El misterio insondable del desempleo

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El día 28 de este mes se publicaron los datos de empleo correspondientes al segundo trimestre de 2022. Como siempre, las cifras que arrojó la encuesta de población activa dieron lugar a muchos comentarios en los medios. ¿O quizá no tanto? Aquí se plantea un misterio o patrón que este villano de Madrid se propone analizar en profundidad. Un misterio que sinceramente les aseguro que me resulta inalcanzable. Vamos a ello.

Más allá de interpretaciones, de especulaciones sobre las causas, de más o menos fe en los datos, estos son indudablemente positivos: hay menos de tres millones de parados por primera vez desde 2008, tenemos la cifra más alta de contratos indefinidos de la serie histórica, etc, etc. Podría pensarse que cualquier gobierno con estos datos sería prácticamente imbatible en una cita electoral. Pero la realidad es otra: según todas las encuestas electorales la tendencia a la pérdida de votos por parte del ejecutivo es marcadísima, y la oposición de derechas no hace más que subir.

Es un verdadero enigma para cualquiera que tenga un mínimo de memoria de la evolución política en nuestro país de los 90 a nuestros días. Les aseguro que no alcanzo a comprenderlo. Porque lo que recuerda este villano de Madrid era que el comodín de «crear empleo» hacia ganar, cuando era exhibido, cualquier discusión política a los gobiernos de derechas. El mantra de «los puestos de trabajo», «la creación de empleo» o la expresión equivalente que ustedes prefieran era invocado para todo, probablemente el segundo más utilizado por la derecha después del de equiparar cualquier cosa que no le gustara a ETA:

—Cuando durante el gobierno de Aznar se aprobó una ley de suelo salvaje y se congelaron los salarios, los responsables de su ejecutivo siempre respondían que el paro había bajado hasta una cifra récord.

—Después de meter a España en una guerra ilegal con mentiras, —eso sí, del lado de Estados Unidos, no de Rusia― Aznar y varios ministros suyos declaraban que esa guerra no era nada al lado de todo el empleo que habían creado.

—En el momento en que estalló la crisis de 2008, y se discutían los efectos del boom inmobiliario y la congelación durante años de los salarios, el Partido Popular siempre respondía que, al menos, durante su gobierno los españoles tenían trabajo.

—Al volver el Partido Popular al gobierno, después de aprobar aquellos terribles recortes que incluían, entre otras cosas, rebajas de las prestaciones por desempleo, las cuales hicieron famosa a Andrea Fabra, hija del cuasi decimonónico cacique de Castellón Carlos Fabra, por su grito de «que se jodan», dirigido precisamente a los desempleados, Rajoy y varios miembros de su equipo siempre respondían que un parado no quería prestaciones, que quería un empleo.

—A nivel autonómico, cuando Esperanza Aguirre quiso que se afincara en la comunidad de Madrid un señor de Las Vegas nada lejano al modelo de gánster que nos había dado a conocer el cine de Martin Scorsese, diciendo literalmente «cambiaremos las leyes que haga falta» por Eurovegas, el pelotazo de los gánsteres se nos vendía diciendo que daba mucho trabajo.

Personalmente, este Villano de Madrid recuerda cómo, sobre todo en los años de la crisis, cualquier proyecto urbanístico problemático o cualquier obra de dudosa legalidad era defendida a capa y espada no por gobiernos de la derecha, sino por gente de la calle, alegando que «eso dará muchos puestos de trabajo». Nadie se atrevía a replicar. Nadie osaba discutirlo o, en caso de hacerlo alguien, era respondido con otro automatismo infalible: «los rojos rabian porque baja el paro». Tener buenos datos de empleo era un jaque mate con los gobiernos de derechas.

Más aún: sorprendentemente, las cifras que hemos comentado al principio de este artículo son aprovechadas por la derecha. Tanto es así que gobiernos autonómicos como el de Ayuso se cuelgan ellos la medalla de la bajada del desempleo en sus comunidades. Todo esto después de que sus gurús económicos nos advirtieran en tono jeremíaco del apocalipsis de desempleo que suponía subir el sueldo mínimo o tocar mínimamente las leyes laborales, afirmaciones que han quedado en evidencia por las cifras. El mensaje siempre es que la derecha «da trabajo», lo cual le dispensa algún tipo de bula que sirve para lo que sea.

Una percepción muy discutible, ya que, aunque podemos debatir las causas, resulta que, por ejemplo, la cifra más baja de paro a la que he aludido varias veces, la de 2008, se da bajo el gobierno de Zapatero —sí, sí, el popular Zeta Paro que tanto nombran en los foros de internautas de derechas y en las reuniones cuñadiles de extremo centro—. Resulta también que la Andalucía de Juanma Moreno Bonilla, otro de esos dirigentes de derechas que ha sido reelegido sobre la propaganda de la «gestión responsable», en la última encuesta mensual aparecía como la única comunidad en todo el territorio nacional donde el desempleo subía. En la comunidad de Madrid de la superbrillante Ayuso, decíamos, si se compara con la situación anterior a la pandemia, el desempleo ha subido en un 1,9%, mientras en el resto de España ha disminuido en un 9,4% —datos del economista y ex parlamentario vasco Julen Bollain—.

¿Que el IPC desbocado hace que los sueldos derivados de ese empleo no rindan tanto como deberían? Bueno, ya hemos comentado que durante el gobierno de Aznar los sueldos se congelaron durante bastante tiempo y, además, en dicho periodo la deuda de las familias españolas comenzaba a subir de modo exponencial. Este villano de Madrid recuerda perfectamente haber escuchado al presidente del mostacho decir en el Congreso que los españoles se beneficiaban de unos créditos y unas hipotecas como nunca antes habían tenido. El final ineludible de cualquier discusión al respecto era que «al menos hay trabajo» y eso era definitivo.

A estas alturas creo que ya ha quedado lo suficientemente claro lo que quiero decir: resulta que con años jugando bajo las normas del comodín del empleo, a este gobierno, por lo que sea, pese a tener los mejores datos al respecto en mucho tiempo, eso no le sirve. La sensación es de hecatombe, fin de ciclo, catástrofe inminente o como quieran llamarlo. Hecho difícilmente comprensible para cualquiera que haya vivido en este país en el tiempo que les he descrito.

Curiosamente, salvando todas las distancias, también al hablar de historia del siglo XX, los países socialistas del este de Europa, donde no existía el desempleo, resulta que son recordados mayoritariamente como una suerte de infierno en la tierra. Pero cuando momentáneamente los datos sobre trabajo en los Estados Unidos son buenos, lo celebra todo occidente como un triunfo propio

¿A qué puede ser debido? Bueno, como les decía, Dios no ha dotado a este Villano de Madrid de capacidad para entender este misterio, pero quizás tenga algo que ver el hecho de que varios de los principales diarios nacionales ni comentaban la EPA en sus portadas, prefiriendo dar cancha a una nueva aventura judicial del juez García Castellón. Una vez más urge que la izquierda se organice y encuentre una forma de transmitir su mensaje. Si este gobierno socioliberal con algún leve giro socialdemócrata es tratado de esta manera por la prensa mayoritaria, imaginen que no se haría contra un gobierno de izquierdas real. Les dejo a modo de reflexión el gráfico de El Mundo sobre el tema que tratamos.

El gráfico con el que el diario El Mundo trata los datos de desempleo del trimestre. Lo que aparece en rojo no son desempleados, sino la población inactiva. Los desempleados aparecen en un tono casi indistinguible en la parte baja de la población activa. Cuando menos confuso y, en opinión del Villano, con clara intención de transmitir una visión diferente a la real.

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