El sacrificio que están haciendo los servidores públicos en la lucha contra el coronavirus está siendo extremo. Pese a que la propaganda neoliberal, durante décadas, ha señalado a los funcionarios como vagos, indolentes e improductivos, la actual crisis sanitaria está demostrando que todos esos manidos insultos de la derecha se basaban en prejuicios y en un desprecio clasista hacia trabajadores cuya vocación de servicio público se ha visto archidemostradísima durante esta pandemia.
Está siendo pasmoso el valor y la solidaridad que están demostrando los sanitarios en todos y cada uno de los rincones del Estado Español para conseguir atajar la epidemia, pero también está siendo mucho el esfuerzo que están haciendo tanto el Ejército como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado siendo, junto a los sanitarios, uno de los grupos profesionales con más contagiados.
Pese a la docena de fallecidos y los más de 14.000 enfermos, por la falta de medios protección suficientes, estos trabajadores continúan su labor de servicio público sin queja alguna demostrando, con sus hechos, la necesidad de un sector público potente y de desterrar prejuicios ideológicos que infravaloran la función de los trabajadores del Estado que, en ocasiones como esta pandemia del coronavirus, son no sólo necesarios sino también inspiradores para toda la población.
