No al revisionismo histórico

0

El 10 de febrero, jornada en la que se recuerda la firma de los Tratados de Paz de París, que pusieron fin a la segunda guerra mundial, ha sido transformado por el estado italiano en una jornada de conmemoración nacionalista.

Mientras Europa recuerda los Tratados de Paz, Italia utiliza de manera cada vez más agresiva y arbitraria esta jornada para conmemorar a las víctimas italianas en Istria y Dalmacia entre 1943-1945 y el éxodo de la población italiana de los territorios que pasaron bajo el control de la República Popular Federal de Yugoslavia, después de los tratados de Paris.

Contextualmente, ha sido construida la narración de la «masacre de las foibe», según la cual la resistencia partisana yugoslava habría orquestado una campaña de «limpieza étnica» contra la población italiana, comparada de manera del todo arbitraria y antihistórica a la de la cual fueron víctimas las poblaciones hebreas de toda Europa.

Es urgente y necesario defender la verdad histórica: la falsificación de la «masacre de las foibe», construida en la posguerra por los sectores neofascistas italianos y reconocida por el gobierno Berlusconi en 2004, con la complicidad del centro-izquierda, no se sustenta en la verdad histórica.

Los hechos acontecidos entre 1943 y 1945 han sido distorsionados para inventar una narración con matriz ultranacionalista, que presenta Italia como víctima de una injusticia histórica. Mientras se construye una política de italianización forzada, una verdadera guerra étnica que el fascismo italiano llevó adelante durante los años 20 y 30 en las regiones de Istria y Dalmacia, que habían sido durante siglos multiétnicas, se invierte la realidad, inventando la «limpieza étnica» de parte de los partisanos yugoslavos a daño de los italianos. Se niega el carácter político y social de la Resistencia partisana, que fue una guerra contra el fascismo y no una guerra étnica.

Se invierte la relación con el régimen fascista de las «víctimas» procesadas por los partisanos (alrededor de 700 documentadas), se asignan arbitrariamente a la resistencia yugoslava los muertos causados por delitos comunes de cuentas individuales en un contexto de guerra.
Se habla de una explosión de odio étnico injustificado, olvidando que la política de la Italia fascista, hecha de violencia, represión y deportación, fue resumida por Mussolini así: «ante una raza inferior y bárbara como la eslava no se debe seguir la política que da el azúcar, sino la del bastón. Las fronteras de Italia deben ser el Brennero, el Nevoso y las Dinariche: creo que se pueden sacrificar a 500.000 esclavos bárbaros y a 50.000 italianos».

De este modo, se empieza a utilizar, en esta construcción de un relato antihistórico, la palabra foibe (cavidad tipica de la región cársica utilizada para los deshechos y en tiempos de guerra para los caídos), para justificar la posterior mitología de la «limpieza étnica», sosteniendo que la praxis de los partisanos fuera tirar vivos a las foibe a miles de italianos inocentes.

La historia de los exiliados italianos, seguida hasta los años 50, como consecuencia del cambio de las fronteras entre Italia y Yugoslavia, ha sido arbitrariamente acercada a estos acontecimientos, sugiriendo la falsedad histórica de los italianos que huían para no morir en las foibe.

La misma idea de los italianos que eran expulsados de su tierra es pura invención, pues el gobierno yugoslavo intentó obstaculizar de todas las formas posibles la expatriación de la población italiana. Decenas de miles de italianos continuaron viviendo en Yugoslavia, más de un millar incluso emigró desde Italia.

Los números reales de los muertos han sido inflados por exponentes políticos, llegando a hablar incluso de millones de italianos exterminados, mientras mandan a callar a los historiadores, con la acusación infame de «negacionistas».

Hay que defender la verdad histórica, hay que defender y promover la memoria de la lucha partisana y del rol primario de los comunistas en la liberación del fascismo. Hay que denunciar las ambiciones del imperialismo, y del imperialismo italianos sobre los Balcanes también.

La narración sobre la masacre de las foibe sirve para justificar y legitimar las ambiciones imperialistas de la burguesía italiana en la región de los Balcanes y en el mar Adriático oriental.
Prueba de ello son las recientes declaraciones de la Meloni, que ha lanzado el lema «más Italia en los Balcanes», presentando a Italia como promotora de la integración de los Balcanes en la UE.

Por estas mismas ambiciones, en octubre de 2022, Italia ha asumido el mando de la misión OTAN KFOR en Kosovo.

En su versión más provocadora y agresiva, esta estrategia de la burguesía italiana se adentra en la abierta discusión sobre las fronteras existentes, con la reivindicación de los territorios perdidos por Italia con los Tratados de París, que es alma de la conmemoración del 10 de febrero.

El 10 de febrero de 2019 Antonio Tajani, actual Ministro de Exteriores y en ese momento presidente del Parlamento Europeo, en las celebraciones oficiales del 10 de febrero invocaba: «Viva Istria italiana, viva Dalmacia italiana».

Hay que denunciar el rol del nacionalismo de cada país, hoy como ayer, que demuestra la ideología más descarnada de los planes imperialistas del capital. Es urgente y necesario frenar la rehabilitación del fascismo y del anticomunismo, hay que defender la resistencia partisana.

La mitificación de la masacre de las foibe va relacionada con la rehabilitación del fascismo que está ocurriendo en toda Europa.

El ejemplo más evidente de esta tendencia es la película «Rojo Istria», realizada con dinero público y distribuida a nivel nacional en 2018, proyectada en las escuelas: por primera vez desde los tiempos del fascismo ha sido posible producir una película donde los fascistas italianos son representados como víctimas, los eslavos como un pueblo bruto, los nazistas alemanes son la ayuda que llega para parar la explosión de la violencia, los salvadores.

Esta enorme campaña de revisionismo histórico, que avasalla a las nuevas generaciones, va de la mano con el anticomunismo, que representa la intención de las clases dominantes de eliminar entre los explotados la misma idea de que es posible una perspectiva de cambio real, que es posible salir de la crisis capitalista en sentido comunista.

Hay que luchar para construir y afirmar la solidaridad entre los pueblos.

El nacionalismo es el refugio del capitalismo en crisis. Es la ideología que las clases burguesas utilizan y promueven para dividir a los pueblos y legitimar sus planes imperialistas.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.