Sobre Bildu, violencia y el lenguaje de la calle

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Desde que se consumó la derrota de la izquierda en las pasadas elecciones municipales y autonómicas he leído todo tipo de ideas y recetas sobre lo ocurrido, pero una de las conclusiones es evidente: la izquierda no conecta con el electorado. Sobre esta base he oído que se ha fallado en comunicar los problemas reales de la población. Yo mismo en mi último artículo hablé sobre cómo se estaba dando la campaña madrileña. Otros dicen que el mensaje no queremos Falcon, ni que se rompa España, ni que venga Bildu es lo que entiende la gente. Bueno, pues hablemos ese idioma.

Recordemos que el punto de partida de esta campaña desinformadora fue el hecho de que Bildu llevaba condenados de ETA en sus listas. Se usó esta expresión, deliberadamente vaga, para poder meter bajo ella desde los siete condenados por delitos de sangre que había en dichas candidaturas, hasta otros integrantes penados por delitos mucho más difusos, como escribir en tal o cual medio.

Bueno, pues al mismo tiempo, resulta que, sin haberse oído nada de todo esto en los grandes medios, los partidos de derechas presentaron a estos comicios candidatos como:

Carlos García Juliá, condenado como uno de los autores de la matanza de los abogados de Atocha de 1977. Era el cabeza de lista de Falange en Bilbao.

Luis Cuadrillero Martínez, condenado por maltrato a un menor de muy corta edad. Era el número 9 de la lista de Vox para el ayuntamiento de Valladolid. La sentencia consideró probado que tras discutir con una vecina suya con la que había tenido roces previos, en un acto muy propio de la valentía y hombría a las que siempre apela este partido, pegó una patada al cochecito del hijo de dicha vecina, lo que provocó el llanto del bebé, todo esto ante testigos. El hecho de que el menor no sufriera daños hizo que la condena fuera por maltrato leve. Blas de Lezo y los tercios de Flandes a los que con tanta frecuencia invoca su partido, sin duda, estarían orgullosos de él.

Carlos Flores Juberías, condenado por violencia de género. Era el cabeza de lista de Vox a la comunidad Valenciana y muy probablemente el PP lo haga vicepresidente de este gobierno autonómico. Entre la violencia psicológica habitual y las coacciones continuas a su exmujer que motivaron su condena han trascendido amenazas tan chuloputescas como: «Te voy a estar jodiendo toda la vida hasta que te mueras y acabe contigo, ladrona».

Ana González Martínez, número 3 de la lista de Vox en Parla, detenida en plena campaña por hasta cinco delitos relacionados con el narcotráfico. Hacia videos junto a Rocío Monasterio de lo malos que son los okupas que estaban trayendo narcotraficantes a la ciudad.

Además, cabe resaltar que el único diputado en el congreso condenado por un delito de violencia juzgado bajo ley antiterrorista no está en Eh Bildu ni en Unidas Podemos. Es Juan Carlos Segura Just, y sí, es de Vox. Se le condenó por atacar con piedras, botellas y cócteles Molotov la sede de UCD en Barcelona.

En cuanto al Partido Popular, que representa la derecha «buena y moderada», es el único partido condenado por la justicia, existen fotos de su líder confraternizando con narcos y, pese al encono que exhibe continuamente a los homenajes a asesinos, tiene como presidente de honor a Manuel Fraga, responsable de penas de muerte por delitos políticos. Sí aún aparece algún espabilado con que si los arrepentidos esto y lo otro, Fraga, no hace mucho tiempo, como suelen vendernos ⸺argumento, por cierto, falaz, dado que 45 años, tiempo que nos separa de la dictadura en el conjunto de la historia es casi como hace tres días⸺, sino hace menos de diez años ⸺esto es, menos tiempo del que hace del último asesinato de ETA⸺ dijo en una entrevista en El País, en la cual le preguntaron por la ejecución de Julián Grimau: «Le repito que si yo hice aquello fue porque lo consideré necesario para poder hacer otras cosas. Y, desde luego, Grimau no era un personaje precisamente simpático, ni mucho menos. Yo lamenté muchísimo aquello y que aquel hombre hubiera decidido venirse a España, pero no precisamente a colaborar en una transición pacífica sino a la lucha comunista, a todo lo que los comunistas habían hecho en España hasta el 36». A continuación, el periodista le preguntaba si estaba arrepentido, a lo que el presidente de honor del partido que encabeza la respuesta a los asesinos de Bildu respondió sin titubear: «No. Yo me arrepiento de muchas cosas, pero sólo se las cuento a mi confesor, y usted, evidentemente, no lo es».

Claro, si resulta que todo esto está normalizado y se acepta, el rechazo y la alarma que se nos ha vendido sobre Bildu son un poco absurdos. En ello, por supuesto, ha influido el aparato mediático. He podido comprobar que entre la gente que me rodeaba, la mayoría sólo habían oído hablar del caso de la concejala de Parla. El caso del asesino de la matanza de Atocha pasó por los medios sin pena ni gloria, y en cuanto al condenado por violencia de género no es que hayan silenciado su caso, es que lo han promocionado: ha aparecido en programas matinales, en concreto la tertulia de Ana Rosa Quintana, descrito en los subtítulos del mismo como «catedrático de derecho constitucional», sin que nadie mencione en ningún momento ni su candidatura ni su condena como maltratador.

Por último, incluso con todos los juegos malabares que se hacen para ilustrar que la única violencia condenable es la de ETA, no se puede ignorar que durante la campaña dirigentes del Partido Popular como Isabel Díaz Ayuso han llegado a encararse con víctimas de ETA como Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, que, en repetidas ocasiones, les pidieron que cesaran esa práctica de usarlos como arma arrojadiza contra otros partidos. Para acabar de rematarlo en la primera sesión en el parlamento vasco tras las elecciones del 28m, el Partido Popular se ha sumado a una iniciativa de Bildu y vertido palabras muy elogiosas a sus responsables. De modo que, ni siquiera asumiendo el dogma de que el terrorismo etarra es más repugnante y condenable que todos los demás crímenes, sale la derecha bien librada de este juego, pero esto tampoco se cuenta en los grandes medios de comunicación ni con la cuarta parte de vehemencia de la que se usó en campaña para descalificar a la izquierda.

Pero no todo es responsabilidad de los medios. El aparato mediático nunca ha estado, ni estará, de parte de la izquierda. El gran problema es otro. Recuerden que, al día siguiente de la campaña mediática contra las listas de Bildu, este partido anunció que los condenados por delitos de sangre no tomarían posesión, decían, para no añadir dolor. En la derecha, en cambio, la candidata de Parla fue apartada, pero Vox incrementó su presencia en el ayuntamiento. En Valladolid, la verdad es que no sé si el maltratador infantil llegó a ser apartado o no, pero también este partido incrementó su presencia. Cierto es que no llegó a 9 concejales, con lo cual tampoco hubiera entrado en el caso de que haya seguido en las listas. Falange no llegó a presentarse en Bilbao, pero no fue por nada relacionado con el asesino de Atocha sino por problemas de organización. El último caso es el más sangrante: Flores Juberías tiene muchas papeletas de ser el próximo vicepresidente de la Generalitat. Por supuesto sus exigencias incluyen eliminar cualquier programa de atención a mujeres o colectivos vulnerables. ¿Ven lo que quiero decir? La izquierda siempre acaba cediendo mientras la derecha se reafirma sin problemas y le va bien. Si se quiere llegar a alguna parte con un proyecto progresista hay que empezar por no ceder a las primeras de cambio. Usar datos como los recopilados en este artículo para defenderse de ciertas campañas tampoco estaría mal si este es el idioma que habla la gente que no tiene tiempo para informarse. Aunque habrá que asumir que el aparato mediático nunca nos lo pondrá fácil para transmitirlo.

P.D.: Solo unas horas antes de comenzar a escribir este artículo, este autor estuvo en la feria del libro de Madrid donde observo que una nutrida muchedumbre acudía a que les firmara libros un terrorista condenado y que, según varios testimonios, tenía delitos de sangre. Este terrorista, oficialmente «bueno» porque está «arrepentido», es hoy presentado por algunos como una fuente histórica irrefutable y un pozo de saber que merece todos los respetos. También se le ha visto con frecuencia en actos de Vox. Hablo de Pío Moa, sí.

Carlos Flores Juberías, el condenado por violencia de género que presenta Vox en Valencia, hablando como fuente experta en derecho constitucional en el programa de Ana Rosa Quintana. Obsérvese el subtítulo con el que le presentan. En ningún momento se nombró su afiliación política, que ya era conocida, ni su condición de condenado.

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