Per tutta una vita

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«Mi madre era analfabeta y se planteó el problema de instruir a los hijos haciéndolo como el primer objetivo de su existencia, sacrificada por ese fin».

Militante por elección del Partito Comunista.

Su compromiso con los oprimidos es evidente: fue nombrado dirigente sindical por los campesinos en los años del movimiento por la ocupación de las tierras.

En ese movimiento, las protagonistas fueron las mujeres, siempre en primera fila, enfrentándose a las camionetas de la Celere di Scelba. Y mujeres y comunistas fueron entre las más valientes organizadoras de aquel movimiento.

La acción de Pío colocaba siempre al Partito en primera fila en la batalla por el desarrollo económico y social de Sicilia e implicaba a los grupos parlamentarios y al grupo dirigente nacional en las tareas necesarias para el desarrollo de las más altas formas de contraste del fenómeno mafioso.

Pio entiende, en los años 80, que es necesario volver a Sicilia y reforzar el trabajo del Partito para estar a la altura de la puesta en juego.

Su llegada a Sicilia en 1981, coincide con la decisión del gobierno Spadolini de instalar 112 misiles Cruise armados con ojivas nucleares en Comiso, en la costa sur de la isla.

La Torre entendió que la lucha a la mafia y la lucha para impedir la conversión del viejo aeropuerto militar en una base OTAN eran una cosa sola (la mafia adquiría los terrenos para revenderlos a decenas de veces más por encima de su valor y de este modo reforzaba su presencia y el control sobre los territorios de la Sicilia sud-oriental, más refractaria y menos permeable históricamente a la infiltración mafiosa, por la fuerza que había tenido siempre ahí el movimiento campesino, sindical, cooperativo y el Partito Comunista).

La otra grandísima intuición de Pío fue que los misiles que querían instalar en Comiso fueran en realidad dirigidos hacia el sur, hacia África y el Oriente Medio, y no solo hacia el bloque soviético, y que, por ende, la lucha contra los Euromisiles, debía ser la lucha para transformar el Mediterráneo en un mare di pace, con la conciencia de que los países que ahí se asomaban, fueran ligados por un destino común, de convivencia y cooperación entre norte y sur, de intercambio de idiomas, culturas, razas y religiones distintas.

Por esa batalla Pío la Torre y el PCI siciliano consiguieron movilizar a todas las fuerzas vivas de Sicilia.

En pocos meses se recogieron más de un millón de firmas contra la instalación de misiles en Comiso y se hicieron multitudinarias manifestaciones en toda la isla, en toda Italia y en diferentes países europeos.

Todo esto no podía ser tolerado no solo por la mafia, sino por todas las fuerzas antidemocráticas internas y externas al país, que habían prosperado en nombre del anticomunismo y de la contraposición entre el bloque occidental y el soviético, impidiendo a Italia de poder ser un estado plenamente soberano y verdaderamente democrático.

Pío la Torre tenía que ser eliminado.

Aquel maldito 30 de abril de 1982, dos motos de gran cilindrada se ponen al lado de la Fiat 132: dos motociclistas, con máscaras tapadas por los cascos, disparan decenas de golpes de kalashnikov.

Lo asesinan por toda una vida

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