Se había acabado el Tour. Muchos estaban pendientes de la pretemporada de fútbol y los amistosos de verano, y de pronto se jugó el partido que definiría el futuro del país. Hubo sorpresa. Una vez más el Cinderella Man de la política española salía airoso de una batalla que parecía imposible. Como quiera que seguimos de serie veraniega en la columna del Villano de Madrid, me pareció estar viendo otro espectáculo en la distancia. Impresión acentuada por la cantidad de sloganes grandilocuentes, ausencia de programas en casi todos los aspectos y ruido mediático. Así fue el gran duelo de la pretemporada en los ojos del villano.
La izquierda llegaba a la cita con bajas y muy mal ambiente en el vestuario. En la plantilla no estaba Irene Montero, traspasada tras su festival de errores defensivos que costaron demasiados goles en la temporada anterior. Había un clima de pesimismo, dado que las que habían sido grandes estrellas estaban perdiendo brillo. Pedro Sánchez, el Sanxe, llegaba con el aire decaído y Yolanda Díaz reclamaba para sí un protagonismo que algunos creían excesivo. Su tendencia a la soberbia, el cultivo de una imagen más estética que ideológica y los regates inútiles parecían lastrarla, además de tener en contra al sector más fanático de la afición, que reclamaba la vuelta de Montero, hiciera ésta lo que hiciera.
Enfrente la derecha parecía haberse reforzado con una tropa de defensas duros de la unidad de España y un jugador sobrio, Alberto Núñez Feijoo, un gallego que los medios vendían como esforzado y trabajador, guiaba al equipo. En la última parte de la temporada anterior habían protagonizado una gran remontada, propiciada en parte también, todo hay que decirlo, por la inoperancia de los rivales y, dirigidos desde el banquillo por Miguel Ángel Rodríguez, un típico técnico estrellita, algunos dirían que mourinhista, saltaban al campo directos a infligir a sus rivales una derrota que impidiera cualquier posibilidad de remontada en el partido de vuelta.
La cosa empezó bien para la derecha cuando, para la sorpresa de todos, aquel muchacho gallego apocado ganaba en su primer duelo a la estrella del equipo de la izquierda. Al estilo de los grandes goleadores, este ariete no dio señas de su presencia hasta que en una muestra de oportunismo pilló a pie cambiado a la gran figura rival y ante el asombro general anotaba un tanto que parecía decisivo. A base de embarullar el juego y minar el campo salió victorioso del primer envite.
El equipo de las izquierdas daba síntomas de haberse desarbolado. Nadie podía imaginar el coladero en defensa que los jugadores del equipo azul estaban a punto de perpetrar. Aquel mismo gallego que había sorprendido a los espectadores se enredó hablando de unos problemas que había tenido fuera del campo, unas compañías poco recomendables que lograron colarse de pleno en el terreno de juego sin que ni Feijoo ni la dirección del equipo supieran cómo reaccionar. De forma casi igual de sorprendente a como había puesto en ventaja a su equipo, ahora anotaba en propia meta el gol del empate. El golpe en el ánimo de los de azul fue tan grande que el mister decidió sacar del campo al atacante orensano. Aunque en declaraciones a prensa aseguró que todo se debía a una extraña lesión de espalda cundió entre los espectadores la sospecha de un castigo por parte del técnico.
Los fichajes en defensa se revelaron poco eficaces y casi siempre parecían marcar al rival equivocado. Empeñados como estaban en encararse con sectores muy específicos del respetable, el público femenino, el LGTBI, etc, dejaron pasar muchas acometidas de la izquierda hasta su portería. El punto culminante llegó cuando el central más duro, el vasco Abascal, se lanzó a ejecutar su jugada favorita, el conocido como remate Bildu, pero no contó con la defensa muy atenta de Díaz, que ejerciendo de medio defensivo le arrebató la iniciativa de la jugada y le metió un pase en profundidad al renacido Pedro Sánchez, que remató a puerta vacía. En la primera mitad del segundo tiempo el partido parecía inclinarse hacia los de rojo.
Por otra parte el veterano gran capitán de los rojos, José Luis Rodríguez Zapatero, salió desde el banquillo y demostró que aún tiene regate y remate. Además, un inesperado fichaje de última hora, la periodista Silvia Intxaurrondo, muy necesaria en el equipo, dado que la banda mediática está abrumadoramente de parte de la derecha, aún aprovechó otro hueco dejado en defensa dejado por Feijoo en su salida para anotar un tanto que en opinión de algunos la convierte ya en estrella. Este gol sentó especialmente mal en el club de las derechas, como pudo verse en varias reacciones y titulares.
Al acabar el partido el equipo azul había disfrutado de más tiempo de posesión, había atacado con todo lo que tenía, pero no logró empatar. La escuadra roja parece en este momento tener ventaja para afrontar el primer partido de la temporada oficial. Pedro Sánchez aumenta su leyenda de Cinderella Man.
Ahora espera el curso, empezando por un duelo de vuelta donde el bloque rojo deberá proteger su ventaja de ataques muy furiosos: algunos jugadores del equipo azul ya han anunciado que planean hasta el soborno de los rivales. Sorprendentemente no han sido descalificados inmediatamente después de soltar semejante exabrupto. Y nunca es descartable un fichaje bomba de la derecha periférica.
De todas formas una primera lectura que deja este encuentro de pretemporada es que el nivel defensivo en la política española sigue siendo nefasto. Si recuerdan, en los momentos decisivos de la pasada temporada, en aquella victoria impactante del combinado azul, que a punto estuvo de voltear la competición, tampoco el conjunto derechista parecía tener muchas esperanzas. Fue el equipo rojo el que entonces se empezó a meter goles en propia meta. La defensa de Irene Montero y Pam permitiendo, por ejemplo, la ruta expedita hacia puerta de los delanteros del brazo judicial del equipo azul tuvo mucho peso, así como la desunión del vestuario como consecuencia de los diversos egos enfrentados. Bien haría en lo que queda de verano el equipo rojo en trabajar esa faceta y, si puede, en fichar delanteros con cintura. Porque el equipo azul se va a reforzar con un arsenal mediático, judicial y financiero al que va a ser muy difícil contener. Mientras, un sector importante de la afición les pide un cambio total de equipo y una mentalidad más agresiva. Abandonar esta política espectáculo y volver a programas y actuaciones reales, por desgracia, sigue pareciendo una utopía.