Entrevista a Beatriz Izquierdo Pliego

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Por Nuria Coronado Sopeña

“Las mentes frágiles, que aún están por formar, no deberían nunca construir su deseo sexual sobre la base de un imaginario alimentado de escenas violentas”

Beatriz Izquierdo Pliego, licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Ciencias Criminológicas, Penales y Penitenciarias, se ha propuesto una misión. Su vida la ha volcado en visibilizar “con carácter absolutamente didáctico” la ciencia multidisciplinar que ella ha estudiado. “La Criminología aporta y tiene un papel fundamental en la sociedad. Hacemos falta en muchos sitios y, sin embargo, no se nos reclama en casi ninguno”, dice. 

Por ello, no ha podido escoger mejor a su alter ego en las redes sociales. Ella es @origendelmal en Instagram. Y es que no hay nada mejor que empezar por el principio de algo, en este caso de la conducta antisocial, para poder defender el bien mayor de nuestra sociedad como son nuestras y nuestros menores. “Cuando hablamos de niñas y de niños sólo encuentro un lado en el que posicionarme”, resalta. 

La criminóloga y jurista, tras comprobar que las mentes criminales tienen un punto en común: el consumo de pornografía sádico, decidió poner negro sobre blanco y escribir De los Reyes Magos al porno (Uno Editorial). “Este es un contenido muy agresivo que si se constituye en la educación sexual de nuestros menores nos hace tener un gravísimo problema”. Su libro lejos de ser “una clase de educación sexual” es “una llamada de atención de la amenaza real existente en las redes sociales para que las familias tomen conciencia y decidan la mejor manera de defenderse de todo ello en su hogar”. 

Y es que, si bien “todas las generaciones han tenido muchísimos peligros y en la década de los años 80 la gente se pinchaba heroína en los portales a la actual le ha tocado lidiar con el porno”. Por eso Izquierdo recalca que “cada familia tiene que encontrar la mejor forma de hablar de ello”, pero que la que mejor funciona “es la que se hace con cariño y responsabilidad. La solución pasa por hablar, y esa primera fase de pudor la tienen que superar los padres y las madres. Solo hablándolo podemos encontrar soluciones”.

Por eso Izquierdo insiste en que hablemos con nuestras hijas e hijos. “De la misma forma que nos preocupa su nutrición y no les damos determinados alimentos o cuando vamos a la playa llevamos protección solar para evitar que se quemen y prevenimos el melanoma. Esto es similar: hay que hablar y ayudarles. No podemos protegerlos de aquello que no conocemos. Hace falta una criminología educativa. Todo pasa por la educación. Que nuestros menores accedan a un contenido sexual muy violento nada bueno puede aportar a una sociedad. Así que hay que hablar con ellos. Nada malo puede salir de esa conversación. No podemos protegernos de aquello que no conocemos”.

Porque además si algo está claro es que pedófilos y pederastas están siempre donde están sus víctimas. “Y es donde pasan cada vez más tiempo: internet”. Dicha conferenciante también destaca cómo las familias “creen estar a salvo y más tranquilas” porque sus hijas e hijos no tienen ni móvil ni redes sociales. Nada más lejos de la realidad, “están captando a menores a través de los videojuegos online, muchas veces en el mismo salón de tu casa”

¿Dónde se quiebra la pieza del puzzle para que la sexualidad dé paso a la conducta criminal?

En Criminología, cuando hablamos de conducta criminal, nos referimos siempre a una pluralidad de causas que la determinan. El acceso de menores a un tipo de pornografía muy violenta, que simula conductas que están tipificadas en nuestro ordenamiento jurídico, en concreto, en el Código Penal (por ejemplo, violaciones), es preocupante.
Mentes frágiles, que aún están por formar, no deberían nunca construir su deseo sexual sobre la base de un imaginario que ha sido alimentado de escenas violentas. Estos menores, carentes de pensamiento crítico, podrían pensar que eso que están consumiendo, que es legal, gratis y de muy fácil acceso, puede constituir una relación sexual futura válida. Cuando la realidad es que poner en práctica esas escenas sería constitutivo de delito.

Hablas de la perfilación criminal, ¿cuál es el patrón que comparten los delincuentes sexuales?

Un error que se comete habitualmente es pensar que existe un patrón único. Cuando hablamos de agresores sexuales, existen muy distintos patrones conductuales.
Detrás de una agresión sexual hay un acto de dominación y poder, pero hay muchísimos tipos de agresiones sexuales y necesitamos medios para estudiar todos los perfiles si queremos encontrar soluciones.
Un grupo de jóvenes que actúa en «manada» en un ambiente lúdico y que, para mayor gravedad, graban los hechos «pornografiando» así la agresión, es un perfil de sujetos que, por ejemplo, no se parece al de un acechador con antecedentes penales por delitos contra la libertad sexual, que es capaz de entrar en el domicilio de una víctima y agredirla de una manera sádicamente salvaje con un objeto. Y éste es distinto de aquel sujeto que estima que puede hacer lo que le dé la gana con su pareja, cuándo y cómo quiera, porque lo considera un objeto de su propiedad. Y, a su vez, este perfil es distinto de aquel que busca una situación de prevalimiento para dar rienda suelta a su lívido, al encontrarse su víctima desvanecida. Y distintos serían estos perfiles anteriores de aquel que agrede a un menor de su entorno de la manera más vil posible.

¿A más exposición pornográfica mayor patrón criminal?

Ésta es una cuestión que lleva muchos años sobre la mesa. Existe una corriente que considera que, a mayor exposición a este tipo de contenidos, menor tasa de criminalidad sexual. Esta postura considera que tal consumo actuaría como una especie de dique de contención, permitiendo que se dé rienda suelta a todo tipo de fantasías sin necesidad de ponerlas en práctica.
Yo no puedo estar más en desacuerdo y, aunque hacen falta medios que permitan desarrollar estudios actuales sobre la correlación entre el consumo de pornografía violenta y las agresiones sexuales, lo que debe quedar claro es que no todas las mentes están preparadas para el mismo tipo de impacto. Y, especialmente, cuando de menores estamos hablando, ese impacto puede ser devastador.

La pornografía, además de escuela de violación, ¿es responsable directa de que resquebrajamiento de la indemnidad sexual?

La indemnidad sexual es el derecho de menores, y de personas especialmente vulnerables, a verse exentas o exentos de interferencias por parte de terceras que puedan afectar su normal desarrollo durante esos años importantísimos en que se están formando como personas para que, una vez que alcancen su desarrollo madurativo, puedan ejercer de manera plenamente libre su, ya sí, libertad sexual.
Es muy importante proteger esa intangibilidad que se está viendo dañada no sólo por el acceso a la pornografía, sino también a través de los depredadores sexuales que contactan con nuestras y nuestros menores online o a través de la hipersexualización de nuestra infancia.
Dejemos a las niñas y los niños ser menores.

Para evitar la erotización de la violencia sexual hablas de un truco para familias como darles “un susto”, creándose un perfil falso que demuestre los peligros de las redes sociales. ¿Funciona siempre?

No para evitar la erotización. Me refiero a los depredadores que acechan online a nuestras y nuestros menores, quienes muchas veces creen que a ellos no les pueden engañar. Y la verdad es que nos pueden engañar a cualquiera y a los y las menores mucho más. Lo que digo en el libro es que si crees que no están prevenidos y les demuestras lo fácil que puede ser suplantar una identidad, quizás escarmienten. Pero cada uno conoce a sus hijos y no tiene por qué funcionar, ya que podrían sentirse humillados y ser contraproducente.

 ¿Cómo ves el futuro cuando cada vez hay más acceso a las redes sociales que están contaminadas por la cultura de la violación y la cosificación?

Las redes no pueden ser un agujero negro en el que todo cabe al margen de la legislación vigente y es posible escapar a cualquier tipo de sanción amparándose en el anonimato. La libertad de expresión es un derecho fundamental que merece ser debidamente protegido, pero, como es sabido, no es ilimitado.

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