Xenofobia antirrusa en Europa

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Los inflamados discursos de la mayoría de dirigentes europeos contra Rusia están teniendo su eco en todas las instituciones del Estado y, por supuesto, también en la población.

Ayer, en sede parlamentaria, el propio Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, celebró que las medidas contra la participación de delegaciones rusas en eventos deportivos y artísticos, como la Champions, el Mundial de fútbol o Eurovisión suponían «un golpe al pueblo y la conciencia de Rusia».

Son muchas las voces que cuestionan la idoneidad de exaltar este tipo de sentimientos rusófobos, primero desde un plano moral y por el peligro que supone para la integridad física y la dignidad de los ciudadanos rusos, también para los migrantes de dicho país. Y, desde otro plano, porque si se aceptase la legitimidad de las pretensiones del bloque atlántico de aislar y acabar con Putin, un sentimiento de rusofobia en toda Europa no haría más que aumentar su popularidad frente a tantos enemigos.

Como se señala, los ejemplos de rusofobia están dándose a muchos niveles y a continuación vamos a señalar algunos de ellos:

Aunque quizá sea el más inocente de los ataques, constituye un hecho de rechazo hasta nominal. Algún usuario no tardó en comentar que pronto pasaría a llamarse «ensaladilla nacional», como en época franquista.

En el afán de eliminación de cualquier rastro ruso, medios como El Español han llegado a hacer planteamientos de este tipo:

Planteamientos que, como podemos ver, han llegado a materializarse incluso en conferencias universitarias.

Hace escasas horas conocíamos la noticia de que la Universidad Bicocca de Milán canceló un curso sobre Dostoyevski, por ser el escritor ruso. La universidad se excusaba con Paolo Nori, quien impartía el curso, diciendo que era un «momento de grave tensión» y que querían «evitar polémicas». Finalmente, y tras denunciarlo públicamente el profesor que impartía el curso, la universidad enmendó su decisión.

Otro ejemplo más lo hemos conocido esta misma mañana, esta vez dentro de las fronteras de nuestro país:

Evidentemente, si ni desde las propias instituciones son capaces de hacer distinciones entre las decisiones más o menos acertadas de un gobierno y quienes padecen o se benefician de esa situación, tampoco lo harán los ciudadanos de a pie, quienes ya se han empezado a contagiar de ese sentimiento xenófobo contra la población rusa.

Ya se han visto las primeras imágenes de ciudadanos rusos siendo atacados, incluso a través de sus medios de vida. Es el caso de una tienda rusa en Alemania, que ha amanecido así.



Desgraciadamente, actos como este recuerdan al antieslavismo pregonado por Hitler en su Mein Kampf, en la que hace referencia a la población eslava como «esclava» y se refiere a la población rusa como «las inferiores masas soviéticas». Es de esperar que los grupúsculos neonazis que campan a sus anchas por toda Europa aprovechen la coyuntura para perpetrar desgracias mayores.

También en Madrid se ha mostrado la virulencia rusófoba.

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