El fascismo y nosotros

0

Algunos se sorprenderán cuando se enteren que el fascismo no es un fenómeno del pasado,  ni corresponde a otros escenarios o a una etapa superada de la historia.  Que más bien, está entre nosotros.

Constituye, ahora, la amenaza principal que se cierne no sólo contra el pueblo, sino incluso contra la incipiente democracia burguesa, que nunca atina a defenderse cuando se trata de los ataques que provienen contra ella desde la extrema derecha.

En lugar de luchar capitulan,  porque temen también el ascenso combativo de las masas populares.

Nadie definió mejor al fascismo que Jorge Dimitrov, un búlgaro que lo sintió en carne propia. Fue en agosto de 1935 cuando dijo: “el fascismo es una abierta dictadura terrorista de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero”. Este se ejerce sobre el engañoso manto de los intereses comunes del pueblo, y se ejerce mediante la ampliación máxima del aparato represivo de la burguesía con ayuda de las organizaciones fascistas y la subordinación de otras al servicio de esa dictadura.

El ascenso del fascismo al Poder, no constituye un simple cambio de un gobierno por otro, sino la sustitución de una forma estatal de dominación de la burguesía –la democracia formal- por otra forma de la misma: la dictadura terrorista abierta, que se ejercerá a partir de la imposición de los intereses del gran capital.

Un gobierno que administra una sociedad formal, no se convierte en fascista por el hecho que predominen en él concepciones represivas o autoritarias. Tampoco un gobierno represivo, es necesariamente un gobierno fascista. Se trata de un régimen cualitativamente distinto caracterizado por el terrorismo en alta escala, dirigido, en primer lugar, contra los trabajadores.

Al fascismo no se arriba en un país por la vía de una lenta y pacífica involución social. Se llega siempre a través de un Golpe- No necesariamente de un “Golpe de Estado”. Tampoco, indispensablemente, de un “Golpe Militar”.

Bien puede aludirse a un Golpe Político; es decir a una acción de fuerza que modifica el carácter del régimen imperante y produce un desplazamiento de clases en la cumbre del Poder.

Por eso, el fascismo nunca llega a través de “formas civilizadas” de confrontación, sino mediante la violencia que puede ejercerse incluso contra fuerzas del mismo espectro social.

Como se recuerda, el fascismo surgió en Europa después de la I Guerra Mundial, como respuesta de los Monopolios a la Revolución Rusa. Apareció primero,  en Polonia, con el régimen de Pilduski; y luego en Hungría, con el Almirante Horty y después en Bulgaria, con el general Tzhankov.

Posteriormente se afirmó en Italia, bajo la égida de Mussolini y finalmente se hizo fuerte en la Alemania de Hitler;  y llevó al mundo al el borde de su destrucción. La victoria de la URSS en la II Gran Guerra le asestó un golpe demoledor que lo condujo a la derrota.

Hubo quienes pensaron que luego de esa experiencia, el fascismo quedaría sepultado por siempre, pero no fue así. Hoy retorna bajo el manto protector del Imperialismo y con la misma base de apoyo: el capital financiero; para arrasar a los pueblos y a los Estados y apoderarse de sus riquezas.

En términos concretos, nos mira tras las siglas de la  OTAN, y se hace fuerte a partir de Ucrania, pero no se encierra en ese escenario geográfico. Se expresa a través de la vasta política expansionista del Imperialismo y asoma  en Irak, Libia,, Yemen y Palestina pero mira a  nuestro continente, pretendiendo ahogar por la fuerza a gobiernos que se alzan contra su política de dominación.

Lo acabamos de ver en el marco de la IX Cumbre de las Américas celebrada en Los Ángeles.

En nuestro país, el fascismo va tomando forma, y se expresa haciendo ostentación de violencia e impunidad. Funciona a partir de destacamentos operativos que realizan acciones contra personas, entidades o eventos sin que nadie se disponga a hacerles frente.

Y se expresa por  canales de TV, como Willax, y de una prensa francamente golpista que promueve la caída del gobierno, no para reemplazarlo con otro mejor, sino para imponer otra política y otro programa de acción, que responda  a los intereses del Gran Capital.

Tras sus monsergas pseudo democráticas, asoma  la cabeza del lobo. Y puede percibirse cómo periodistas de la TV, comentaristas de la prensa escrita o simples figurines de la política, son presentados como “expertos” en las más diversas materias; para hacer apología del odio y la mentira.

A la par, aparecen aberrantes personalidades que dicen representar a nuevos colectivos partidistas, encumbrados a través de fugaces presencias parlamentarias.

El anticomunismo, es siempre su bandera. Y a la sombra de una perorata trasnochada, ocultan un accionar orientado a proteger y amparar privilegios de grandes consorcios facilitándoles acuerdos económicos y financieros, liberándolos del pago de deudas tributarias y otorgándoles desmedidas facilidades de inversión y de recuperación de su capital.  Para ellos, las grandes empresas nacionales y extranjeros, son sinónimo de riqueza y progreso.

Bajo el pretexto de “defender la democracia”. Buscan acaparar el Poder. Someter a la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía de la Nación, el Poder Judicial, el Jurado Nacional de Elecciones, la ONPE y hasta el Tribunal Constitucional para manejarlo a su antojo. 

Se valen de una precaria “mayoría parlamentaria” mediante la cual están construyendo el Poder Fascista. Apuntan a los Ministros y al Presidente, y están dispuestos incluso a desaforar congresistas desafectos o ilegalizar partidos o movimientos acusando a unos de “terroristas”; y a otros, de “colaboradores con el terrorismo”.    

Como se ve, el fascismo camina entre nosotros

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.