Pornhub o el imperio de los sueños húmedos

Por Belén Moreno

Internet y la desidia de los gobiernos ante las páginas web de la pornografía han desatado el multimillonario negocio de la visualización de mujeres sexualizadas. Hoy os quiero hablar de la página web de intercambio de imágenes y videos de contenido sexual que ha revolucionado el mercado y ha llevado a miles de chicas, muchas veces, extremadamente jóvenes, a poner su cuerpo al servicio de los ojos de millones de hombres de todo el planeta. Mujeres que en otras plataformas comentan a sus espectadoras, las cantidades de dinero que ganan siendo el objeto sexual todo aquel que bien gratis o bien por una módica cantidad al mes, van a masturbase a su costa. 

El eufemismo de denominar al porno como “contenido para adultos” es un blanqueamiento de unas de las prácticas más terribles en las que se utilizan mujeres para uso y disfrute de los hombres. Pornhub es hoy la mayor plataforma mundial de este tipo de webs. Según datos de la propia compañía, en 2019 contaba con más de 130 millones de visitas al año en todo el mundo y con usuarios de todos los niveles económicos. Tengamos en cuenta que una parte de lo que la web contiene es de uso abierto, logrando así que hombres, adolescentes e incluso niños, accedan a una parte de esos videos e imágenes de forma gratuita. El record se alcanzó en marzo del 2020, cuando el mundo se sumía en una pandemia sanitaria que recluyó en sus hogares a prácticamente todos los habitantes del planeta. La promoción de que su contenido Premium (el de pago) podría ser gratuito en España, Francia o Italia, desató las visitas hasta niveles estratosféricos. Eso sí, solo se mantenía la oferta mientras durase el confinamiento. La pregunta es cuántos de esos usuarios han buscado dinero para no dejar de consumir pornografía sin límite. Por no perder la costumbre vaya. En nuestro país, que ocupa el lugar número 12 de los de la lista de visitas, el tráfico alcanzó un incremento del 61%. Esos hombres pueden ser cualquiera de los que nos cruzamos por la calle, compañeros de trabajo, amigos, vecinos, etc. Están en todos sitios y compartiendo la vida con nosotras. 

Los empresarios dueños de la web han tocado el cielo en los últimos años. Pensemos que tienen tanta cantidad de contenido es sus servidores que para ver todo lo que contienen necesitaríamos 169 años. Menos mal que nadie vive tanto. Pornhub sufrió un revés cuando se publicó un artículo donde se avisaba que entre sus videos se podía encontrar explotación sexual, maltrato y violaciones. Las grandes compañías de crédito cerraron las opciones de pago y tuvo que eliminar la friolera de 10 millones de videos, pasando de 13 a 3. Si esos 130 millones de usuarios estaban consumiendo esos videos que suponían dos tercios de los acumulados en la plataforma, da que pensar sobre que le gusta ver a los hombres al otro lado de una pantalla. 

Lamentablemente, la web se mantiene de la cantidad de videos que las chicas y mujeres suben de forma continua. Como en otras plataformas, las personas que nutren el contenido reciben un dinero cuando sus imágenes alcanzan cierto número de visitas. No es el chollo, porque la información que he encontrado habla de 2 dólares por cada 1.000 visualizaciones. Sin embargo, cuando se tienen problemas económicos, o simplemente no se alcanza el grado de madurez necesario, muchas chicas pueden ver en la web una fuente de ingresos fáciles. 

Según su página web que tiene como fondo de pantalla fotografías de mujeres en actitud sexual, invitan a las chicas a recibir ingresos de forma sencilla y asequible. Un símbolo del dólar cubre una frase muy mercantilista que asusta cuando sabemos que se trata de cuerpos femeninos. Textualmente dice: Gane dinero con sus videos gratuitos. En otro apartado reza un comentario que garantiza el 80% de los ingresos si “se crean fantasías únicas”. Pero lo que hace que se erice la piel es un mensaje que habla de propinas y clubes de fans. Las mujeres pueden cobrar hasta el 95% del dinero aportado como gratificación de los usuarios que la elijen como su favorita. Me viene a la mente la desagradable imagen de un putero baboso que mete en el escote de una prostituta un billete como premio por ser la que más basura soporta. 

Os aseguro que acceder a sus cámaras en directo es tan fácil como apretar donde indica live cams. No me han preguntado ni mi edad, ni mi usuario ni nada de nada. Eso sí, al entrar y derrumbarme comprobando todo lo que tenía a mi alcance, he podido leer un mensaje que indica que se accede a contenido sexual explícito. No creo que haya llegado a doce segundos mi permanencia en la web. Ese contenido está tan a la mano de cualquiera que los adolescentes, en poco más de diez minutos, ya tienen una idea completamente equivocada de lo que es una mujer. Para los menores el shock debe ser indescriptible.

Pornhub le has dicho a las mujeres que todas pueden ser estrellas. Que se pueden forrar grabándose en su habitación, en poses y actitudes sexuales, mientras sus padres ven una serie en la tele en el cuarto de al lado. Que sus compañeros de instituto o universidad se van a pajear mientras ellas se mueven sensualmente delante de una web cam que las graba poniendo su cuerpo abierto al mundo de esos hombres que disfrutan mirando. Ninguno de ellos ve a una mujer.

La polémica de este sitio web no termina en los archivos que pone a disposición de sus usuarios. En 2014, una valla publicitaria que tuvo que ser retirada en Nueva York ante las protestas, lució después en Sunset Bulevar, una de las calles principales de Los Ángeles. En ellas, en un juego de palabras con una mítica canción de los Beatles, hacía una clarísima alusión a la masturbación masculina provocada por la visualización de mujeres jóvenes, demasiado jóvenes, en actitudes de mal entendida sexualidad. 

Frenar el consumo de pornografía es una tarea hercúlea a la que los gobiernos del planeta entero no le están dedicando el tiempo y los recursos suficientes. Las jóvenes están buscando dinero sin saber que están siendo prostituidas de forma virtual. La web les regala los oídos y los videos de Tiktok restan importancia a todo lo que implica y pone el foco solamente en el negocio tan lucrativo que va a suponer para ellas. Ese mismo dinero regalado que ganan las prostitutas o las actrices de cine porno. Un dinero que se lleva por delante su dignidad, su autoestima y el compromiso con su propia vida. 

Una de las grandes luchas feministas es lograr que la otra mitad de la población humana deje de vernos solo como cuerpos tocables, follables, masturbables o usables. Que comprendan que detrás de cada cara, cada par de senos o más allá de lo que tenemos entre las piernas, somos seres humanos completos. Con nuestros deseos, anhelos, aptitudes, actitudes y aspiraciones o miedos. Complejas personas. Tanto como ellos. El hecho de que una cantidad tan enorme de hombres sigan pensando que ver mujeres desnudas en una pantalla de móvil o de ordenador, es una forma de entretenimiento, mantienen de forma permanente la consideración de que las mujeres (y por desgracia también las niñas) estamos en este mundo puestas para su placer. No somos la fantasía sexual de nadie. Pero las mentes de los retorcidos empresarios usan ese interés desmesurado de los hombres por la sexualización de las mujeres y aprovechan la inmadurez, la necesidad o el simple hecho de echarse unas risas con las amigas, en negocios que los llevan a controlar, de una manera menos simbólica de lo que parece, la mente de todos y todas. 

Sabemos que la educación es la mejor forma de cambiar las mentes. Las hace críticas y menos vulnerables. Pero es una tarea larga, efectiva pero costosa. Por eso debemos reclamar ante nuestros políticos un exhaustivo control de los contenidos que internet pone a disposición de las y los jóvenes. Incluso de los adultos. Sancionar a quién no respete las normas impuestas, con dureza y rigurosidad. No podemos seguir viviendo en un mundo donde millones de hombres siguen absorbiendo los cuerpos de las mujeres, haciendo de ellas seres no humanos. 

@belentejuelas