Lo que el feminismo te da, el feminismo te quita. Adiós, Unidas Podemos

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Pasé la jornada del 28M como vocal de una mesa electoral en mi pueblo y he de decir que la fiesta de la democracia me parece decepcionante y cara. Muy cara. El gasto en papel en el que se incurre me heló la sangre en las venas y 70€ por 16 horas de trabajo coquetea descaradamente la esclavitud. A lo mejor ha llegado el momento de darle una vuelta a proceso electoral de este país y empezar a ponerle ojitos a lo digital.

Lo bueno de esta experiencia agotadora, y disquisiciones al margen, es que me permitió seguir de cerca y casi al minuto (gracias a las incansables y eficientísimas mujeres representantes de la Junta Electoral Central) la debacle podemita.

Feminismo no vota traidores y las feministas, que años atrás elevábamos a UP a los altares de la política, convencidas de que eran una alternativa feminista (duele escribirlo) que iba a luchar por la consecución de derechos de la mujeres, garantizándolos, los hemos barrido fuera de la esfera política, desencantadas (aunque yo diría terriblemente encabronadas) por la traición de la que las mujeres y nuestros derechos hemos sido objeto, siendo ninguneadas por políticas misóginas y sexistas; políticas que, no olvidemos, han sido refrendadas por su socio de gobierno. Eximir de responsabilidades a PSOE sería no hacer honor a la verdad: Irene y sus secuaces diseñaron estas políticas y Pedro y los suyos han consentido que vean la luz.

Sin autocrítica alguna (Ione Belarra e Irene Montero no comparecieron públicamente anoche a la hora de enfrentar sus peores resultados electorales en la corta historia de su partido) la formación morada echa balones fuera, culpa a terceros o terceras -pero no a «terceres», claro-,  y elude su propia responsabilidad en este desplome, orquestado y espoleado desde el movimiento feminista que, poniendo negro sobre blanco y el grito en el cielo, ha evidenciado el sexismo, la misoginia y la homofobia de las supuestas políticas feministas de Montero y compañía. 

Esta políticas, defendidas por sus instigadoras al grito de “TERFAS, FACHAS, TRÁNSFOBAS” con un valor argumental nivel guardería, definitivamente les han pasado factura y les hacen esfumarse de la Asamblea y del Ayuntamiento de Madrid  (con un 4,79 en las autonómicas madrileñas y a una décima del 5% de los votos necesarios en las municipales) y de las Corts Valencianes, además de ser borrados (BO-RRA-DOS) de cinco de los seis gobiernos regionales en los que tenían presencia. No podemos olvidar que, afortunadamente, Ada Colau ha perdido el bastón de mando en Barcelona.  Zaragoza, Baleares, Sevilla o Cádiz son otro ejemplo del apocalípsis político de UP.

Hablar con la “e” y lanzar purpurina no ha funcionado: un mes de mayo les puso, un mes de mayo les BORRA.

Podemos, que han sido los máximos valedores  del “Infojobs político” (qué fácil se aprende lo malo, ¿verdad?) desaparece de la política por la puerta de atrás y abriendo la puerta grande a las derechas más reaccionarias. Eso sí, con sus puertas giratorias bien engrasadas y habiendo consumado, como ya dije, la mayor traición de la historia a las mujeres y al Movimiento Feminista y social. Nos va a costar años recuperarnos del destrozo podemita. El PP, por su parte, no ha tenido reparo alguno en exhibir un discurso abiertamente conservador que augura días complicados y oscuros en lo sanitario, social y educativo. Unidas Podemos se va (los echamos) pero con el futuro asegurado y dejándonos inmersas en un presente desolador e inquietante y con una visión muy poco esperanzadora de lo que va a ocurrir en las Elecciones Generales que, oh sorpresa, han sido adelantadas y se celebran en julio de este año. Sinceramente, no sé de qué rentas políticas piensa vivir este gobierno tan progresista, pero lo que si puedo afirmar es que a Podemos les quedan dos meses de vida parlamentaria.

¿Qué alternativas políticas nos quedan a las feministas? 

El Partido Feminista de España ha concurrido a las elecciones municipales y autonómicas de Madrid, a las elecciones municipales del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria) y a las elecciones municipales del Ayuntamiento de Arteixo (A Coruña) en la candidatura “Unidade Local” consiguiendo 2.074 votos en las municipales y 5.381 en la Comunidad de Madrid y ofreciendo una alternativa  de voto  feminista que junto con los votos nulos y en blanco (que se han duplicado) han sido punta de lanza y cara visible del malestar de las mujeres por las políticas supuestamente feministas del gobierno actual. No obstante, estaba convencida de que Lidia, Pino, Guadalupe y Francisca iban a obtener mayor numero de votos. 

Hacer feminismo en organizaciones que no tienen una tradición feminista es sumamente difícil; la participación política de las mujeres está muy alejada del objetivo de la paridad efectiva, ya que persisten factores estructurales que la impiden o limitan y las opciones políticas feministas podrían ser un punto de partida y/o un catalizador de ese cambio de paradigma tan necesario. Es muy importante que las feministas analicemos nuestro comportamiento electoral y establezcamos un debate crítico que nos permita crecer, que nos cuestionemos  y que confiemos en nosotras.

Los partidos políticos se disputan la bandera del feminismo enarbolando promesas con marcado carácter electoralista que, o no son feministas o caen en saco roto cuando llegan al poder y nuestro gobierno de coalición es un claro ejemplo de ello. Pero cuando aparecen alternativas feministas reales dudamos y no debería ser así. El Partido Feminista de España y Feministas al Congreso pueden y deben ser alternativas reales de voto por y para las mujeres, y solo depende de nosotras.

¿Crear partidos feministas o hacer feministas los partidos ya existentes? Parece que la disyuntiva sigue coleando y sin solución aparente. 

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