El Senado de Iowa aprobó, en una larga y polémica sesión del pasado martes, un proyecto ley que permitiría ampliar la normativa de trabajo infantil, de modo que los niños de 14 años podrían trabajar en turnos nocturnos de 6 horas, los de 15 años podrían hacer lo propio en líneas de montaje y los de 16 y 17 años servir alcohol en algunos establecimientos como restaurantes.
El proyecto de ley abre las puertas a que los jóvenes de entre 14 y 17 años realicen tareas remuneradas en industrias hasta la fecha prohibidas para menores, como construcción, cadenas de montaje o manejo de maquinaria cuyo uso implique riesgo. Asimismo, la nueva norma amplía el horario laboral permitido hasta 6 horas al día en lugar de las cuatro actuales.
Los promotores de la normativa argumentan que esta iniciativa aumentará las capacitaciones laborales de los jóvenes, dentro de la tradición norteamericana en la que los adolescentes se inician en el mundo laboral realizando trabajos de verano o simultáneos a sus estudios con la finalidad de costearse su educación o adquirir un vehículo. No obstante, es evidente que esta ampliación conlleva el riesgo de aumentar los accidentes laborales o exponer a personas carentes de experiencia a ambientes poco adecuados en un momento vital en el que son más frágiles.
El polémico proyecto no es aislado, sino que viene precedido de anuncios similares de otros Estados norteamericanos, en lo que se antoja una intención de normalizar el trabajo infantil en un momento en el que el país se ve dificultado para encontrar mano de obra, y en el que probablemente muchas familias de los sectores populares no encuentren otra manera (la normativa de Iowa prevé que los padres den su consentimiento) para sobrellevar la crisis actual. Los empresarios podrían, de este modo, tener acceso a la sobre-explotación de personas aún no maduras.
En febrero de este mismo año, en Minnesota, se propuso otro proyecto de ley para «flexibilizar» las posibilidades de contratación de las empresas constructoras, en cuanto a jóvenes de 16 y 17 años, llamado Ley de Oportunidades de Empleo en Oficios Juveniles Pagados.
En marzo, la gobernadora de Arkansas, Sarah Huckabee Sanders, firmó una ley que rebajaba los requisitos para verificar la edad de los trabajadores menores de 16 y que les permite acceder a empleos, denominada Youth Hiring Act of 2023.
En estos días, son relativamente frecuentes en redes sociales las noticias o anécdotas, compartidas por los grandes medios, que pretenden cubrir de una pátina de naturalidad la iniciación laboral en edades tempranas o, al contrario, su alargamiento hasta edades muy superiores a la de jubilación media en cualquier país desarrollado.
Las señales que advierten de la progresiva decadencia del anteriormente conocido como país de las oportunidades son cada vez más elocuentes. El otrora sueño americano se está transformando en una pesadilla en la que los responsables políticos miran hacia otro lado mientras su supremacía económica, sustentada en la dominación militar de otros pueblos, va dejando paso a un mundo abierto a un nuevo orden. Para aferrarse a los restos de ese naufragio, los intereses empresariales occidentales no aparentan cuestionarse los más elementales criterios morales, como es la explotación infantil, ya no solo en los territorios sometidos a su régimen sino en su propia nación.
