Lo entendemos y no nos importa

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Cristina González y Marina Quintillán. Departamento de Liberación de la Mujer del CC del Partido Comunista de los Trabajadores de España.

Hace unos días Zuriñe Ojeda escribía el artículo Ni lo entendéis ni os importa, referido a nuestra campaña “O ellas o nosotras” de cara al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Un artículo que ni nos enfada, ni nos ofende, ni mucho menos nos preocupa… Mucho menos viniendo de quién viene: una militante de Podemos venida a menos que pasa sus ratos libres despotricando contra aquello que desconoce.

Quizás hay que volver a dejar claro que somos comunistas, con todas sus consecuencias, y que por ello nos dedicamos a analizar la realidad concreta de las mujeres trabajadoras en España desde la perspectiva del materialismo histórico y de la teoría marxista de la lucha de clases como motor de la historia. Por lo visto, esto es algo que se te escapa, Zuriñe, y te recordamos que es algo que se puede buscar en internet… ¡Lo tienes facilísimo!

Nuestra campaña, “O ellas o nosotras”, no intenta enfrentar a las mujeres, no intenta enfrentar a las mujeres de la burguesía con las mujeres trabajadoras porque… ¡sorpresa! …no hace ninguna falta: ya están enfrentadas. Solo hay que echar un vistazo a la realidad material (esa de la que algunas se abstraen) para darse cuenta que tal realidad es lo que enfrenta a ambas partes: a aquellos y aquellas que nos explotan, propietarios de los medios de producción, que se benefician y se enriquecen de y con nuestro trabajo, a costa de unas condiciones paupérrimas y con unos salarios de miseria, y la clase obrera, la mayoría, los más, la que todo lo produce, la que genera toda la riqueza, la que brinda todos los servicios, la que pone incluso su vida para que podamos tener unas condiciones de vida dignas (todo lo dignamente que se pueda vivir en el sistema capitalista). No hace falta que nos digáis que forman parte de ambas clases hombres y mujeres. Lo sabemos. Y es precisamente por ello por lo que sacamos esta campaña.

Dentro del sistema capitalista somos las trabajadoras las que sufrimos todo tipo de discriminación, todo tipo de opresión y todo tipo de violencia. Y eso no es debido a nuestro ADN, sino al rol que desempeñamos en las relaciones sociales de producción y de propiedad. Se asienta sobre unas bases materiales muy concretas.Ser mujer no exime a las explotadoras, a aquellas que están en el alto mando de las

potencias imperialistas, a las que dirigen el Fondo Monetario Internacional, a las infantas vacunadas (en una maniobra cínica y de profunda desfachatez en los Emiratos Árabes Unidos), a aquellas que legislan sobre el proxenetismo y la explotación sexual y reproductiva por contentar a sus amigos y amigas… Pero eso sí, todo esto, bajo un halo de inclusividad, feminismo y, sobre todo, mucho color morado.

Ni os pedimos ni os reclamamos, al movimiento feminista, que os ocupéis primero de la lucha de clases. Nunca lo hemos hecho, porque para eso estamos nosotras, las comunistas. Nosotras, junto a nuestros compañeros de clase, sí nos ocupamos primero de la lucha de clases cuando hablamos de la emancipación y liberación de la mujer, porque la reproducción de la fuerza de trabajo, como parte esencial del funcionamiento económico capitalista, es fundamental para entender la opresión de la mujer.

No desviamos nuestra mirada del sistema capitalista, que es el causante de toda la explotación, la opresión, la desigualdad, la discriminación y la violencia que se ejerce contra las mujeres: nos ofrece un papel subordinado y subsidiario en la producción, pero se deleita mandándonos hacer gratis las tareas reproductivas y de cuidados en nuestros hogares sin hablar en ningún momento de su socialización.

Tenemos claro, y lo volvemos a decir una vez más, que la opresión hunde sus raíces en la principal contradicción, en la contradicción capital-trabajo, y que esto solo se resuelve de una manera: colocar a la clase obrera en el poder en sentido revolucionario, sentando las bases para acabar con la ideología machista y patriarcal, acabar con la dictadura del capital. No hay más, pero tampoco hay menos.

A las mujeres comunistas y obreras, a las pioneras que lucharon codo con codo con sus compañeros de clase en la Gran Revolución Socialista de 1917, les debemos todo. Derechos que antes eran completamente impensables como el derecho al divorcio o al aborto, la abolición de la prostitución, la alfabetización en masa de las mujeres, la socialización de los trabajos de cuidados y reproductivos… ¿O eso también diréis que fue gracias a la unión de todas las mujeres sin importar su clase social?

Pero bueno, Zuriñe, sí te queremos reconocer que al capitalismo, y a los hombres y las mujeres que nos explotan, también les debemos muchísimas cosas. Como la privatización

del sistema público de salud, para seguir creando grandes monopolios que les generen más riqueza a costa de nuestras propias vidas; la inexistencia de la conciliación, por mucho que se llene la boca el gobierno de la socialdemocracia con ello; trabajar sin distancias de seguridad ni EPIs además de hacinadas en una crisis sanitaria sin precedentes en los últimos años; el fomento de la falacia de la “libertad de elección” para ser prostituidas o convertidas en vientres de alquiler…

Y sí, esto hay que decirlo. Porque el 8 de marzo no es el día de “todas las mujeres”, no es el día siquiera “de la mujer”, no es el día en que dejamos todo de lado y aplaudimos la conciliación de clases en nombre de lo que tú, y muchas otras más, vendéis como “clase sexual mujer”. No, el 8 de marzo es el día de las mujeres trabajadoras, el día de las mujeres de la clase obrera. De esas mujeres que dieron su vida en sus puestos de trabajo por organizarse y luchar para tener unas mejores condiciones, de esas mujeres que se organizaron en la Internacional de Mujeres Socialistas.

Sí, lo entendemos, Zuriñe, pero sinceramente, no nos importa. En absoluto. Es más, vamos a seguir defendiendo que ellas se sigan quedando fuera porque son nuestras enemigas de clase, porque las tuvimos, las tenemos y las tendremos en frente. Que os quede claro de una vez: no vamos a poner, bajo ningún concepto, en el mismo cajón, a la hija de Amancio Ortega, Marta Álvarez o Sol Daurella que a la mujer que nos cobra en el Carrefour, el Mercadona o en Zara. No vamos a ponerlas en el mismo nivel, y tampoco lo vamos a consentir.

Como ya hemos dicho, las primeras son nuestras enemigas, y lo decimos sin pudor. Las segundas somos nosotras, somos la clase obrera. Y no olvidéis que somos millones, que algún día seremos ejército.

No, Zuriñe, no estamos en el mismo barco, y tampoco lo hemos pretendido en ningún momento. Y repetiremos una y mil veces más si hace falta que solo hay una opción posible: elegir entre ellas, las explotadoras, o nosotras, las trabajadoras.

4 COMENTARIOS

  1. Reconforta leer artículos como este y ver que todavía existe ese feminismo de clase que ve a los hombres trabajadores como compañeros de lucha y no como enemigos.

  2. .
    ¡Estupendo texto, Cristina y Marina! Por su solidez es esencial para desmontar el fetiche de la unidad, con que siempre se nos apura a los trabajadores, cuya mayoría cree que siendo más somos más fuertes.
    Mentira. Uniéndonos a nuestros opresores son ellos los que se fortalecen y somos nosotros, nuestro puntos de vista, nuestros reclamos y nuestras banderas los que se debilitan.
    Muchas, muchísimas gracias, Cristina y Marina, y les prevengo que voy a dar mucho uso a sus luminosos argumentos.
    .

  3. Al fin mujeres que salen de ese circo mediático y analizan desde la objetividad la lucha de la mujer, lucha contra un sistema de privilegiados y también privilegiadas.
    Que raro que desde que se han llenado de proclamas «feministas» los medios de comunicación, las de «lucha de clases» han sido calladas y hasta tildadas de anacrónicas.
    Hasta parece digitado, mire Ud.

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