El derecho al aborto no está asentado

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Por Zuriñe Ojeda

En julio de 2010 las mujeres vivimos un cambio histórico en España, dejamos atrás una ley del aborto basada en supuestos para dar la bienvenida a la ley de plazos. El aborto dejaba de ser un derecho condicionado a unas circunstancias concretas y pasaba a ser un derecho de todas sin condiciones. Trece años ya y sin embargo sigue sin estar garantizado en la sanidad pública de todas las comunidades autónomas (Navarra, Burgos, etc.). Pero sobre todo, sigue sin estar claro para la población en general.

El derecho al aborto choca con uno de los mayores tabúes de nuestra sociedad patriarcal y machista: la maternidad. La maternidad aúna en sí misma una realidad material importantísima, como es la perpetuación de nuestra especie, con el mayor instrumento de control de las mujeres. Hasta hace realmente muy poco tiempo, en términos históricos y absolutos, la única forma que los hombres tenían de asegurar su descendencia, y de asegurarse de que esa descendencia era realmente suya, era controlar férreamente el cuerpo, y por lo tanto la vida de las mujeres. Y además, tenernos embarazadas, pariendo y criando a los niños les aseguraba tenernos fuera de la vida pública, del conocimiento y de la libertad. Y sigue siendo así en muchos países. Los anticonceptivos y el aborto han existido siempre de forma clandestina como esa última frontera de resistencia de las mujeres, de control mínimo de sus cuerpos y de sus vidas. La legalización y acceso generalizado a ambos, al menos en occidente, han ido indefectiblemente unidos al feminismo, al acceso de las mujeres a la vida pública y a su derecho a decidir sobre todos los aspectos de sus vidas. 

En España, en este mejunje patriarcal del control sobre nuestros cuerpos y vidas ha tenido un papel fundamental la Iglesia Católica. No en vano llevan golpeándonos siglos con la figura de la “virgen María”, símbolo imposible de sus dos mayores obsesiones: el sexo y nuestra abnegación maternal, y regando todo esto con la lluvia fina de la culpa. 

En España, sí, hace trece años que tenemos una ley de plazos, pero las mentes, hasta las de algunas feministas, siguen ancladas en la de los supuestos. Solo se habla del tema en voz baja y con cara compungida, solo se habla de trauma, de dolor, de circunstancias terriblemente adversas que llevan a tomar esa decisión. Y si alguien, como hizo hace poco Melani Olivares, osa hablar de ello tranquilamente en una entrevista y decir que abortó simplemente porque no quería tener ese hijo, y sigue riendo y hablando de su vida como si nada, de repente todo el mundo empieza a hablar de frivolidad. Es evidente que todos juzgamos y opinamos de la vida y decisiones de todo el mundo, es la naturaleza humana. Pero hay una diferencia fundamental entre hacerlo en privado, en tu casa, con tu familia o amigos, a hacerlo en público y desde una postura supuestamente feminista. Y entrar a valorar con un criterio exclusivamente personal si la decisión de una mujer de abortar es válida o frívola NO ES FEMINISTA. De hecho, es querer aplicar la ley de supuestos. No exactamente los que había, claro, sino los que a cada uno le parezcan. Y entonces, ¿por qué van a ser más válidos los criterios de uno que los de otros? Pero lo hacemos, juzgamos cuando no deberíamos, y es por eso que mucha gente desconoce que hay miles de mujeres que abortan con total normalidad. Que toman una decisión, pasan por un procedimiento médico y vuelven a hacer su vida normal sin traumas ni dramas, sin culpabilidad. Y se desconoce porque no lo contamos para no ser juzgadas como frívolas por no presentar una historia lacrimógena con caras compungidas por la culpa. No estoy negando que haya mujeres que lo pasan mal, en absoluto, pero creer que esa es la única realidad del derecho al aborto es falso. Y pretender que, aun existiendo una ley de plazos, las mujeres tengamos que dar explicaciones o justificaciones, es muy peligroso y contrario a cualquier criterio mínimamente feminista. 

Por eso los ultras religiosos van a rezar a las puertas de las clínicas, por eso los políticos de derechas están buscando la manera de introducir demoras en el proceso, tutelas para que mujeres adultas “se lo piensen bien”. Desde el feminismo no caben moralinas vacías ni tutelas, y menos cuando vemos cuán frágiles son nuestros derechos y lo rápidamente que pueden desvanecerse. En USA lo tenían tan consolidado que ahora en muchos estados no solo es ilegal sino que las mujeres tienen que tener cuidado hasta con las aplicaciones de seguimiento del período. ¿Nos creemos tan modernas o superiores que pensamos que aquí no nos puede pasar? Tenemos una buena ley, defendámosla con uñas y dientes y dejémonos de hostias. 

@zurinelakona

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