XX Cumbre del ALBA, 17 años en defensa de la paz

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La Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) celebró en La Habana este pasado día 14 su vigésima Cumbre en la que los principales mandatarios y representantes de los países miembros conmemoraron el XVII aniversario de la organización. En ella, los dignatarios fueron recibidos por el Presidente Díaz Canel en el Palacio de la Revolución, donde realizaron una evaluación de la situación del escenario regional y reflejaron en una declaración las medidas necesarias para garantizar la paz y la estabilidad ante las injerencias extranjeras en el contexto de la pandemia, como son las sanciones y bloqueos perpetrados por EEUU contra Cuba, Venezuela o Nicaragua.

Actualmente integrada por Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Mancomunidad de Dominica, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda y Santa Lucía, el ALBA cuenta entre sus principales éxitos el haber llegado a declarar a Venezuela, Bolivia y Nicaragua como territorios libres de analfabetismo, o la campaña Misión Milagro, que permitió acceder a atención quirúrgica a más de 6 millones de personas que padecían problemas oftalmológicos. En la pandemia, además, la Alianza Bolivariana ha desempeñado una labor fundamental ante la crisis humanitaria a través del desarrollo de un fondo para la adquisición de vacunas para afrontar la enfermedad.

Mientras en Europa hemos contemplado a los gobiernos endeudarse para poder acceder a los intereses de las grandes farmacéuticas, que se han lucrado ostensiblemente ante las necesidades imperiosas de los países e inflado sus bolsas de modo obsceno, un país miembro del ALBA como Cuba logró con sus propios medios y pese al bloqueo la creación de vacunas propias, que se ha propuesto compartir con los pueblos hermanos del sur, como es el caso de las 12 millones de dosis acordadas con Venezuela.

En su Declaración final de la Cumbre, los componentes de la Alianza manifiestan su compromiso de mantener su compromiso con el fortalecimiento de este mecanismo de concertación política, sustentado en el principio de la solidaridad.

Sin perder la perspectiva cardinal de la solidaridad y la justicia social, el ALBA reafirma su firme compromiso con la integración latinoamericana y caribeña, que les permita enfrentar unidos las pretensiones de dominación y hegemonía imperialista y las amenazas crecientes a la paz y la estabilidad regionales. En el documento se expresa de manera clara la necesidad de «un orden internacional transparente, democrático, justo y equitativo, basado en el multilateralismo, la observancia de los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional; que garantice la paz y la seguridad internacionales y el respeto al derecho de los pueblos a la libre determinación, la integridad territorial, la solución pacífica de controversias, la no injerencia en los asuntos internos y la soberanía de los Estados».

En el aspecto económico y político, la Declaración reivindica el derecho de todo Estado a construir su propio sistema social, libre de medidas coercitivas unilaterales, de amenazas a la soberanía de sus pueblos, los genocidas bloqueos financieros y presiones impuestos por EEUU, recrudecido de forma oportunista con ocasión de la pandemia y ocasionando indecibles sufrimientos de forma indiscriminada que impiden el pleno disfrute de los derechos humanos de toda su población, en especial a la vida y la salud.

Por destacar uno de los muchos e interesantes aspectos que señala el documento, se rechaza la criminalización de la migración irregular, de toda forma de racismo, discriminación racial, xenofobia, y se emplaza al resto de naciones del mundo a proteger los derechos humanos de las personas migrantes y a trabajar por erradicar las causas de la migración irregular.

La XX Cumbre del Alba contrasta de forma evidente con la Cumbre por la Democracia convocada por EEUU días antes, encuentro del que muchos países fueron excluidos y que es organizado por el Estado que más ha violado los derechos que dice defender, fuera de sus fronteras pero también dentro de ellas. Baste indicar el caso de la extradición de Julian Assange, cuyo crimen ha sido precisamente exponer de manera pública las pruebas que evidencian las «democráticas» intenciones de Estados Unidos. Frente a esa hipocresía, el ALBA es una esperanza antiimperialista de una América pacífica de pueblos libres y sin miedo .

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