Siempre me he preguntado cómo es posible que las calles no estén bramando de rabia. Cómo es posible que la gente no termine de hartarse y empiece, sin más, a quemarlo todo y a tomarse la justicia por su cuenta. ¿Por qué no hay protestas masivas de aquellos que padecen las injusticias y las miserias del sistema? ¿Qué mecanismos secretos operan en la mente de las víctimas para que no decidan voluntariamente rebelarse?
Por supuesto que no soy, ni seré, el único en preguntárselo. Antes que yo ya lo hizo, Étienne de la Boétie en su libro “La servidumbre voluntaria” cuando decía: “cómo puede ser que tantos hombres … soporten a veces a un tirano solo, quien únicamente tiene el poder que ellos le confieren; quien no tiene la capacidad de causarles mal alguno sino en la medida en que aquellos albergan la voluntad de soportarlo.” Otro ilustre entre los ilustres, Karl Marx, hablaba sobre las condiciones materiales y económicas que impedían la construcción de una conciencia de clase y, por citar otro pensador, en este caso un sociólogo, Pierre Bourdieu, quien mencionaba la transmisión intergeneracional del capital cultural simbólico dentro de las clases dominantes junto con las estrategias para justificar su dominación, esto es, la autocensura de los dominados y la legitimación del poder por parte de quien lo detenta. Aquí ya tenemos una pista.
A la luz de las distopías que se han elaborado en la literatura avisándonos de los posibles peligros de los autoritarismos diré que la distopía “1984” de Orwel, lejos de implementarse en la realidad bajo la dominación de una dictadura de izquierdas, se está implementando en la actualidad bajo la dominación de una democracia liberal. La ley y el orden son usados para justificar que sean precisamente las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, policías, Guardia Civil, policías autonómicas, policía municipal, las únicas que puedan usar la violencia de forma legítima. El pueblo es retratado como un ente que tiende a la vandalización cada vez que se rebela y en nuestras sociedades no se valora la lucha como un medio para lograr un fin sino que se usa, en las escasas ocasiones que ocurre, como un retrato desproporcionado y deformado para someter a la plebe y justificar su represión.
Me interesa saber cuáles son las medidas dictatoriales y autoritarias que debemos sortear para no caer en la indiferencia, la inacción y el desánimo y qué podemos hacer nosotros, el pueblo, para lograr que se den las condiciones necesarias para una revolución.
El sistema desea, y consigue, evitar la insurrección teniendo a la gran masa social vigilada a tiempo completo. Esa masa no está tan solo vigilada por las fuerzas de seguridad, las cámaras de las calles o la parte de la ciudadanía que está dispuesta a dar la voz de alarma ante un revoltoso, en la mayor parte somos nosotros mismos los que nos dejamos vigilar mediante nuestras RRSS por las cuales el ente dictatorial que nos gobierna sabe qué y cómo pensamos, en qué ocupamos nuestro escaso tiempo libre, con quién nos movemos y qué amistades o pensamiento político profesamos. Esa información se la estamos proporcionando nosotros mismos. ¿Eso quiere decir que debemos acabar con nuestras RRSS?, NO, simplemente es menester saber cómo usarlas mejor para avisar, contrainformar o promover llamadas a la movilización y sí que resulta necesario no dejar pistas sobre nuestras intenciones. Sabiendo además que pronto expresar esas intenciones puede ser considerado como un delito.
El sistema que nos domina no nos violenta ni nos coacciona de una manera clara. El sistema político de la democracia burguesa no precisa de esas acciones, consideradas negativas ante la experiencia de las gentes, sino que usa y abusa del control mental de la población. Antiguamente era el sistema el que mediante la educación o el uso de símbolos (bandera, nación, etc) se inmiscuía dentro del armazón psíquico del individuo hasta anular su individualidad. No obstante, la única manera de salir de esa dominación radicaba en sentirse parte de un colectivo, sindicato, partido, grupo, masa social, clase social. Pero eso ha cambiado totalmente dado que ya no existen esos grupos o bien el sistema ha conseguido disolverlos. ¿Qué usa actualmente la dictadura democrático liberal? Algo muy inteligente, si aumentas exponencialmente la individualidad, si destruyes toda alteridad basada en el número, si divides a toda la población no por clases sino por individuos y desarrollas su espíritu competitivo, su egoísmo, su consumismo, su capacidad de medrar mediante el sálvese quien pueda es que habrás triunfado. Al aumentar el individualismo se destruye la idea de lo colectivo y eso es así porque es lo colectivo lo único que es capaz de destruir el sistema. Por eso han invertido miles de millones en conseguir que la individualidad sea un constructo sentido y no la parte del todo.
También se observa el uso de la neolengua por parte de las élites del sistema para incidir directamente en la personalidad, el comportamiento y las creencias que constituyen la esencialidad de la conciencia humana. Si se trastoca el lenguaje y se simplifica, al igual que en la novela “1984”, se consigue trastocar el fondo mismo del espíritu humano. Las palabras crecen dentro de la inteligencia, viven en los sentimientos, dentro de las impresiones de la realidad que dibujan cómo creemos que es el mundo en el que vivimos y cambia también los mismos recuerdos y por lo tanto la historia. Todo depende del lenguaje, la percepción, el reconocimiento, la memoria, la capacidad de análisis, la comprensión de cuanto acontece, la misma empatía que profesamos a nuestros semejantes, en pocas palabras, lo que sientes, lo que piensas y lo que, en última instancia, haces. Y han conseguido meterse en el lenguaje. Pregúntense ustedes a qué viene ese lenguaje que utiliza el mundo Queer, a qué viene la simplificación del mismo en los medios de comunicación. ¿No son los emoticonos una reducción simbólica de nuestro vocabulario? ¿No son los planes de estudios cada vez más simples? ¿Qué vocabulario usan nuestros jóvenes? ¿Es que son más tontos que nosotros? NO, son cobayas que han sufrido en sus carnes aquello que estaba destinado a suceder. Una sociedad que no sabe hablar es más fácil de manipular. Tan simple como eso.
Y aquí viene la siguiente pata que utiliza el sistema para perpetuarse y negar la posibilidad de un cambio, los medios de comunicación.
Una vez que se ha conseguido el propósito de la deformación de las palabras conseguir elaborar falacias históricas es muy sencillo, conseguir censurar las pocas voces disidentes que queden es muy sencillo, basta con negarles salir en esos medios de comunicación como la TV, la radio o la prensa escrita. Y lo más rastrero y perjudicial que utilizan los mass media es el uso de técnicas para despertar en los espectadores las emociones más primarias que existen, el odio, el asco y el miedo.
Una vez que apelas a los sentimientos ya puedes decir lo que quieras que será muy sencillo penetrar en las ideas de la gente, buscar culpables donde no los hay, disuadir y señalar, no entrar jamás al fondo de un asunto dando un tiempo mínimo entre noticia y noticia para que cale tan solo la impresión que ha causado. Y una vez que la sociedad está dividida entre víctimas y victimarios, iluminados y descreídos, buenos y malos, el terreno del autoritarismo es cada vez más fértil porque estará abonado por millones de cerebros podridos. Luego tan solo queda la persecución judicial, el escarnio público, la censura, la corrección política, la demagogia ideológica, el nacionalismo ciego y entonces la libertad de pensamiento y expresión, el humor, la literatura y hasta el mismo derecho serán aniquilados en favor de la dictadura. Se empieza corrigiendo libros clásicos porque no casan con el pensamiento actual y se acaba quemándolos en una gran pira. Se empieza señalando culpables y enfrentando al último contra el penúltimo y se acaba con una policía del pensamiento. Se comienza coartando la libertad de reunión y manifestación y se acaba en campos de concentración y deportaciones masivas. Se empieza negando la biología y se acaba destruyendo a la ciencia, la cultura y el avance social. Estamos solos y necesitamos unirnos de nuevo. Mujeres y hombres del mundo únanse de una vez o nos disolverán como un azucarillo dentro de un mar embravecido.