de este nuestro querido homenaje, mantuviese la cartera de Igualdad a ver si con suerte, en esta legislatura, por fin la abre y así descubre lo que tiene dentro. Sabemos todas que Irene fue la gran despreciada por Yolanda Díaz (cada vez que lo pienso, lloro) y es tarea de todas intentar salvar su puesto de trabajo que ya sabemos que las ex ministras tienen poco recorrido laboral una vez dejan el cargo. 

Belarra vende a su compañera como adalid de la lucha feminista, que se bate los cobres por esos mundos de Dios (en EEUU la quieren mogollón), en defensa de esas mujeres a las que por un profundo descaro o una severa ineptitud es incapaz de definir. Por eso hemos pensado en no dejar sola a Ione, que la pobre bastante tiene con ser la lideresa de un partido en extinción. Y por eso hoy os traigo una pequeña recopilación de los grandes éxitos de la ministra durante estos cuatro años. Digo pequeña porque podríamos hacer toda una serie y vendérsela a Netflix. Lo mismo hasta nos retirábamos a una isla del Caribe con los beneficios. 

Empecemos por uno de los importantes. Sin lugar a dudas, hay que ser muy buena para conseguir que una parte de la ciudadanía piense que es feminista. No solo se lo han creído, si no que toman su palabra como ley y además poseídos por la razón más pura y los argumentos más sólidos, retan en duelo dialéctico a todas las que negamos con rotundidad esa afirmación. Pierden siempre los pobres, pero el esfuerzo hay que reconocérselo. ¿Cómo no iba a ser feminista una mujer que se hizo una foto con su hijo en falda? (El oh de admiración viene justo en este momento). ¿Que no tiene conocimientos, ni lectura, ni experiencia? ¿Que no ha tenido la decencia de formarse, aunque sea solo lo justo para no ponerse en ridículo? Cierto. Si el feminismo fuese una carrera, no hubiese alcanzado la nota de corte para entrar en la facultad. No sabe ni quiere saber quiénes son Gerda Lerner, Sheila Jeffrys, Andrea Dworkin, Amelia Valcárcel, Ana de Miguel, Magadalen Berns, Catherine Mackinnon, y ese larguísimo etcétera de mujeres comprometidas con la causa y que con sus escritos y reflexiones sientas las bases de una ideología que ella solo conoce porque alguna campana ha escuchado. Pero es que eso no es importante. Eso es de empollonas. Ella no necesita lecturas si tiene soltura.

Como segundo éxito a relatar yo pondría la aprobación de las leyes salidas de los despachos del ministerio. Empecemos con la que más interés ha supuesto para ella. La ley trans, aprobada con nocturnidad y alevosía, por la puerta falsa, para evitar que las viperinas lenguas de las expertas que sí usan la cabeza para algo más que peinarse, pudiesen demostrar que ni era necesaria, ni era urgente, ni era legítima. De hecho, es todo lo contrario. En ella podemos encontrar la falacia del género convertido en dato jurídico. El sexo es una tómbola biológica donde unos ganan y otras pierden, pero es el género el que nos hace divertirnos es la feria de la vida. ¿Dónde se ha visto que los derechos basados en el sexo haya que respetarlos? ¿Quién lo dice? A ver ¿dónde lo pone? En la ley también tenemos la validación de la autoginefilia, ya que todas sabemos que unas tetas de plástico y un tanga rosa, hacen de cualquiera la mejor mujer de las mujeres. Están también reconocidos los que ni quieren ser X ni quieren ser Y, sino un multifrutas de géneros y que cada mañana eligen del armario una identidad como nosotras elegimos zapatos. Espero que sean ordenados o cualquier día van a parecer una mujer o un hombre y puede explotarles la cabeza o algo. Hay un apartado para la inclusión de señores en cárceles de mujeres y en el deporte femenino, pero eso es muy farragoso y lo dejamos para otra ocasión. Está también la defensa de los menores que son trans desde que sus padres eran novios y por último la negativa a aceptar que su norma deja fuera el fraude de ley. Imposible hacer el cambio registral sin trabas porque te salga de las gónadas como ha hecho el letrado catalán. Pobre fraude de ley, con lo bien que se porta y lo deja en el banquillo. 

La ley del sí es sí y su insistencia de poner el consentimiento en el centro. Ese centro que debe ser su ombligo porque el término no es sinónimo de deseo y solo hay que darse una vuelta para conocer las miles de razones que tienen las mujeres para aceptar sexo sin deseo y que ella no valoró. El texto es tan bueno, tan jurídicamente correcto que hasta los socios de gobierno tuvieron que tragarse el sapo y juntándose con sus enemigos naturales, hacerle una reforma o toda la recua de violadores encarcelados estaban ya colocados en fila india esperando su turno para salir de prisión. Los jueces patriarcales, que son capaces de aplicar una norma aprobada solo para mancillar su nombre. Si es que ¡cómo está la judicatura!

En la ley del aborto se trabajó las bajas de reglas incapacitantes. Quitando el hecho de que para que el médico de AAPP no dude de vuestra realidad médica tenéis que tener patologías previas como endometriosis (que ya sabemos todas que se consiguen los diagnósticos con chasquear los dedos), lo normal es que le pongáis el mechero a la punta del termómetro para demostrar que todas a las que os duele la regla os sube la fiebre. Porque si no tenéis fiebre o vomitáis puede que si el facultativo no os crea, entonces nada de baja y así, no podáis sacarle los duros a la Seguridad Social. Pero ella lo hizo muy bien ¿eh? 

Un logro que no podemos dejar en el olvido, por no considerarlo tan importante, son las múltiples, costosas y nada denigrantes campañas publicitarias que ha puesto en marcha. Unas donde se usan imágenes con dueña a la que no se la avisó ni por supuesto pagó por ellas porque ya sabemos que la creatividad es altruista, nadie vive de eso. Otra en donde se defiende que las gordas también disfrutan del sexo con regla o sin ellas, otra que hacía la comparativa de las asesinadas por violencia machista haciendo cómo que somos los mejores porque tenemos muchas (¿a qué somos la bomba?). Aunque la lista es interminable incluyendo alguna donde se reconoce que los productos para la regla son más difíciles de conseguir para las “mujeres trans” (no sé por qué, en el Carrefour no te piden nada para comprar tampones, otra cosa es saber por dónde se los van a meter…) llegamos al final de su legislatura con la gran estrella, la única e inigualable APP que todas estábamos esperando. 200.000 pavazos en una aplicación para medir los tiempos de las tareas domésticas y así poderlas repartir entre los miembros de las familias. Chicas, de verdad que no sé cómo hemos podido sobrevivir sin ella. Nosotras venga a fregar, a lavar, a cuidar de los niños y cambiar sábanas cuando una app nos lo iba a resolver. ¿Es o no es resolutiva la ministra?

Tenemos las manifestaciones separadas por la fagocitación de nuestros espacios y luchas por gentes de diversos pelajes ajenos totalmente al feminismo, tenemos los insultos, tenemos a Echenique al que entrenó para el fino y elegante desprestigio de las mujeres que reclamaban su dimisión o cese. Si hay algo de lo que debe estar orgullosa ha sido de la conquista del corazón masculino, ese posmoderno izquierdoso y pijo que se rasga la camisa como Camarón, acusando a todas de brujas feminazis terfas de los demonios, sacando la cara por ella en todos los rincones del planeta. ¡Qué tía! Ni en un circo de tres pistas se consigue tanto espectáculo.

No puedo por menos que recordar el que ha sido motor de su política que la ha llevado a los altares internacionales y donde recibe besos y abrazos, esperando que preste a cualquiera su varita mágica feminista y contagie a todos con esa gestión de nuevas masculinidades. LOS CUIDADOS (aplausos, vítores y desmayos de emoción). Las mujeres cuidamos. Punto. Nada de ser libres, tener una carrera, dueñas de nuestra vida. ¡A cuidar todas y a callar! Que lo dice una ministra, joroba. 

Me gusta especialmente una cosa de ella. Una, su capacidad para elegir compañeras. Ángela Rodriguez, su inseparable. ¡Qué difícil hallar dos como ella! Encontrar alguien con una pésima dialéctica, con unas capacidades tan reducidas, una gestión económica que ha dilapidado el presupuesto del ministerio sin apuntar los gastos en un cuadernillo, una actitud arrabalera y que hace comparaciones no aptas para cualquier estómago. No me digáis que no tiene mérito, con lo difícil que es toparse con gente con esas cualidades. Irene hace posible lo imposible. Y si no lo consigue del todo, pues esconde lo que no ha logrado debajo de la alfombra que normalmente nadie la levanta para limpiar. 

He querido dejar el mayor de sus éxitos para el final. La gestión de la violencia machista. ¡Qué nivel! ¡Qué compromiso! Con cifras escalofriantes durante todos los años de su ministerio (344 asesinatos desde que se formó el gobierno) ella y su equipo han desplegado su artillería pesada para esta lucha sin cuartel que aumenta diariamente. Una servidora, que ha hecho de la palabra un arma y de la escritura una profesión, no puede dejar de admirar la exquisita pluma, el verbo ágil y la precisa técnica narrativa de los muchísimos tuits de condolencias que ha publicado durante su mandato. Su templanza no se ha visto mermada, aunque se le desborden las cifras y cual capitana de barco en plena tempestad, ha ido formando gabinetes de crisis que no han servido para nada, dejando a las mujeres y los niños huérfanos, desprotegidos y solos ante su dolor. Ella que se ha caracterizado siempre por la lucha de los más desfavorecidos (véase la ley trans) no iba a perder el norte por mujeres que ni tan siquiera habían denunciado. ¿Cómo se puede trabajar con una clientela así? Expandió los puntos violetas y puso alguien en cada esquina esperando a la mujer que huye de su pareja, pero con un dolor visible en su semblante, tuvo que abandonar a su suerte a las que desoyeron sus palabras. Ahora tras un mes de agosto teñido de sangre, han llegado a la conclusión de que hay que actuar cuando las mujeres vuelven a los hogares abandonados a recoger sus pertenencias. ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta de eso antes? Tenemos la cabeza en cualquier sitio menos en lo que importa, menos mal que está ella y con una reunión de urgencia y una magistrada dando una pequeña explicación, nos lo dejan niquelado.

Irene Montero ha sido toda una sorpresa. Retando a los diputados de Vox el lunes y el martes, sacando su lado más macarra en un acto, siendo la más mala de su portal, increpando con chulería y desparpajo a las mujeres que se atrevían a cuestionarla. Eso sí, siempre y cuando los leones domesticados que la acompañan rodeasen a las susodichas no fuese que alguna sacase los pies del tiesto más de la cuenta. 

Como es de bien nacidas ser agradecidas quiero dar mi reconocimiento a los tres pilares de la política feminista de Irene Montero. Tres apoyos que han constituido el eje principal de toda su gestión. A saber, el labial rojo, la talla del sujetador y un fondo de armario de prendas violetas que la industria textil ha tenido a bien confeccionar y que ella luce con garbo en todas las apariciones públicas de relevancia. 

Sé que el artículo es largo, pero es que sus éxitos son tantos y de tan magnitud que en esta sección no tendríamos vida para relacionarlos todos. Por eso os doy pie a que nos acompañéis con vuestros comentarios para no dejarnos nada en el tintero. Una gestión como ésta debe pasar a los anales de la historia y debemos contribuir en conjunto a que eso se haga realidad. 

Por eso y sin caer en un lameculismo que no nos caracteriza precisamente, reclamamos que la propuesta de Belarra caiga en el saco con el roto más grande que se pueda encontrar, uno donde no quede ni el eco de sus palabras. La gestión ha sido digna de admirar por indigna, cruel y nefasta. Ha producido un daño tan grande que lamernos las heridas nos dejará la boca seca durante años, pero no por eso regocijarnos con su marcha definitiva. Que solo los sordos escuchen a Belarra y que por fin el ministerio quede huérfano de la infamia, del deshonor y la crueldad que han llenado sus salas durante esta condena que ha sido Irene Montero

@belentejuelas

3 COMENTARIOS

  1. Todo ello es cierto. Irene Montero es así (junto a la tropa posmoderna de Unidas Podemos y Sumar). Y todos esos atropellos de esta gente en el ministerio de igual-da sólo han sido posibles con el permiso de Pedro Sánchez y el Psoe, tan alineados con el antifeminismo como los anteriores, o más

  2. Si con esta mujer aprendemos de una vez por todas lo que dan de sí las revoluciones de colores, y mandamos al carajo firmemente a las que vengan detrás, no habremos perdido el tiempo.

  3. MARAVILLOSO artículo. No se puede decir más en menos. Inteligentísima disertación. Creo que desde el franquismo no se le había hecho tanto daño a la mujer (de sexo femenino)desde un Ministerio.
    Qué vuelva de Cajera … a Mercadona,

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