Ese repugnante cóctel de llanto y chantaje (II)

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Por Pilar Aguilar Carrasco

Como ya dije, tanto los postmodernos de toda la vida (aunque su vida sea un suspiro: Podemos, Sumar y etc.), como los postmodernos recientemente sobrevenidos (PSOE) no cejan en su empeño de amedrentar y culpabilizar a las feministas. 

Como no están dispuestos a responsabilizarse de lo que han hecho y/o dejado de hacer, han decidido cargarnos el muerto por si acaso pierden las elecciones. Somos las perfectas víctimas propiciatorias.

Cierto, los “progresistas” -tendencia PSOE- ya aprendieron (sus años les costó) a mirarnos con cordialidad y a comportarse de manera compresiva y amable con las feministas. Pero, claro, sería excesivo pedirles que, además, se interesaran por el contenido de nuestro programa y se tomaran en serio nuestras reivindicaciones. Sí, eso ya es mucho pedir… Así, por ejemplo, nos cuentan que ellos, llenos de buena voluntad, quieren acudir a la manifestación del 8M, pero que se les quitan las ganas al constatar que hay dos. “¿Cómo queréis que os apoyemos si ni siquiera vosotras os ponéis de acuerdo?”, claman indignados, “¡Dos manifestaciones! ¿No sería mejor que organizarais solo una, numerosa y fuerte?”. Cuando les preguntas: “Una, pero ¿para reivindicar qué?”. Responden que nosotras sabremos, que esos son “nuestros asuntos de mujeres”. Y, añaden: “Si todas decís que sois feministas ¿querréis más o menos lo mismo, no? Os pasáis de intransigentes y rígidas” (las disidentes, claro). Me recuerdan a aquellos que, en la transición, ya aceptaban como buena la democracia, pero argumentaban muy compungidos: “¿Por qué tiene que haber tantos partidos? ¿No quieren todos el bien de España? Pues que se unan y seguro que juntos conseguirán más y mejores cosas para nuestro país”.

Y, aunque culpen a Podemos de lo “malo”, añaden que tampoco ha sido para tanto… Cierto, la Ley de Solo sí es sí tuvo un problemilla, que ya han arreglado. La Ley trans no será maravillosa y no niegan que alguno se aproveche, pero vaya, serán tres locos. O sea, tampoco es como para ponerse así de cerriles. 

Conclusión: no tienen ni idea de nuestros argumentos ni de nuestras reivindicaciones. Pero es inútil intentar ilustrarlos. Es que no les interesa entrar en los análisis ni en la agenda. 

Enseguida intentan acallarnos alegando que el PSOE hizo la ley contra la violencia hacia las mujeres y eso implica que ya, para siempre jamás y haga lo que haga, es un partido feminista. Y que, si lo dudamos, que miremos la cantidad de páginas que nos dedican en su programa. 

Cojo el programa. Compruebo que en él argumentan que la subida del salario mínimo interprofesional beneficia sobre todo a las mujeres que son estadísticamente las que menos cobran… ¡Ah! ¿Es que consideran un rasgo de feminismo no habernos dejado fuera de las medidas sociales generales? ¿se lo tenemos que agradecer? ¿No se les pasa por la cabeza que lo que realmente queremos es romper con la feminización de la pobreza y salir del batallón de cola de pobres entre los pobres?

Sigo leyendo el programa: compruebo que repiten el blablablá de hace cuatro años. Vuelven a condenar la violencia, por supuesto, pero se guardan muy mucho de mencionar el hecho de que durante esta legislatura han aumentado los casos de agresiones de todo tipo contra las mujeres y ha aumentado igualmente la permisividad social respecto a la misoginia. Es decir, evitan plantearse qué es lo que no ha funcionado y evitan cualquier amago de autocrítica. Repiten discurso vacuo, sin comprometerse a medidas concretas. Y, hala, a vivir del palabrerío otra legislatura más. 

En llegando a este punto, las feministas nos preguntamos: pero, a ver, si quieren nuestro voto ¿por qué no se molestan en escuchar nuestras demandas ni en atender nuestras reclamaciones? 

Pues porque confían en que funcione, una vez más, nuestra educación mujeril. Estamos en lo de siempre: no nos hacen ni caso, pero, si nos necesitan, nos lloran, nos amenazan o nos dicen que nos quieren (las tres variables funcionan). Y nosotras nos ablandamos y perdonamos. 

Saben que los hombres, si se cabrean, se cabrean, así es que conviene apaciguar y contentar su “masculinidad herida”. Pero, para amansarnos a nosotras bastan unas palabritas, unas promesas o unos chantajes… 

¿Recordáis aquella canción de El ramito de violetas? Pues así, pero cada cuatro años (y no olvidemos que la compuso una mujer, Cecilia).

Y nosotras, las feministas, críticas y lúcidas ¿qué hacemos? Pues las que tienen partido se duelen, reniegan, se cabrean, pero, a la hora de la verdad, ya sabemos lo que pasa.

Las que no tenemos partido (o tenemos un partido feminista) estamos indignadas y furiosas, pero, por ahora, somos incapaces de articular una respuesta común que pueda atemorizar a los defensores del orden patriarcal.

Duro es decirlo, pero digámoslo: por eso se ríen de nosotras, porque pueden. 

@pilaraguilarca

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