La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, ha confirmado que Estados Unidos hará boicot a los Juegos Olímpicos de Invierno y a los Juegos Paralímpicos que tendrán lugar en Pekín el próximo mes de febrero. En rueda de prensa, la portavoz anunció que su país no enviará representantes diplomáticos ni embajadores oficiales a China, aunque sí participarán sus atletas para «no penalizar» a los deportistas que llevan años entrenando para este evento.
El anuncio de la realización de este boicot de tipo diplomático se produce según Washington como forma de protesta contra los abusos de los derechos humanos que supuestamente se producen en el país asiático. «Enviar representación diplomática u oficial de EEUU sería tratar estos juegos como si fueran normales -aseguró Psaki-, ante los atroces abusos de los derechos humanos y atrocidades de la República Popular China en Sinkiang». Esa medida no incluye, aseguró además, a los deportistas, quienes cuentan con todo el apoyo de la Administración Biden.
El anuncio de esta coacción no deja de ser un gesto de cara a la galería, puesto que el gobierno de China ya indicó hace días que no invitaría a los representantes políticos que hubieran amenazado con boicotear los Juegos Olímpicos, como es el caso los presidentes Biden y Johnson, quienes recientemente habían referido presiones de activistas y fuerzas políticas en cuanto a persecuciones a grupos étnicos musulmanes en Xinjiang, cuestión que China ha negado.
Por su parte, el portavoz chino, Zhao Lijian, manifestó que «unos Juegos Olímpicos no son el escenario para espectáculos políticos y manipulaciones». Según este portavoz, «politizar los deportes contradice el espíritu olímpico» y evidencia la actitud pretenciosa de EEUU ante el mundo, pues a nadie le importaba la presencia de estos diplomáticos en China ni tendrán la menor repercusión en el éxito de su celebración o en el resultado que obtengan los deportistas en el libre desarrollo de sus competiciones.
En efecto, la medida adoptada por EEUU sugiere más una nueva treta con la que politizar cualquier asunto que beneficie su intención de impedir el desarrollo de la superioridad de su mayor adversario geopolítico. Es de suponer que con ello trate de provocar una escalada de países de se sumen al boicot, pues probablemente veremos en breve al resto de países dependientes de EEUU adherirse a esta actitud. En cierta medida recuerda al boicot, más extenso puesto que incluyó en ese caso a los deportistas, del país norteamericano a los juegos de Moscú 80, en plena Guerra Fría.
La progresión de acusaciones mutuas entre ambos gigantes mundiales en lo que se refiere a los derechos humanos viene siendo una costumbre en los últimos tiempos (recordemos por ejemplo el informe de este año que actualizaba el listado de violaciones contra la vida humana perpetrada por USA publicado en abril), aunque desde nuestro de punto de vista occidental esta discusión sólo se sustenta gracias a la parcialidad de la inmensa mayoría de medios informativos. Basta con realizar una paciente búsqueda en otros medios no patrocinados por los intereses imperialistas de EEUU para encontrar que, en lo que se refiere a atrocidades contra la vida humana, la balanza se decanta claramente contra Estados Unidos.
En este aspecto y casi coincidiendo con esta noticia, la Universidad Renmin de China acaba de emitir un informe en el que se denuncia el impacto que producen las sanciones, bloqueos económicos e injerencias que EEUU sostiene a lo largo del mundo. Esta investigación concluye que el bloqueo a Cuba, que ya se alarga seis décadas, es el más infame de todos ellos, pese a que cuenta con hitos de la infamia universal como las injerencias a Venezuela o las acciones bélicas sufridas por Siria. El estudio universitario concluye que la Casa Blanca ha usado de manera sistemática la excusa de la violación de derechos humanos para tratar de sostener la hegemonía económica, mediante la artimaña de inmiscuirse en asuntos internos y socavar la soberanía democrática de los diversos pueblos del mundo que no siguen sus intereses.
