Los comicios en tierras castellanoleonesas lanzan una clara advertencia a las izquierdas: Urge autocrítica y una reflexión urgente. Tal y como prometieron las últimas encuestas, el Partido Popular gana las elecciones, aunque se queda lejos de la mayoría absoluta que marca la línea de los 41 diputados. Por ello, la derecha se ve obligada a mirar a VOX.
Con 31 escaños, la derecha sube dos diputados en esta cita, aunque es la extrema derecha la que se dispara hasta los trece. “Vox tiene el derecho y el deber de formar Gobierno en Castilla y León”, ha reclamado el líder ultra, Santiago Abascal, que deja claro lo que va a pasar.
El PSOE baja de los 35 a 28 procuradores, lo que abre la puerta de la dimisión a su secretario general. “Sé que no es la noche que todos esperabais ni el momento por el que llevábamos trabajando tanto tiempo. En las últimas semanas hubo unas expectativas de cambio que no se han producido… El PSOE, y yo como candidato, no hemos logrado el objetivo de ganar las elecciones ni de lograr la mayoría suficiente para propiciar un cambio” ha afirmado, Luis Tudanca.
Unidas Podemos, por su parte, se deja 39000 votos en una sangría que no cesa en cada encuentro electoral, a pesar de que en estas elecciones, Podemos se presentaba junto a Izquierda Unida y la Alianza Verde. Así, los morados se han quedado en un único representante, cuando hace tan sólo dos elecciones llegaban en solitario a los diez escaños. «Toca reflexionar en un contexto preocupante para Castilla y León, quizás el más negativo posible en el que Pablo Casado ha aupado la ultraderecha», ha afirmado el candidato Pablo Fernández, que ha reconocido los malos resultados.
Ciudadanos desaparece del mapa electoral con la caída más importante registrada por ninguna otra formación, mientras los buenos resultados de los partidos de la «España vaciada» (especialmente, Soria ya) advierten de una nueva tendencia a tener en cuenta.
