El pasado 3 de marzo, solo ese día, la Unión Europea importó gas ruso por valor de 660 millones de euros.
Eso supone tres veces mas de lo gastado a principios de año, en pleno invierno y antes de la guerra y las sanciones.
Tanto es así, que Rusia ha vuelto a usar el gaseoducto Yamal-Europa, que pasa por Bielorrusia y que no operaba desde mediados de Enero. Aunque el flujo de gas desde dicho gaseoducto, que abastecía a Alemania, se ha visto detenido en la mañana de hoy.
De hecho, el tan aireado acuerdo para dejar a Rusia fuera del sistema de pagos internacional SWIFT, ha tenido la oportuna iniciativa de no afectar a dos entidades financieras rusas, la primera y tercera por tamaño del país. Sberbank y Gazprombank, que pertenece al gigante gasistico, y a través de las cuales la UE paga el gas a Rusia.
En términos globales, el gas ruso representa el 40% del gas importado por la Unión Europea en su conjunto. Y no solo es fundamental para Alemania, la dependencia de Gazprom es mayor en países como Finlandia (94%), Letonia (93%), Estonia (79%) y Bulgaria (77%). También en países de Europa central como Eslovaquia (70%), República Checa (66%) o Austria (64%).
Esta realidad económica choca con el discurso belicista y de épica impostada de los medios de comunicación occidentales. Al final los intereses económicos prevalecen. Como dijo el famoso estafador, «es el mercado, amigo». En fin, la hipocresía.