La ETA que queremos

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¿Sorprendidos o asustados por este título? Buen punto de partida para lo que quiero contarles.

Imaginen la situación: un representante de un partido de izquierdas, o que debería ser de izquierdas, afirma que desea conseguir para España el GRAPO: Grandeza, Reverencias, Admiración, Potencia y Opulencia. No digamos ya si Bildu dijera que en el país vasco piensa aplicar la ETA: Esfuerzo, Trabajo y Abnegación. Son juegos de palabras muy malos, de los que el gran René Goscinny solía poner en sus comics como ridículos e irritantes, pero la reacción del aparato mediático no se hubiera limitado a mesarse las barbas al estilo de Ignogud. Todos lo sabemos, los periódicos abrirían con titulares a página completa del estilo «La izquierda se burla de las víctimas del terrorismo», «Bildu retoza en la sangre de los asesinados», etc. Las tertulias televisivas no hablarían de otro tema en semanas y llevarían a alguna víctima, si la encontraran, presumiblemente con vínculos con Vox o el Partido Popular, a despotricar de los autores del mencionado calambur en los platós. O quizá ni siquiera una víctima, algún periodista tipo Hermann Tertsch o Isabel San Sebastián, a explicar el rechazo visceral que esto produce y por qué el autor debería ser encausado y condenado a perpetua revisable. Incluso algún economista liberal, que a estos se les permite opinar de absolutamente todo, se metería en el asunto. Todos tendríamos claro que el autor del chascarrillo no sería sólo un bufón sin gracia, sino un canalla de la peor especie.

Bueno, pues la semana pasada algunas personas de mi entorno cercano ni se enteraron de que no un jefecillo Vox o de la trama ultra, sino el «moderado» de centroderecha Alberto Núñez Feijóo tuvo una ocurrencia muy similar: en un acto de presentación de los candidatos del partido popular en las próximas elecciones autonómicas y municipales, celebrado en Madrid el pasado domingo 22 de enero, el presidente del Partido Popular comentó: «Ayuso, Almeida y absoluta es la Triple A que estamos intentando conseguir en todas las comunidades autónomas».

Para quien no lo sepa —nótese que este supuesto es inconcebible si hablamos de ETA o el GRAPO, pregúntense por qué puede ser— la Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista) fue una organización parapolicial aparecida durante el tardofranquismo y la transición. Se inspiró y puso el nombre de la Triple A de Argentina, pero ese es otro asunto. Asesinó y persiguió a diversas personalidades vinculadas a la izquierda y al nacionalismo vasco entre 1975 y 1982. Principalmente en Euskadi, pero no solo. También fueron autores de la bomba enviada a la revista El Papus en Barcelona en 1977, por ejemplo. Gozaron de cierta tolerancia, cuando no colaboración, de las fuerzas policiales del momento, en el marco sobre todo de la «guerra sucia» contra ETA, pero si alguien pretende justificar a grupos parapoliciales tomándose la justicia por su mano, fueron autores de la muerte del conserje que abrió la mencionada carta bomba a El Papus, de embarazadas, de taxistas y de varias personas más a las que acusaban de pertenecer a organizaciones armadas vascas o izquierdistas. Un humorista gráfico del carisma y la importancia de Antonio Fraguas, Forges, fue amenazado por esta organización.

Dado que muchas de estas personas tienen la consideración de víctimas del terrorismo, lo que hizo Feijóo puede perfectamente ser entendido como un acto de humillación a las mismas. Pero no impota, se sabe que no quiso ofender, y aquí no ha pasado nada. Ni siquiera es noticiable si el autor es un político de derechas. No veremos a los familiares del conserje del Papus desfilar por las televisiones y fuera del mundo digital casi nadie se ha enterado.

En la interpretación más benévola de este chascarrillo, Feijóo no pasaría de ser una más de esas irritantes personas que se creen muy graciosas y resultan no serlo. Pero ha habido políticos que por nombrar si quiera de pasada chistes sobre las víctimas del terrorismo etarra han sido encausados varias veces y tema de portada de los medios durante meses, como el concejal Guillermo Zapata del que ya hablamos en otra ocasión. De Feijóo conozco personalmente gente que ni había oído ni leído la ocurrencia y que cuando la ha visto negaba su importancia.

Pero es que además, yo no creo que fuera un error inconsciente: ahora mismo Feijóo necesita atraer votantes del electorado ultra y se dedica a llenarles los oídos con declaraciones del tipo que comentamos. Claro, si en un partido supuestamente «moderado y respetable» cabe gente a la cuál le resulta atractivo que se ponga de ejemplo a una organización terrorista de extrema derecha uno pasa a preguntarse en qué se diferencian estos del otro partido que todos identifican claramente como extremista y peligroso. Desde luego parece preocupante que esta facción política pueda gobernar.

Esta semana, no obstante, sí que se habló de los discursos de odio o incitadores de violencia. En concreto, de lo que tenían miedo o indignación algunas personas y medios informativos esta semana era de la reacción de los alumnos de la Universidad Complutense contra el uso de sus facultades como escenario electoral de Ayuso. De cierta alumna número uno de su promoción que habló contra esta política supimos en cuestión de horas su historia familiar, su recorrido académico y nos han aclarado que su discurso es deplorable. Me pregunto cuando alguien se interesará mínimamente por los responsables de un partido que puede llegar a gobernar. Podrían tener relaciones con narcos y que no se hablara de ello, por ejemplo. O qué se yo, firmar protocolos de desatención sanitaria que provocan miles de muertos y muchos no se enteraría.

Arriba, autocaricatura del autor Carlos Giménez y sus palabras al final del cómic extraordinario que sacaron los autores que trabajaron o quisieron solidarizarse con el Papus. Abajo, el chiste de Forges por el que le amenazó la Triple A. Antes que Al Qaeda con Charlie Hebdo actuaron los héroes de Feijóo en España.

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