El asunto ese del beso

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El “asunto” ese del beso. El asunto ese de aquella chica, borracha. A la que le iba “el jolgorio”. O de aquella otra, que era una “ligona”. El asunto ese de esas mujeres, que son prostituidas por cuatro duros. El asunto ese de esas niñas, obligadas a casarse antes de tiempo. El asunto ese de aquella otra, muerta, a manos de su propio padre y de su propio hermano. Culpable por haber manchado el honor de la familia al negarse a casarse con su violador. El asunto ese de tantas mujeres, que vuelven a casa solas, de noche y con el culo apretao. Y es que volver a casa siempre fue una práctica de riesgo, un viaje interminable que nunca sabes si acabará bien. El asunto ese de tantas niñas, abusadas sexualmente por sus padres, tíos y abuelos. El asunto ese de nuestras madres, de nuestras abuelas, forzadas durante tantos años a ceder a los avances sexuales de sus maridos para “tener la fiesta en paz”. Y donde la paz era no llevarse un guantazo y ser forzada igualmente.

Y es que la violencia contra las mujeres.
La agresión, el manoseo, la violación, la intimidación, la coerción, la explotación, la usurpación, la sexualización o el abuso siguen siendo un mero “asunto” para demasiados hombres.

Hoy muchas personas, entre ellas muchos hombres (de esos que se hacen llamar “aliados feministas”) pero también muchas mujeres, se llevan las manos a la cabeza incrédulos. “Pero, ¿cómo es posible?”, se preguntaba hoy un periodista deportivo de un medio de comunicación que podríamos calificar de progresista. “¿En qué país vivimos?”, continuaba visiblemente indignado. No entendía cómo era posible que, en pleno siglo XXI, decía, siguieran sucediendo estas cosas. “No puede ser”. “Esto es inaceptable”, insistía. Y al escucharlo, totalmente perpleja, no he podido evitar responderle en voz alta desde el sofá de mi casa: “Pero, ¿en qué mundo vives tú?”

Porque en el mundo en el que yo vivo, esto sucede cada día. Cada día. Y repito: cada día cientos de mujeres son violentadas y agredidas sexualmente por hombres. ¿Y dónde estáis entonces? ¿Dónde están los informativos especiales? ¿La cobertura mediática sin precedentes? ¿Las manifestaciones públicas de repulsa? ¿Las asambleas extraordinarias? ¿Dónde? ¿Acaso no os habéis enterado de que en lo que llevamos de año 67 mujeres han sido asesinadas? ¿En serio os sorprende lo que ha sucedido con Luis Rubiales? Eso es tan solo la punta del iceberg. Es lo que lleva pasando toda la vida en nuestro país. Un país machista. De hombres machistas. Instituciones machistas. Cultura machista. Y religión machista. Lo que ha hecho Luis Rubiales frente al mundo entero no es nuevo. Lo hacen cientos de hombres cada vez que salen de discotecas. Cada vez que se van de festival. O de fiestas populares. Los hombres aprenden desde pequeños que el cuerpo de las mujeres les pertenece. Que es un espacio público. Que tienen impunidad para usurparlo. Y, lo peor de todo, que cuentan con el apoyo de sus congéneres. Se llama fratría. Y se llama socialización de género.

1 COMENTARIO

  1. Espléndido artículo. El machismo y su consecuencia, el terrorismo machista no dejan de crecer en una sociedad en la que la gran mayoría de los hombres normalizan (que palabra tan terrible) la cultura de la violaciòn. Creo que sólo a partir de la coeducación y de políticas que promuevan la equidad y la consideración de las mujeres como ciudadanas de primera clase conseguiremos acabar con esta lacra

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