Mientras esperamos a Pedro Sánchez

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Creo que esta ocasión el asunto del que debe tratar mi artículo está muy claro. En un acto que puede calificarse como mínimo de sorprendente, el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez envió a través de las redes sociales una «carta a la ciudadanía» —así la tituló él mismo—, en la que declaraba que el ataque combinado de los poderes fácticos de la judicatura y la prensa contra su mujer le habían llevado a considerar la dimisión, y que se tomaba unos días para decidir si a partir del lunes seguía en su puesto o no.

No cabe duda de que varias organizaciones al servicio de la derecha, con vínculos mucho más claros con ella que algunos medios y asociaciones que fueron desarticulados por supuesta connivencia con el terrorismo, llevan tiempo intentando intervenir en la vida pública y coaccionando por varios medios, principalmente mediáticos y judiciales, a políticos con los que, aunque no nos identifiquemos demasiado ideológicamente, fueron elegidos en las urnas y, por tanto, habría que respetar su mandato. Así que no creo que nadie dude de mi compromiso en esta hora en concreto con el presidente del Gobierno.

Aclarado esto, y a riesgo de que cuando se publique esta columna lo que digo haya quedado completamente desfasado o desmentido por la realidad, les diré que no me trago en absoluto que esa denuncia tan surrealista sea la que lleve a nadie a considerar la dimisión. Pedro Sánchez ha demostrado ya varias veces que es un maestro del juego político y yo me inclino a pensar que seguirá en su puesto, —y espérense que no salga fortalecido con una nueva jugada de las suyas—, y que caso de dimitir, extremo en el que ahora mismo no creo, será porque tiene un cargo mejor en otra parte. Me reafirma en ello lo insólito de varios elementos del anuncio, empezando por la forma de comunicación, el lenguaje y frases utilizadas —que están recorriendo las redes sociales en forma de memes y bromas sobre su apariencia de ser la letra de un bolero o canción de amor— y los maximalismos utilizados en la misma, como la afirmación de que «este ataque no tiene precedentes», cuando creo que si buscamos la raíz de las campañas de desinformación y juicios falsos podemos remontarnos no ya a las anteriores operaciones contra organizaciones de izquierdas en España, ni a los golpes de estado de la CIA en Hispanoamérica, ni al affaire Dreyfus, es que dichas campañas han ocurrido desde el principio de la historia.

Por eso, siga o no el presidente en su puesto, quiero recordar unas cuantas cosas ocurridas en España ya durante el mandato del enamorado Pedrito:

—En primer lugar, el famoso bloqueo del CGPJ es sólo posible porque el PSOE se echó atrás cuando tenía mayoría con Unidas Podemos para haber llevado a cabo una reforma del sistema de mayorías que desbloquease la situación. El famoso control de la justicia por la derecha existe porque el PSOE decidió seguir de la mano del PP.

—En los medios ha ocurrido tres cuartas partes de lo mismo, no sólo por la inacción ante la palmaria compra de medios privados por la derecha, sino sobre todo por la entrega descarada de RTVE al PP cuando podían haberlo evitado. Que durante este paréntesis haya sido emitido por la 2 un reportaje propagandístico de Jiménez Losantos es una buena muestra de su inacción al respecto.

—Mientras todos estamos pendientes de la decisión del presidente enamorado, la Ley Mordaza sigue adelante y múltiples sindicalistas, activistas o simples ciudadanos que pasaban por ahí están sufriendo las consecuencias sin que en los medios tengan la más mínima repercusión. ¿Quién se acuerda ahora de Raquel Rodríguez, condenada a una multa de cinco mil euros por haber plantado cara a la represión policial de una huelga en Cádiz? ¿O de los sindicalistas de la CNT en Gijón que están afrontando una persecución judicial por la defensa de una trabajadora de una pastelería? La lista se haría interminable —pido perdón de antemano a muchas personas encausadas, perseguidas e incluso encarceladas del mismo modo, pero el espacio es limitado y no puedo nombrarlos a todos— y aunque estas personas u organizaciones no ocupen ningún cargo están sufriendo campañas igual de despiadadas que si lo hicieran y viendo su nombre manchado para siempre por la acción mediática. Son las principales víctimas del lawfare y el mediafare y no ocupan horas de atención mediática. En esta misma plataforma han aparecido artículos de gente que ha sufrido las denuncias de Manos Limpias o incluso ha visto a su familia marcada en ciertos medios para las represalias de la ultraderecha

—Seguimos esperando a que el gobierno más progresista de la historia mueva un dedo por el gerontocidio masivo en las residencias madrileñas. En los últimos días parece haber una guerra mediática y digital por ver si se logra que resuenen más los delitos cometidos —reconocidos por él mismo— del novio de la presidenta madrileña o los casos —fabricados— contra el presidente del gobierno. Mientras, una carnicería que ha costado miles de vidas parece haber sido olvidada. Sólo que Ayuso cayera por los tejemanejes de su pareja y no por este crimen premeditado, y fíjense lo lejos que estamos de este escenario, ya sería una burla a los familiares de las víctimas.

Por todo ello, sea quien sea el presidente a partir del lunes, si hubiera una izquierda de verdad en este país, todo esto no debe ser olvidado. Si, como han sugerido algunos, Sánchez plantea una cuestión de confianza, el voto en la misma sería una ocasión magnífica para exigir acciones concretas al respecto de estos asuntos. Si no, algunos seguiremos haciendo lo que podamos, por poco que sea, por cambiar todas esas situaciones. No nos equivocaremos, yo por lo menos, de enemigo ante el acoso de la ultraderecha, pero tampoco olvidaremos todo esto una vez superado este trago. Y dicho esto a seguir apoyando al presidente en esta hora.

Tweet del presidente del gobierno Pedro Sánchez, donde hacía pública su sonada «carta a la ciudadanía».

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