Terroristas y golpistas, hechos y opiniones

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Alguna vez me he referido ya en esta columna a la perversión de las palabras libertad, y sobre todo, opinión. Este último es uno de los conceptos que más se han retorcido por el nuevo liberalismo, el neoliberalismo, ese que vende que con cierta cantidad de dinero los abusos de poder, la explotación laboral, el alquiler hasta de úteros, etc, son derechos muy respetables. En concreto, con la opinión se nos ha vendido no ya que toda afirmación es respetable, que no admite réplica alguna y que replicarlas es «totalitarismo», es que directamente han pasado a confundirse hechos con opiniones. La última semana nos ha dejado un muestrario tremendo de esta actitud.

Dos de los twitteros más apreciados en la izquierda, los profesores rojos Julian Jimenez e iñaki Aiestarán, nos ilustran sonre las opiniones.

Por un lado, la diputada del Partido Popular Cayetana Álvarez de Toledo aseguró en el debate de la sesión de control al gobierno, que el padre de Pablo Iglesias era un terrorista. No lo dijo como opinión, lo dijo como hecho, vinculándolo a la actividad del FRAP, y a acciones armadas. ¿Fue el padre de Pablo Iglesias un terrorista? Es innegable que fue parte de un grupo catalogado como tal, pero no existe prueba alguna de su vinculación con la actividad violenta de dicho grupo. De hecho, el líder de Podemos ya ganó una demanda al ahora eurodiputado de Vox Hermann Tertsch, cuando este vinculó a Iglesias padre falsamente con el asesinato en 1973 del policía Jose Antonio Fernández Gutiérrez. Además existen no pruebas, pero sí indicios de que abandonó la banda al constituirse ésta formalmente. Francisco Javier Iglesias lo único que hizo más allá de toda duda fue repartir octavillas convocando a la manifestación del 1 de mayo de 1973. En este reportaje pueden encontrar la copia de la sentencia si quieren leerla.

Pero vamos más allá. Asumamos la OPINIÓN (no HECHO) que mostró la diputada popular, que el padre de Pablo Iglesias fue un terrorista. Participó en un grupo que tomó las armas contra una dictadura. La misma tesis bastaría para catalogar de terroristas a buena parte de su rama familiar francesa, que participó en la resistencia contra los nazis, que no fue precisamente pacífica. De todas formas, eliminaré de mi argumentario este supuesto, para no entrar en el difícil debate de cuándo es legítimo tomar las armas.

Y aquí sobre arrogarse derechos y tomar las armas entramos en el segundo supuesto de la semana sobre hechos y opiniones. En la comisión de reconstrucción del congreso Pablo Iglesias espetó a los diputados del partido fascista la afirmación de que querían dar un golpe de estado. Esto encendió a buena parte de la derecha estructural y mediática que de inmediato dieron pábulo al relato de que una acusación temeraria y falsa de Iglesias incendiaba el debate político. Pues miren, no era una OPINIÓN ni una acusación temeraria. Era un HECHO. Las llamadas de los diputados y responsables de redes de Vox a la formación de un Gobierno de unidad nacional, a que el Rey tome el mando de la situación de la mano del ejército, etc, han sido constantes en redes sociales y actos públicos. Aquí va una muestra.

El responsable de comunicación de Vox en la Rioja, la diputada Rocío de Meer y el eurodiputado Hermann Tertsch llaman en varios tweets a acabar con el gobierno electo.

Llamamientos a los que por cierto, se han sumado o han colaborado muchos medios de prensa generalista con su silencio, y políticos de otros grupos, incluida esa anciana delirante en que se convirtió Rosa Díez tras no lograr ser secretaria general del PSOE. Otra cosa, para quien tenga ganas de buscar subterfugios al golpismo, vean que en su tweet, Díez deja muy claro que no habla de elecciones ni de moción de censura cuando piensa en quitar al gobierno electo.

Y es que esta manía de buscar subterfugios en lenguajes, formas de expresión, etc, no es nueva. La derecha mediática la ha usado muy a menudo hablando del golpismo fascista en América Latina, por ejemplo. Vean el caso de Bolivia. Sin prueba ninguna de fraude electoral, más bien todo lo contrario, se nos ha vendido que el alzamiento de unos militares contra el presidente recién electo y la colocación en el poder en su lugar del partido más minoritario, pero cuya política coincide con los gustos de la oligarquía mundial no es un golpe de estado, sino una operación democrática. Alguna figura de izquierdas alzó la voz, como el entonces aún candidato a la nominación presidencial demócrata de los Estados Unidos, Bernie Sanders. Pero abundando en el problema que trato, observen la expresión: «En mi opinión si los militares intervienen se llama golpe de estado.» En su opinión. ¡Como si tal cosa admitiera varios puntos de vista!

Y la referencia a la estrategia global golpista en América Latina no es casual. Es también un HECHO comprobado y reconocido, no mi OPINIÓN, que en dicho subcontinente se ha usado muchas veces la estratagema de la lawfare (juego de palabras entre los términos anglosajones law, ley, y warfare, modo, táctica o estrategia de guerra) de la que otras veces les he hablado aquí. Ya saben, mediante una campaña de intoxicación ⸺en esta zona del mundo muchas veces financiada por la CIA como demuestran miles de documentos desclasificados y esto es un HECHO, no una OPINIÓN ⸺ se crea o exagera un escándalo o crisis política susceptible de ser judicializado. Así se logra seguro dañar la imagen del gobierno que se quiere derribar, y en último caso, como ocurrió recientemente con Lula en Brasil, un juez claramente prevaricador da por otros medios el golpe de estado.

Pues bien, esta semana hemos asistido a la apertura de un juicio contra el delegado del gobierno en Madrid por autorizar el 8M. La investigación la han llevado una jueza y un fiscal cuyas simpatías y trayectoria vinculadas a la extrema derecha son claramente conocidas y comprobables. Sobre un informe de un guardia civil de marcada trayectoria reaccionaria, repleto de inexactitudes, bulos ya desmentidos y confusiones de conceptos como puede verse aquí. Todo esto son HECHOS sobre los cuales yo monto mi OPINIÓN de que el propósito de tal sumario es muy evidente: de momento el intento es de golpe de estado blando tipo lawfare. Pero como se ha visto ya hay una estrategia encaminada a suavizar o esconder las intenciones declaradas de golpe duro. Ni siquiera pueden excusarse en una supuesta mala gestión de la pandemia que hemos sufrido para ello. Diputados de Vox como Jaime de Berenguer ( ex concejal del Ayuntamiento de Madrid por la UPyD de Rosa Díez, por cierto, Conde de Cifuentes y Grande de España, un hombre del pueblo como puede verse) desde el mismo momento de la formación de gobierno dejaron claro lo que pretendían. En mi OPINIÓN es hora de plantarse ante esto. Pero esta es mi OPINIÓN. Aquí tienen los HECHOS.

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