El patio trasero

0

«Estados Unidos no tiene amigos permanentes, solo intereses”.
John Quincy Adams, 6° presidente de EEUU
.

El país norteamericano suele exhibir a veces, una franqueza brutal que ayuda, de algún modo, a clarificar la cuestión en debate. En julio 2022 en el marco de la Concordia Annual Summit, la general norteamericana Laura Richardson, jefa del Comando Sur (SOUTHCOM) aseguró que las inversiones de China están “socavando la democracia” en Latinoamérica. En su posterior gira por América Latina declaró que había hablado con los embajadores estadounidenses en Argentina y Chile y con ejecutivos de las empresas Livent y Albemarle para discutir la exclusión de competidores de la región que viene a corroborar la idea de los planes anexionistas de EEUU para con América Latina basados en la Doctrina Monroe que se pueden rastrear a lo largo de la historia reciente.

Los Documentos de Santa Fe redactados por la CIA a partir de 1980, estaban inspirados frente al temor de la propagación marxista en la región y sirvieron como base operativa del fortalecimiento de la política de dominación estadounidense en América Latina.

En 1996, durante la II Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, realizada en Bariloche (Argentina), William Perry, el ex-jefe del Pentágono declaró: «La región es la fuente de recursos vitales para nuestra seguridad y bienestar, (en la medida en que América Latina) es el tercer mercado en importancia para nuestras exportaciones»

El documento Santa Fe IV: «Latinoamérica hoy«, editado por James P Lucier a finales de 2000 y destinado a orientar ideológicamente la política de EEUU hacia América Latina, significa lisa y llanamente un plan de anexión de América Latina y el Caribe. De acuerdo a ese plan de anexión se trazan las estrategias y se definen los enemigos.

Podemos leer en el documento:

«A continuación se plantean los principales elementos geoestratégicos que siguen siendo importantes para la seguridad nacional de Estados Unidos:

1. Control de los estrechos Atlánticos.

2. Uso del Canal de Panamá.

3. Una ruta sureña segura alrededor del Cabo de Hornos.

Todos estos están dentro del escenario estratégico naval.

4. Seguridad de que los países del hemisferio no son hostiles a nuestras preocupaciones de seguridad nacional. Además, que los recursos naturales del hemisferio estén disponibles para responder a nuestras prioridades nacionales. Una «doctrina Monroe», si quieren»

ALCA

En diciembre de 1994, durante la 1ª Cumbre de las Américas realizada en Miami, el gobierno estadounidense propuso a los 34 países del continente, con excepción de Cuba, establecer un Área de Libre Comercio (ALCA) a partir del 1º de enero del 2004, fue postergado un año por reticencias de Brasil y Venezuela.

Evidentemente, no era sólo un acuerdo de integración comercial, sino el punto de partida de una concepción global sobre el modelo socioeconómico, la soberanía y el rol de los estados nacionales. Se trataba de un proyecto que procuraba consolidar una zona de dominación en toda América, controlando áreas de inversión de capital, capturando las materias primas y explotando mano de obra a bajísimos salarios.

Alrededor de la discusión sobre el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), Robert Zoellick, secretario de Comercio de EEUU y principal negociador del ALCA, trató de endulzar los oídos de los pueblos latinoamericanos presentando el proyecto como: «una oportunidad histórica de ampliar el comercio, extender la prosperidad, difundir la democracia y profundizar la asociación hemisférica en medio de la competencia mundial»

Quizás algún crédulo lo creyó hasta que el Secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, puso las cosas en su sitio: «Nuestro objetivo con el ALCA es garantizar para las empresas norteamericanas el control de un territorio que se extiende desde el Ártico hasta la Antártida y el libre acceso -sin ninguna clase de obstáculos- de nuestros productos, servicios, tecnologías y capitales por todo el hemisferio» según recoge la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI) [1]

Según la idea norteamericana, el acuerdo tendería a garantizar el acceso a los mercados para los productos industriales y agrícolas a través de la eliminación de barreras arancelarias, inversiones, servicios, compras gubernamentales, defensa comercial (derechos antidumping y compensatorios), propiedad intelectual, políticas de competencia y establecimiento de un mecanismo regional para la solución de las controversias, un Tratado de Libre Comercio en toda regla.

Más claramente esto quería decir, que regiría en la región el derecho a la libre inversión, que le permitiría a una empresa multinacional demandar a los gobiernos que adopten políticas que reduzcan sus beneficios. O también la creación de tribunales comerciales reemplazando a los jueces y cortes nacionales, la desregulación y privatización de servicios y bienes públicos (educación, salud, energía), la prohibición de políticas estatales orientadas a favorecer el uso de bienes locales, la apertura de las compras y contrataciones estatales a todas las empresas del continente y la expansión del derecho de propiedad intelectual.

Desde la óptica del dominio imperial el ALCA se complementaba en México y América Central con el PPP (Plan Puebla Panamá) y en América del Sur con el plan IIRSA (Integración de la Infraestructura Regional Suramericana)

EEUU necesitaba acentuar el control de su «patio trasero» para incrementar las exportaciones hacia un mercado de 800 millones de personas, un producto bruto interno de 11.000 millones de dólares, para así reducir simultáneamente, el déficit de la balanza comercial que casi llegaba a medio billón de dólares, el déficit de su cuenta corriente que se calculaba en el 5% del PIB, y sus niveles de desempleo, dominar la energía y otros recursos estratégicos como los combustibles fósiles, minerales y agua, y hegemonizar la región con la ayuda de los préstamos del FMI en la región, para competir directamente con la UE y la presencia incipiente de China.

Si se compara la ubicación de las bases militares norteamericanas existentes y las propuestas por la administración Bush, zona de ejercicios militares, sus radios de acción, recorridos y posible zona de desplazamiento, presentados por la investigadora Ana Esther Ceceña y lo comparamos con los 12 Ejes de Integración de la IIRSA y los Corredores del PPP propuestos por el BID, la CAF y el Banco Mundial vemos como se yuxtaponen una realidad con la otra.

 En palabras de Adolfo Pérez Esquivel: «Forma parte de un proyecto de dominación que abarca además la «integración» de las fuerzas armadas de la región, […..,] el condicionamiento permanente del FMI, el Banco Mundial y demás «acreedores» de la deuda eterna»


[1] León, Osvaldo: «Movilización continental contra el ALCA» en ALAI-Amlatina, 24/1/2002.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.