Tras la marcha de Mario Centeno, son cada vez más las voces que señalan a Nadia Calviño como presidente del Eurogrupo. Según parece, voces de peso en su seno, como el vicecanciller alemán, Olaf Scholz, entienden que, en aras del reparto Norte-Sur, y con la intención de que los socialdemócratas conserven su peso en el organismo europeo, de los tres candidatos que se barajan, el luxemburgués Pierre Gramegna, el irlandés Paschal Donohoe y la española Nadia Calviño, sería esta última la que partiría con una seria ventaja.
El Eurogrupo es un órgano informal donde se coordinan y supervisan las políticas y estrategias económicas comunes que adoptan los Estados de la eurozona y, el simple hecho de que se baraje el nombre de la vicepresidenta Calviño, desmonta el discurso de la derecha española que afirma que el Gobierno democrático de coalición, que desde enero de 2020 dirige el país, está aislado en la Unión Europea y que sus políticas económicas y sociales están mal vistas por sus socios europeos.
Calviño no es una bisoña en los organismos europeos ya que, precisamente, forma parte del cuerpo de funcionarios de instituciones europeas. Durante más de una década ha ejercido responsabilidades en la Comisión Europea donde, desde 2006, ejerció las responsabilidades de directora general adjunta en la Dirección General de Competencia (DG COMP), de directora general adjunta en la Dirección General de Mercado Interior (DG MARKT), de directora general adjunta en el departamento de Servicios financieros y de directora general de Presupuestos.
