Grupos contrarrevolucionarios en Cuba convocan marcha ilegal el día 15 de noviembre con fines desestabilizadores bajo el nombre «Marcha cívica por el cambio».
El día 15 es el día fijado por las autoridades cubanas para la reapertura del turismo en la isla y, en consecuencia, para el inicio de la reactivación económica y normalización social. Un día nefasto para los que quieren capitalizar las dificultades materiales de la población en su provecho.
Una fecha en la que la totalidad de la población cubana ya habrá sido vacunada con al menos una dosis, mientras la ola de Covid remite de manera clara.
Por lo que no es casualidad que sea ese mismo día el elegido, quizá como último cartucho, para buscar el cuestionamiento de la Revolución mediante protestas sociales.
Así, se han convocado una serie de marchas contra el socialismo en las principales ciudades de Cuba, que han intentado legalizarse mediante escrito fundamentados en preceptos constitucionales y dirigido a la Oficina de Atención a la Ciudadanía.
Este escrito fue rechazado por fraude de ley, puesto que los derechos que reclamaba no podían usarse de pretexto para fines ilegales como subvertir el orden institucional. Y en consecuencia las marchas fueron declaradas ilegales, y así comunicado a sus convocantes.
Aun así, se ha desarrollado toda una campaña mediática y política internacional de apoyo a esas marchas, que se siguen difundiendo por las redes sociales, y secundadas por convocatorias de concentraciones en múltiples ciudades del mundo, convocadas por organizaciones de derecha y de cubanos disidentes.
También desde el gobierno de Estados Unidos se ha amenazado a Cuba con represalias si no permite el desarrollo de las marchas. En concreto, el principal asesor del presidente estadounidense Joe Biden para Latinoamérica, Juan González, advirtió que su Gobierno tiene la intención de «responder» si Cuba procesa a los convocantes. En lo que es un abierto acto de injerencia.
La mano norteamericana
Curiosamente varios de los convocantes en Cuba se han ido marchando estos días previos a Miami. Gesto que hace sospechar a las autoridades de la posible búsqueda de confrontación con las fuerzas del orden y de provocaciones violentas.
Y es que finalmente la mano norteamericana tras la convocatoria ha quedado al descubierto. El gobierno cubano ha sacado a la luz la participación de Yunior García Aguilera, principal cabecilla, en un seminario en Madrid sobre como promover las llamadas revoluciones de colores en 2019. Además de sus vínculos con las organizaciones mafiosas de Miami. No en vano, Ramón Saul Sánchez, con más de 90 atentados terroristas a sus espaldas, se declara su asesor.
Nuevo capítulo de la estrategia de las administraciones Trum-Biden contra Cuba. Aprovechar la crisis económico sanitaria del Covid para asfixiar a Cuba con el recrudecimiento, cada vez más criminal, del ilegal Bloqueo.
Y de esta manera, junto a una campaña mediática y cultural centrada en la juventud, capitalizar y dirigir el descontento y necesidades de la población, causadas por ellos mismos, contra la Revolución.
Estrategia que pierde su base material una vez superada la coyuntura de la pandemia. Por eso la fecha de la reapertura de fronteras y levantamiento de restricciones sociales ha sido señalada por la contrarrevolución como momento de todo o nada.
Buscan que si no se consigue la insurrección, al menos si se produzcan altercados que justifiquen el aumento de presión internacional y la desconfianza del turismo hacia Cuba. Prolongando así la crisis económica.
