Otro árbol para intentar tapar el bosque

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Cristina González, Secretaria del Departamento de Mujer del CC del PCTE.

No son pocas las personas que recientemente están hablando de la denominada “Ley Trans” por la filtración meditada y preparada que se ha llevado a cabo. La propuesta, que por ahora no deja de ser eso, una propuesta, un proyecto, viene en sintonía con lo que ya intentó presentar Unidas Podemos en febrero del año 2018, que se basa en el concepto de “autodeterminación de género”.

Hay que señalar que es una propuesta que ha generado una fuerte división en sus propias filas. No han sabido medir, entre sus mismas bases, el grado de aceptación de la propuesta. Y no solo esto, sino que además de esta fragmentación en su partido, cuenta con la oposición de sectores del PSOE, su socio en el Gobierno central, y de grupos feministas. Si de lo que presumían era de una amplia aceptación de la propuesta de ley, en los últimos días se ha visto que no era así.

Vivimos en una época de profunda crisis capitalista, donde la pobreza no deja de crecer; donde las mujeres tenemos una tasa de paro del 18,3%, con más de dos millones doscientas mil mujeres desempleadas en nuestro país y con una subida en el paro femenino en el mes de enero de un 2,17%; con un gran colapso en nuestra sanidad pública, con miles de sanitarios y sanitarias extenuados por realizar largos turnos con unas condiciones pésimas y con decenas de miles de muertos en nuestro país por un virus que parece que no tiene fin.

Es en este contexto donde Unidas Podemos decide hacer público un proyecto con el que se quiere retirar el foco mediático de los efectos de la gravísima crisis hacia otras cuestiones enmarcadas en lo que podríamos llamar “nuevos derechos civiles”. Ante su asunción de las claves capitalistas de gestión de la crisis, ante su renuncia a la derogación de las reformas laborales, quieren cambiar el foco de atención hacia otras cuestiones, aunque siguen manteniendo su táctica comunicativa de confusión.

Porque, todo sea dicho, el debate no surge ahora, sino que viene desarrollándose desde hace meses. A lo largo de este tiempo hemos ido viendo cómo se generaban los argumentos de una y otra parte y cómo, desde Podemos y su entorno, se trataba de centrar la atención sólo sobre algunos aspectos de su propuesta, dejando de lado otros sumamente importantes. Las posturas han ido polarizándose tanto que ha llegado un punto en que prácticamente cualquier opinión, cualquier argumento, si no encaja con uno de los polos, es condenado y clasificado como enemigo.

La propuesta filtrada, y no estaría de más preguntarse por qué esta filtración en este momento, sitúa que la libre decisión de cada cual es suficiente para modificar el sexo reflejado en el registro civil o sexo registral. Si esa modificación no tuviese más efectos que los meramente declarativos, como el nombre, no habría seguramente mucho debate al respecto. Pero el quid de la cuestión radica en que ese cambio registral sí tiene efectos concretos, dado que hay toda una serie de normas que se aplican según el sexo de la persona que ahí se recoge.

La propuesta de ley, por tanto, parte de una equiparación voluntaria y confusa entre sexo y género, que no es exclusiva de Podemos sino que viene promoviéndose desde hace varios años, hasta el punto de que hay quien ya no considera que haya diferencias entre ambos términos. Sexo y género, sin referirse a lo mismo, venían vinculados, al considerarse el género una construcción social elaborada a partir de un hecho biológico concreto. Ciertos sectores feministas, a partir de un determinado momento, rompieron esa vinculación, para situar que no es el sexo el factor biológico que da soporte al género, sino al revés, al introducir conceptos como el de “género asignado”.

Así, el género, utilizado para legitimar una posición concreta de la mujer basada en la división sexual del trabajo, pasó de ser consecuencia a ser causa. Pasó de ser construcción social (atribuida por otros a partir de elementos objetivos) a ser construcción individual (autoatribuida en función de elementos subjetivos).

Si en la sociedad no hubiera roles atribuidos a los hombres y a las mujeres sobre la base de la división sexual del trabajo y de la explotación capitalista, a lo sumo estaríamos ante un debate filosófico interesante. Pero, en tanto que existen una serie de medidas legales destinadas a tratar de paliar la posición subordinada de las mujeres, el hecho de que se plantee que se puede ser mujer a todos los efectos solamente a partir de la decisión individual –y modificable– ha generado una reacción por parte de sectores feministas, que entienden que esas medidas pueden quedar sin efecto si cualquier persona, en cualquier momento, puede declararse mujer.

Por la otra parte, en cambio, se argumenta que estamos ante una cuestión de derechos humanos y de libertades individuales que, en caso de no protegerse, supondrían el agravamiento de la situación de discriminación de ciertos sectores de la población.

Ninguna de las principales posiciones enfrentadas parece asumir que lograr la igualdad plena en un sistema basado en la desigualdad es imposible.

Así las cosas, un debate en que los polos en conflicto son o dejar sin efecto las normas que pretenden paliar la subordinación de la mujer o los derechos humanos y las libertades individuales, y en el que los argumentos se llevan a veces a extremos ridículos, no puede resultar bien. Y es un debate sumamente complejo cuando se quiere intervenir en la polémica desde posiciones de clase. Por eso decimos que es un falso dilema, porque no es tan simple como parece.

Las normas que pretenden aliviar la subordinación de la mujer en el sistema capitalista, en cualquier país, parten de la consideración falaz de que las mujeres son un grupo social homogéneo, en el que no hay diferencias de clase. Por eso no nos extraña que Ana Patricia Botín se declare feminista.

Por otra parte, las medidas que propone Podemos van mucho más allá de corregir la discriminación contra las personas transexuales, porque abren la puerta –y serán la base en caso de aprobarse algunos aspectos de esta propuesta- a otras cosas como la legalización de los vientres de alquiler o a que el cambio de sexo registral se pueda realizar a cualquier edad, incluso por debajo de los 12 años.

Igualmente, hay que destacar todas las organizaciones en defensa de la legalización de la prostitución y el proxenetismo que están aplaudiendo que esta propuesta se pueda aprobar. Hay personas transexuales se dedican a la prostitución y son maltratadas, humilladas, violadas e, incluso, asesinadas, por puteros y proxenetas… ¿Cómo es posible que se escuden en estos grupos para decir que gran parte de la sociedad española está a favor de esta ley? ¿No estarán pretendiendo que, en un futuro, la prostitución sea legal para poder seguir, ya sin escrúpulos, explotando sexualmente a las personas más vulnerables?

Podríamos hablar largo y tendido sobre las raíces ideológicas de este debate. Sobre cómo el feminismo adoptó y promovió posiciones filosóficas idealistas que, haciendo hincapié en la hermenéutica, en el lenguaje y en el relativismo, conducían a un subjetivismo extremo. O cómo, a partir de ahí, tras el reciclaje de aquellas posiciones realizado en los laboratorios de ideas, principalmente de los EEUU, nuevas “olas feministas” han acabado cuestionando a las propias feministas. Pero eso ya tendrá que ser para otro artículo, porque sería muy extenso de abordar.

La propuesta de Podemos ha tenido la virtud de enfrentar gravemente a distintos sectores que sufren especialmente la explotación capitalista a partir de una confusión interesada de conceptos diversos, abre muchos interrogantes que nadie quiere aclarar y dará pie a la introducción de demandas que van mucho más allá del mero reconocimiento de la identidad que se dice defender. Ahora toca ver cómo pretende resolver el PSOE su contradicción entre lo que decía defender cuando estaba en la oposición y lo que defiende cuando está en el Gobierno.

Las mujeres trabajadoras, junto al resto de la clase obrera, debemos dar un paso al frente y poner sobre la mesa las prioridades que tenemos como trabajadoras y como mujeres: las altas cifras de desempleo, las dificultades en la conciliación laboral y familiar, la poca protección a la maternidad, la escandalosa cifra de denuncias de malos tratos, asesinatos machistas y violaciones.

La condición para terminar con toda discriminación es terminar con el capitalismo y la explotación. No es posible conseguir la igualdad en un sistema cuya misma base es la desigualdad.

2 COMENTARIOS

  1. Esta ley no abre la posibilidad futura de la regularización de los vientres de alquiler, es más, Podemos tiene una postura dura y crítica con respecto a lo que ni siquiera llama vientres de alquiler, sino que lo conceptualiza como «explotación reproductiva». Infórmese porque está en un documento que es público.

    Y digo que no abre posibilidad a los vientres de alquiler porque lo único que hace es incluir en la reproducción asistida a las personas trans con capacidad de gestar, es decir, que gestarían su propio hijo, como cualquier mujer que acude recurre a la reproducción asistida.

    Con respecto a todo lo demás, tiene usted toda la razón.

  2. EX militante de Podemos
    L
    Tener un niño o una niña no es un derecho fundamental que haya que tener a todo precio. Tener un niño o una niña es una posibilidad, no tenerlo no es una enfermedad o una tara. Cuando un hombre trans no sé qué que, guarda el útero femenino es una aberración que tenga un hijo o una hija, o se es mujer o se es un hombre, se asume su cambio de género . Mientras no se tenga pruebas científicas sobre las consecuencias en los niños no se juega con su salud mental . Mientras tanto la industria de reproducción se está forrando

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