No es racismo, es clasismo

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Cuando escribo este artículo han pasado casi dos semanas de que una concentración neonazi haya sido noticia en Madrid. El quince de febrero 300 neonazis llegados de toda España desfilaron por el madrileño cementerio de la Almudena en un homenaje a la División Azul. Durante el mismo, una chica bien parecida de 18 años llamada Isabel Medina adquirió cierta presencia en las redes y los medios por leer un manifiesto en el cuál afirmaba entre otras lindezas que «El enemigo siempre va a ser el mismo, aunque con distintas máscaras, el judío. (…) El judío es el culpable y la división azul luchó por ello». Las palabras de la intrépida Isabel provocaron las protestas de la embajada israelí, la rusa y la alemana. Además esta moza está disfrutando de unos cuantos días de fama y entrevistas en los medios. Porque de golpe algunos se enteraron de que en Madrid hay nazis.

Más allá del hecho en sí, yo invito a una reflexión: ¿cómo es que esta vez la reacción en contra es unánime si la extrema derecha lleva bastante tiempo campando a sus anchas por España? Tan a sus anchas que ahora mismo el tercer partido en el parlamento español es un refugio de nazis. Sí, para quien tenga ganas de engañarse a sí mismo, son los mismos que celebraban el homenaje del Cementerio de la Almudena: al menos dos de los asistentes fueron vistos el fin de semana previo celebrando el resultado de Vox en las elecciones catalanas. Por no hablar de sus europarlamentarios con nombre alemán vástagos de nazis. Más aún, su portavoz en el Congreso es descendiente de un diplomático del cual hay abundantes testimonios de su complacencia con el Tercer Reich. El mismo portavoz se ha hecho fotos con candidatos de su partido que acudían a actos de culto a la esvástica, el führer y semejantes.

Pero es que no iban dando muestras de racismo, dirá alguno. Miren, no, este partido ha crecido con discursos de señalamiento a colectivos, abanderando una supuesta Reconquista (para mi regocijo como medievalista por la cantidad de incongruencias y falsedades que soltaban) contra «los enemigos de la civilización cristiana y occidental» (ahí tienen las redes sociales y sus buscadores para verificar ambos asertos), criminalizando a los inmigrantes y a menores de edad que ellos llaman MENAS, etc. Y sí, sus votantes lo entendieron como mensaje de odio y persecución, les recuerdo que cuando obtuvieron su tercer puesto en las elecciones lo que gritaban lo que se agolpaban en la sede del partido de extrema derecha era: «A por ellos».

Se lo voy a decir claro: esta vez ha sido noticia porque el colectivo que han señalado son los judíos. En uno de esos giros de la historia que siempre me han parecido apasionantes, resulta que un lobby israelí es uno de los principales benefactores de la extrema derecha española. Varios cargos de Vox han pagado ya con su salida del partido el no poder disimular su talante racista respecto a la comunidad semita. Yo mismo tuve un altercado en Twitter con Xavier Colas, el corresponsal de El Mundo en Moscú sobre este particular.

El individuo se esforzaba por vender que estos nazis eran diferentes del Abascal que ha tenido tantas portadas y artículos laudatorios en su periódico, y a este respecto decía que el colectivo judío no había sido señalado por la extrema derecha española hasta ahora. Cosa fácil de desmentir, existen miles de fuentes al respecto que documentan la falsedad de esta afirmación.

Una vez más los poderes fácticos de Israel se entienden con los oligarcas del resto del mundo si es por sus negocios e intereses. Lo que intentan estos gerifaltes con su discurso identitario es sustentarse en montones de masas cretinizadas que diría Juan Manuel de Prada. Estos pobres bobos amparan y encumbran los partidos de estas élites por encontrar cabida en ellos para sus instintos más bajos, y sus líderes reciben la contrapartida de que estos infelices los mantienen con su apoyo en su cómoda posición. No debería sorprenderles, el propio ejército nazi tuvo integrantes judíos. Josef Hans Lazar, el jefe de la propaganda de Goebbels en la España franquista era, lo crean o no, un judío nazi. Y todos los partidos de extrema derecha exhiben siempre para quitarse el sambenito racista, machista, homófobo, etc., casi como mascota, algún negro, magrebí, homosexual, gitano o representante de cualquier minoría. Como ven, estos detalles exóticos de dichos partidos no tienen ningún reparo en señalar a la mayor parte del grupo del que formen parte, porque al final, lo que defienden es su negocio. Como el acomodado odontólogo negro que lidera a Vox en Cataluña. Mientras no se toque a quién pone el dinero, en este caso un lobby judío, no tendrá consecuencias señalar a ningún colectivo. A veces este juego lleva a espectáculos realmente delirantes, como la reacción de ira de los mostrencos de Vox cuando los cabecillas del partido montaron un paripé para venderse como benefactores del pueblo gitano.

Lo que quiero decirles es lo que nos advirtieron autores como Daniel Bernabé sobre los efectos de poner en el centro del debate la identidad y no la clase. Mientras miles de descerebrados gritan «A por ellos» pidiendo mano dura contra judíos, negros, gitanos, etc., las élites de todos los colectivos identitarios se reparten el pastel. Dando pábulo estos indeseables que despliegan sus prejuicios racistas lo que los favorecidos de todos los grupos pretenden es desmantelar la unidad de los no privilegiados.

Acabando este artículo puedo decirles que esta semana han quemado un asentamiento de trabajadores inmigrantes en Huelva sin que nadie reaccione, y que el día que escribo esto la simpática Isabel ha aparecido en otra concentración nazi que pretendía boicotear una manifestación por la sanidad pública. En esta última, por cierto, ha habido un detenido: un representante del sindicato CGT que se encaró con el grupo de los amigos de esta chica. Es decir, la han emprendido contra los más desarrapados y contra la salud de todos y han recibido la protección de las fuerzas policiales.

El enemigo que de verdad inquieta a los grupos de poder es uno, el socialismo. Y lo pueden ver en el mismo comunicado de condena del mencionado lobby judío. Está clarísimo quiénes les han señalado y apuntado, pero también a quién quieren culpar del hecho. Por esto pueden ver en el consejo de administración de las grandes empresas y partidos de derechas un negro, un judío un homosexual, pero jamás a un rojo. Que nunca les engañe la patraña identitaria.

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