Como cada año desde 1945 podrán verse símbolos del enemigo derrotado en Moscú, pero si hasta ahora eran de la Alemania nazi hoy se añaden además los modernos tanques Abrams que EEUU mandó a Ucrania, junto a otros vehículos blindados como los Leopards procedentes de países como Reino Unido, Francia o la propia Alemania, que se exponen al público en el moscovita Parque de la Victoria.
Se recordará así hoy el 79 aniversario del Día de la Victoria contra el fascismo, hito de la historia de la humanidad que es homenajeado anualmente por el pueblo ruso con la celebración de desfiles militares, especialmente en la Plaza Roja, que como cada año ha sido presidido por Vladimir Putin y al que han acudido representantes de diversas nacionalidades como el presidente de Bielorrusia Aleksandr Lukashenko, o el de Cuba, Miguel Díaz-Canel.
Un 9 de mayo de 1945 los poderosos ejércitos de la Alemania hitleriana claudicaban en Berlín, gracias sobre todo al inmenso sacrificio de los pueblos que integraban la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La industria de la narrativa propagandística trata en Occidente de tergiversar y reescribir la historia, presentando a los militares estadounidenses como los salvadores del mundo, despreciando la heroica contribución rusa, pues fue realmente el Ejército Rojo quien decantó la derrota del Tercer Reich.
Esta grosera y burda tergiversación alcanza este año niveles significativos, pues el imperialismo cerca a la ahora Federación Rusa y llama a filas a los Estados que somete para que añadan tropas a su combatiente proxy, Ucrania, en una escalada que recuerda a los peores momentos de la guerra fría.
Ayer mismo, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárov, se vio obligada a salir al paso de las declaraciones del ministro de Exteriores británico, David Cameron, quien expresó «el derecho de Ucrania a utilizar armas británicas para perpetrar ataques contra territorio ruso».
También ayer se conoció que la UE acuerda armar a Ucrania con los rendimientos de los activos rusos congelados por las sanciones, de manera que los rendimientos que producen los activos rusos congelados por las sanciones europeas (estimados en 3.000 millones de euros cada año) se emplearán en comprar más armas -aún- para Ucrania. Se añadirán a las decenas de miles de millones que ya los Estados miembros dedican, por precepto de la OTAN, de sus respectivos PIBs a la compra de armamento.
La situación de Ucrania, que ejerce de combatiente subrogado en lo que desde la UE se considera «el frente oriental», ejemplifica la extraña posición de la OTAN ante efemérides tan importantes como el Día de la Victoria, pues también en un día de mayo, el 2 pero de 2014, un golpe de Estado en Kiev desembocó en una matanza, cuando decenas de personas, en su mayoría rusoparlantes, fueron quemadas vivas en Odesa. Para ello, agentes diplomáticos norteamericanos como Victoria Nuland alentaron y patrocinaron sobre el terreno a organizaciones paramilitares, nostálgicas de personajes relacionados con la ideología nazi como Bandera.
Para los españoles este día adquiere también una enorme importancia. Nuestro Gobierno, sumiso y obediente a los intereses de la OTAN, nos está implicando en la guerra contra Rusia, bajo motivos que cualquier persona medianamente informada puede comprobar que son dudosos, y que además están llevando a la clase trabajadora europea a sus peores cotas de precariedad; no así a las grandes empresas relacionadas con las bolsas de la Alianza Atlántica, que muestran beneficios de récord.
No sólo eso, sino que además nos están involucrando directamente, a través de la venta de armas a Israel, como colaboradores del genocidio que se está prepetrando en Palestina, cuyos horrores están a la altura del Holocausto nazi.
El imperialismo se tambalea y en su caída pretende sostenerse de la única manera que sabe, mediante la violencia y la sinrazón. Ayer como hoy los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo debemos ser conscientes de la barbarie, antaño encarnada en el nazismo y hoy en el imperialismo.
El Día de la Victoria debe ser en Europa un recordatorio de la barbarie y la exigencia unánime de la Paz y la solución diplomática a los diversos conflictos que amenazan con revivir horrores pasados, tal como ya se está viendo sobre Palestina.
