Poesía contra el Coronavirus

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Durante la cuarentena resulta más fácil recapacitar, parar y escuchar la voz interior, esa que todos llevamos dentro y que siempre nos cuesta escuchar. No se trata de una pausa en nuestra vida, en cierto modo no es más que un reencuentro. Claro que los poetas lo tenemos más fácil porque en cualquier situación construimos con lo inmaterial. Nuestro cemento son los recuerdos, los sentimientos, las sensaciones, y de ahí que construir con la tristeza, la alegría o el amor resulte en verdad, y literalmente, edificante.

No obstante los y las poetas solemos ser bastante oscuros, “en el oscuro subsuelo enterrados”, como decía Rafael Alberti. Ahora, en un giro inesperado de los acontecimientos, todas las personas del mundo estamos viviendo exactamente lo mismo. Es el mismo recogimiento, la misma insatisfacción, el mismo miedo al futuro, la misma tristeza por los difíciles acontecimientos que se suceden con horror. Por ello este es el momento preciso para que las y los poetas nos hagamos entender, pero sobre todo para devolverles algo, más o menos valioso, a aquellas personas que, en este preciso instante están salvando vidas, cuidando de los nuestros o investigando la mejor manera de salir de ésta. Y ese algo son nuestros versos, inmateriales, sensibles, entrañables, extensos, porque la solidaridad y la empatía no son sólo valores republicanos y democráticos sino que también tienen un valor artístico, estético y poético.

Me gustaría que realizasen ustedes un pequeño ejercicio. Pregúntense cuándo y por qué leemos o escribimos poesía. En algún momento de nuestra vida, los mas y los menos, se echan en brazos de Apolo por alguna razón. Un desengaño amoroso, un despertar de los sentidos, una pérdida, nos llevan a ver en la voluntariosa expresión de otros esa parte de desamor, rencor o dolor que alguien o algo nos ha causado y recurrimos a la poesía para encontrar consuelo. Unas pocas personas buscan, sin embargo, algo más. Buscan la respuesta a los misterios y arcanos del destino y a ese viaje asombroso que, en ocasiones, es nuestra vida. Para eso sirve la poesía.

No pretendo aquí desentrañar ningún misterio. No pretendo alabar la poesía para que ustedes la sigan. Pretendo, simplemente, decirles que es a tal punto normal e incluso necesario, en ciertas circunstancias, rendirse a ella. Y esas circunstancias están ahora más presentes que nunca.

Así que simplemente les digo que busquen a su poeta y disfruten descubriéndose.

Pero me gustaría, en cierto modo, descubrir cuál es el papel de la poesía en una sociedad tan pueril y egoísta como la nuestra. Porque si bien es de todos sabido que vivimos en una sociedad de consumo donde el YO habita todas las decisiones y motivos de nuestra existencia, resulta, sin embargo, extraño que el referente literario de la exaltación del yo esté, en efecto, recluido y se desenvuelva en sus representaciones algo así como en un pequeño grupo de elegidos. Si el mundo es el canto de yo, ¿por qué razón la poesía no tiene su lugar en este mundo? La respuesta es muy sencilla y a la vez muy compleja. Porque la poesía no se lleva bien con nuestro sistema de valores. Y cuando hablo de poesía me refiero a un cierto saber no objetivo, paradójico, una suerte de filosofía de lo subjetivo. Sin duda alguien puede objetar que en nuestra realidad cotidiana existen diversas manifestaciones de lo poético que, en cierto modo, han tenido su éxito. Poetas de toda índole inundan las redes sociales y son respondidos por cientos, e incluso miles de seguidores, pero, ¿son realmente poetas? ¿Responden a algo más que pura sensiblería? ¿Son conscientes de la necesidad imperiosa de escribir que arma el mundo del poeta?

En palabras de María Zambrano, la poesía es la construcción de una palabra que no es concepto porque es ella, esa palabra, la que hace concebir. Hemos de preguntarnos siempre que leamos poesía si, efectivamente, existe una relación entre lenguaje y mundo, entre lo real y lo creado, y si esa relación es simbiótica y gracias al lenguaje poético el poeta o la poeta es capaz o no de crear una realidad nueva que solo sea posible en el lenguaje pero que tenga que ver con lo real. Es ahí donde la poesía opera en una circunstancia tan especial como la nuestra. No es una poesía de unos pocos elegidos. Es una poesía de todas las personas que comparten una situación concreta. Así que si usted cree que a pesar de la ciencia, que hay que defender, existe un espacio para el misterio de dos almas, lea poesía. Si usted cree que puede encontrar consuelo en la palabra de otros, si cree, realmente, en la conciencia colectiva, lea poesía. Si usted cree que la cualidad humana más hermosa no es la competencia entre dos visiones de la realidad, si no la cooperación entre dos diferencias, lea poesía. Si usted piensa que la empatía podría, en verdad, construir un mundo mejor, entonces, usted es de los míos, usted es un verdadero amante de la poesía. Afine usted el oído, busque la singularidad que corrige el exceso de su alma y cúrese escuchando, sintiendo, leyendo poesía. Es, verdaderamente, un escudo contra la ira y el odio, en situaciones de desconsuelo y horror como la que estamos todos viviendo.

Les invito humildemente a escucharse en este poema:

ILUMINACIONES

Se bebió una botella de luz
Borrachera de estrellas bailando 
En la desesperación del encierro 
Se acordó de pasadas pesadillas 
Y supo que siempre salió indemne 
A pesar de los silencios 
Y las distancias
Y pensó en qué hacer cuando 
Toda esta locura no fuera 
Más que un recuerdo inevitable
Si volver a sus orígenes
De ataduras de miedo 
Si trabajar hasta que se cubra 
De canas la nostalgia 
Si descubrir la secreta esencia 
De las cosas escribiendo
Y llegó sin saberlo
A una conclusión
Tendremos que improvisar
Por primera vez en nuestras vidas 
Habremos de dejar atrás todos
Los peros
Coger de las tripas los porqués 
Rastrear las posibilidades 
Hasta la contradicción 
Y esperar que vaya a mejor
El sentido común de los hombres
Creer esta vez en la esperanza 
En que elijamos el mejor camino
Para todas
Que nuestros guías 
Se beban también 
Su botella de luz
Y que nadie
Absolutamente nadie
Se quede esta vez atrás.

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