Los ataques producidos en el Líbano en las últimas horas han intensificado su magnitud tras una nueva oleada sucedida esta tarde en diversos puntos del país. El modo en que se producen estos ataques es a través de la explosión controlada de artefactos de telecomunicación. Según informan medios, si en la anterior tanda fueron los artilugios conocidos como «beepers», son ahora walky-talkies y otros aparatos de comunicación los que estallan al unísono y repentinamente.
Según informa el periodista Pascual Serrano desde sus redes sociales, son 12 las personas que han fallecido a causa de esas explosiones, entre ellas dos niños, y unos 2.800 las personas heridas, unos 300 de ellos de gravedad. El origen de los dispositivos explosionados, según informes iniciales, señala la procedencia de países como Alemania, Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos.
EEUU ha intentado apartarse del atentado en Líbano, advirtiendo que no había sido avisado de ello por Israel. Sin embargo, expertos consideran que un ataque de este tipo, que adquiere dimensiones de crimen terrorista, requiere una capacidad sólo alcanzable por un imperio.
«La terrible masacre del Líbano -expresa por ejemplo el presidente de Cuba, Díaz Canel en su cuenta oficial- es evidencia de la impunidad del sionismo en la actualidad. El silencio de sus aliados es otra muestra de complicidad y cobardía».
Esta forma de ataque supone que las potenciales víctimas se produzcan de manera absolutamente aleatoria, dispersas en multitud de localizaciones y situaciones. Según comentó el ex analista de la CIA, Edward Snowden, quien atribuye el atentado a Israel: «Lo que Israel acaba de hacer es, por cualquier método, imprudente. Hicieron estallar a un sinnúmero de personas que conducían (es decir, coches fuera de control), estaban de compras (sus hijos estaban en el cochecito detrás de él en la cola de la caja), etcétera. No se puede distinguir del terrorismo».