El 8 de junio de 1873, hace ahora ciento cincuenta años, nacía en Monóvar, provincia de Alicante José Martínez Ruiz, más conocido como Azorín. Según diría en su momento Gabriel Miró, es el responsable del renacimiento de la palabra literaria en España, es decir, un auténtico renovador en el contexto de la literatura patria.
Durante algún tiempo estuvo publicando una saga de novelas de carácter autobiográfico cuyo protagonista, Antonio Azorín, le proporcionaría su pseudónimo definitivo y con el que pasaría a la posteridad, «Azorín»: La voluntad (1902), Antonio Azorín. Pequeño libro en que se habla de la vida de este peregrino señor(1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904).
Azorín es también un escritor de prosa intimista, libre de hojarasca, muy atenta al detalle y parca en adjetivos calificativos, acabando deliberadamente con el «énfasis decimonónico» y abriendo el camino a la modernidad del estilo literario hispánico. Sus libros sobre reflexión paisajista y nacional son verdaderamente extraordinarios, como por ejemplo Los pueblos (Ensayos sobre la vida provinciana) (1905), La ruta de Don Quijote (1905) y Castilla (1912) donde describe lacónicamente esa metafísica de las llanadas mesetarias, España. Hombres y paisajes (1909). Hay que resaltar, igualmente, que Azorín, cuando contempla el paisaje proyecta sobre él su sensibilidad nostálgica, podríamos decir que es el gran nostálgico de las letras españolas y que además pertenece por derecho propio a la «Gran Generación del 98«.
En 1905, como periodista, realiza un viaje a Andalucía, en donde la situación socio-económica y política es muy tensa. En su crónica periodística titulada La Andalucía trágica se perciben aún las inquietudes sociales que mantuvo durante sus años de juventud:
Luego nos internamos en las calles de los barrios obreros. Y hemos penetrado en un patizuelo blanco, empedrado, en que resonaban nuestros pasos.
–¡Gente! – ha gritado don Luis-¡El médico!
Seis u ocho puertas se abren en todo el patio; levantamos la cortina qué pende ante una de ellas. Y en este punto, por todas las demás puertas han ido saliendo los moradores de la casa. Y yo he visto estos rostros fláccidos, exangües, distendido, negros de los labriegos. Y estas mozas escuálidas, encogidas en un rincón, como acobardadas, tal vez con una flor mustia entre el cabello crespo. Y estas viejecitas acartonadas, avellanadas; estas viejecitas andaluzas que no comen nada jamás, jamás ; estas viejecitas que juntan sus manos sarmentosas y suspiran [……..]. Y después, cuando hemos salido de esta casa, ya en la calle, el buen doctor se quita su sombrero, se pasa la mano por la frente, se la lleva después al pecho y da un hondo suspiro.
-Señor doctor-le digo yo-, esto es verdaderamente terrible.
-Amigo Azorín-me dice él, mirándome con sus anchos ojos entristecidos-, esto no puede ser».
Azorín muere en Madrid en 1967,evocando un paisaje de eternidad y con la creencia de que España es un país de modernidad abortada, de un progreso que nunca llega, agotado en los infinitos surcos de tierra de La Mancha y de una Castilla senil, lamentosa…..
Hoy en día, se hace necesario recuperar a literatos como Azorín, difundir su imaginario, valorar sus actitudes artísticas, únicas y muy particulares dentro del panorama literario de nuestro país. Vivir es ver volver………
«Vivir es ver volver» Azorín
Biografía – Azorín
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