Muere Lawrence Ferlinghetti, el último superviviente de la generación Beat y fundador de la editorial The City Lights, así como de la librería del mismo nombre en San Francisco. Superviviente de todos los excesos de su generación y de la peculiar forma de contar el mundo Ferlinghetti se encaramó a la poesía junto a Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Gregory Corso, Gary Snyder y William S. Burroughs, entre otros. Aquellos jóvenes inconformistas exhalaron el humo de una marihuana que inundó el mundo y escribieron con una potencia expresiva que no buscaba sitio en los panteones de hombres ilustres, sino en los bares camuflados en sótanos oscuros y en las farmacias ilegales instaladas en garitos que no tenían puertas.
Estudió periodismo en la Universidad de Carolina del Norte entre 1937 y 1941. Completó su formación en Columbia y remató el título con un doctorado en la Universidad de la Sorbona. Los años en París fueron para Ferlinghetti los del primer desparrame y los de la fascinación por los libros como objetos sagrados gracias al librero George Whitman, propietario de Shakespeare & Company. Aquello era el comienzo de una escalada prodigiosa que activó todos los apetitos del joven periodista en París. Ferlinghetti tampoco faltó al desquicie de la II Guerra Mundial, donde llegó a oficial al mando de un batallón durante la invasión de Normandía. A partir de aquella experiencia supo que a la vida se venía a pasarlo bien.
La poesía y el periodismo fueron los dos motores con los que se impulsó. Los beat inauguraron la contracultura con las herramientas que les otorgó el desacuerdo con los viejos modales de una cultura heredada y pronto aprendieron el valor de decir no. Su diana fueron los valores estadounidenses clásicos; y su remedio, la apología de las drogas, los viajes lisérgicos, la defensa de una intensa libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental para poner en orden todos los desórdenes del espíritu. Atento a lo que estaba sucediendo, Ferlinghetti entendió que hacía falta una plataforma para canalizar la energía de una generación decidida a echarse a perder fundando una nueva literatura. Así puso en marcha, en 1952, la editorial The City Lights en San Francisco, ciudad en la que el movimiento instaló una suerte de nave nodriza emocional. En el sello de Ferlinghetti publicaron todos. Y arrancó con su primer libro de poemas, de 1955, “Pictures of the Gone World”. Pero su mayor audacia editorial fue publicar “Aullido”, de Ginsberg, que se convirtió en el golpe de autoridad de la poesía beat y que abrió contra Ferlinghetti un juicio por obscenidad. Era 1956. Decidió que la librería abriría todos los días de la semana y cerraría más allá de la medianoche. Su revolución empezó por ahí.