No existen las Pretty Woman

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Por Belén Moreno

Muchas son las películas y las series que nos muestran la prostitución desde distintos ángulos. Desde el punto de vista de prostitutas, de proxenetas o de puteros. Pero si hay una que logra romantizar el sistema prostitucional, es Pretty Woman. En ella, un estupendo Richard Gere, que encarnó el papel de príncipe azul como nadie, libera a una jovencísima Julia Roberts del horror de la calle. Una mezcla de Cenicienta y Pigmalion que convertía a la puta en esa mujer que necesitaba ser encontrada por los ojos del amor liberador que puede siempre proporcionar el cliente perfecto. Lo que los productores de la película obviaron es que ese cliente no existe, que el guantazo que le da el amigo del prota es una nimiedad comparada con la violencia que soporta cualquier prostituta y que ninguno de los hombres que violan de forma reiterada y sistemática, se enamora de la mujer violada. 

Las feministas hablamos de sistema prostitucional porque es una institución anclada en la sociedad de todos los países del mundo. Funciona básicamente de la misma forma y la ejercen mayoritariamente mujeres y niñas. Es cierto que existe la prostitución masculina y es así, simple y llanamente porque los puteros son hombres. En todos los casos. Siempre habrá quién dirá que hay mujeres que recurren a los servicios sexuales por dinero, pero el número es tan nimio que ni podemos entrar en valoraciones. 

Todas y todos nos mostramos siempre en contra de la trata de seres humanos y sabemos que la gran mayoría de las prostitutas del mundo, son víctimas de redes de tráfico. Son engañadas, golpeadas, violadas y violentadas, obligadas a asumir que todos los días de su vida, a todas las horas, tendrán que ser utilizadas para el sexo por completos desconocidos. Además, que ellas solas deberán lidiar con los terrores que la práctica (físicos y psicológicos) conllevan. Aunque el número es menor, no me gustaría olvidar a las que no están sujetas a estas redes. Esas a las que un sector de la supuesta izquierda, denominan “putas vocacionales”. No existen. Aunque parezca que sí, pues no. Ninguna mujer quiere mantener relaciones sexuales con un hombre que no las atrae. Las putas tienen ojos y gustos como mujeres que son. Los puteros no les ponen, no las excitan y no los desean. CONSIENTEN. ¿Veis ahora porque hacemos tanto hincapié en que el consentimiento no es deseo y que no es lo que debe regular las relaciones sexuales? ¿Se entiende o no que las mujeres prostitutas no tienen más opción que consentir? Como sabían eso porque lo saben hasta los niños de pecho, cuando se aprobó la famosísima ley, se las dejó fuera.

Las prostitutas son obligadas o se ven obligadas. No hay vocación, no hay elección. Detrás de cada una de ellas hay una historia marcada por el rapto, la trata y la explotación. Pero también la drogadicción, la miseria, el hambre, los abusos, violaciones, maltrato, etc. No hay elección posible si no se tiene alternativa. Ellas están abocadas a ser lo que son. Y la sociedad las maltrata cuando ignora lo que significa realmente ser prostituta. De hecho, es tan despectivo y se odia de esa forma que, a todas, en algún momento de la vida, alguien nos ha insultado llamándonos putas. Casi siempre cuando nos hemos negado a aceptar las exigencias de un hombre. 

Que la prostitución no es un trabajo está más que demostrado. Sin embargo, todos los días nos encontramos como mujeres y hombres, que en aras de esa “libertad” que poseemos las mujeres, abogan por que sea considerado como tal. Siempre desde la perspectiva de los y las que no se plantean dedicarse a la materia. El púlpito desde el que lo pregonan les aseguran un futuro mucho menos sórdido. Ninguno estudia las consecuencias que arrastran las mujeres, el desarraigo social y por supuesto la imposibilidad de dejar atrás una vida donde se ha sido un trozo de carne expuesta para que hombres de todo tipo y condición paguen por hacer uso de su cuerpo, deshumanizando a la persona que vive dentro de él. 

Es posible analizar la situación de los países donde la prostitución es legal y las consecuencias para las mujeres que alcanzan tal nivel de desastre que me avergüenza como ser humano que todavía se siga defendiendo. Alemania, Suiza y Holanda son tres ejemplos. En Suiza la prostitución es legal desde 1942, dato importante es que en ese país las mujeres no tuvieron derecho al voto hasta 1971, existiendo uno de sus cantones que no lo aprobó hasta la década de los 90. La contraposición es significativa y os dejo que lo repenséis. Los suizos son educados, formales, muy conservadores y dueños del dinero de los empresarios del planeta entero. Mucho de ese dinero viene de la explotación ilegal de mujeres y niñas ya que a ellos el origen no les importa, lo que cuenta es el montante. En sus ciudades, se han creado cubículos en algunas calles, donde los puteros van con su coche a practicar sexo con mujeres de forma legal. Son pequeños espacios urbanos que evitan que los ojos transeúntes puedan ser dañados por una práctica que se ejerce de forma “voluntaria”. La mayoría de las prostitutas son de etnia romaní o de los países del este. Mujeres que viven bajo el yugo de la extrema pobreza, obligadas muchas veces por sus propias familias y que no disponen de más salidas para mantener a sus hijos o familiares. Soportan durante años un nivel de vejación humana indescriptible. Sin más recursos que sus cuerpos se ven abocadas a ejercer la prostitución a miles de kilómetros de sus familias donde no encuentran ni el apoyo ni la red para buscar otros medios de vida. Porque no olvidemos que cuando un putero está frente a una mujer a la que paga, hace con ella lo que quiere porque el dinero manda y la educación, la cultura y el estatus se dejan en la puerta. En Suiza hasta los jóvenes de cualquier nivel admiten sin pudor haber sido puteros o al menos entender que se utilice a las mujeres de esa forma. Está asumido socialmente.

En Alemania la prostitución es legal desde hace un siglo. En 2002 se aprobó una ley que quitó la calificación de inmoral y en 2017 se creó un sistema regulacionista que permite a las “trabajadoras sexuales” tener derechos laborales. Otra cosa es la realidad. Alemania es el burdel de Europa. Miles de mujeres sobre todo de países del este y norte de África son esclavizadas legalmente debido precisamente a ese sistema que regula la actividad. No ha disminuido la trata de mujeres, de hecho, el gobierno alemán solo cuenta con un registro de unas 30.00 mujeres de las más de 360.000 que se estima están dentro del sistema. Forman parte de entramado opaco que a los proxenetas conviene tanto. Se ofrecen “ofertas de puta y salchicha” en algunos festivales donde mujeres de todas las edades y condiciones se ven abocadas a una desenfrenada actividad que las lleva a la extenuación física (se practica en cualquier parte, sin control y sin intimidad). Se forman verdaderas colas de hombres para cada mujer, que llegan a destrozarlas. Burdeles de siete plantas donde una cantidad ingente de mujeres (la gran mayoría ilegales y no registradas para obtener el carnet de puta y no lo estoy diciendo en broma) son violadas por grupos que llegan en autobuses desde cualquier rincón del país. Se publicita, se blanquea y edulcora el proxenetismo disfrazando la actividad como de “canalllas”. Podríamos estar hablando de los horrores de la legalización en Alemania durante semanas. 

En España la prostitución no está legalizada. Eso no ha sido obstáculo para que el Ayuntamiento de Barcelona haya sido promotor de la práctica. Hemos visto un aumento escandaloso de la prostitución en la ciudad con motivo de ferias y congresos, a su alcaldesa bailando con proxenetas, aplaudiendo y financiando cursos para ser la más mejor entre las putas. Barcelona es el escenario de esa imagen real de una prostituta de origen africano doblada sobre sí misma mientras es penetrada por detrás por un hombre, mientras su compañera hace una felación a otro. Todo eso en plena calle. Esa es nuestra izquierda. En Podemos no se declararon abolicionistas porque un sector del partido estaba a favor de la regularización. El gobierno más progresista de la historia ha hecho caso omiso de la ley LOASP que la plataforma abolicionista elaboró para ellos y que supone la abolición total de la prostitución y la persecución de los hombres. ¿Cómo lo va hacer si una parte de los partidos que han apoyado al gobierno en esta legislatura llama clientes a los puteros?

La experiencia de países que han abolido el sistema es distinta. Noruega ha logrado impedir que la oferta sea delito para que lo sea la solicitud y la sanción al putero está funcionando. No es la panacea porque, aunque ha salido de las calles, el número de mujeres prostituidas no desciende de la forma esperada (hablamos de unas 3.000) pero es cierto que el miedo a penas de cárcel está logrando que los hombres se lo piensen dos veces. El proxenetismo y la trata siguen siendo delitos graves. 

Abolir la prostitución es la única vía lógica para acabar con ella y se necesita un esfuerzo enorme por parte de las políticas públicas para conseguirlo. Por eso es necesario y vital que el feminismo esté presente en las instituciones, porque solo con políticas realmente feministas se lograrán los avances necesarios para acabar con una lacra social que convierte a las mujeres en meros instrumentos de satisfacción masculina. No existen los argumentos para justificar la presencia de miles y miles de mujeres explotadas y tratadas como meros objetos. Las palabras pro regulación son banas e inútiles. Las violaciones no dejaran de existir, la libertad de las mujeres y sus cuerpos no existe. Las únicas que sufren sin medida son las mujeres. Mientras hombres e instituciones se hacen ricos a costa de unas vidas truncadas y sin futuro. 

Ninguna mujer debería apoyar la prostitución, venga de la trata o no. Ninguna debería desear para otra ser violada de forma automática por miles de hombres a lo largo de una vida. Me pregunto qué clase de ser humano desea algo así para alguien a quien considera su igual. No es puritanismo, no es catolicismo, ni que seamos blancas burguesas privilegiadas. Es humanidad. Es dignidad. La esclavitud más antigua de la historia y que crece como la espuma en los sistemas capitalistas y de economía neoliberal, se basa en nosotras y nuestro cuerpo sexuado. Somos vulgares objetos con la mirada vacía que solo valen para ser exprimidos. 

Aquellas que votaron a los partidos que se han negado a abolir el sistema prostitucional y dar una salida digna y libre a las mujeres, persiguiendo a los que las compran para violarlas, o ponen locales y pisos a disposición de criminales proxenetas y traficantes, intentad dormir con la mente tranquila, si podéis. 

@belentejuelas

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