Grandes tiempos para los antimarxistas

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-¿Hay muchos fascistas en vuestro país?
-Hay muchos que no saben que lo son, aunque lo descubrirán cuando llegue el momento.
Ernest Hemingway. Por quién doblan las campanas.

Los detractores del marxismo están hoy de enhorabuena y viven un momento dorado de veto a los contenidos marxistas, en el que además pueden jugar a su juego favorito, el baile de las sillas, ante las inminentes Elecciones Europeas.

Que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces (y las que haga falta) con la misma piedra debe ser un refrán muy cierto, pues si alguna vez nos preguntamos cómo fue posible el Holocausto o cómo se llegó al horror de las guerras mundiales, hoy estamos viviendo una demostración a tiempo real.

La historia se repite dos veces, como tragedia y como farsa, dijo Marx. Los presidentes de las naciones del Mundo Libre (esto es, los gestores de los grandes intereses económicos occidentales) ya han decidido que debe haber otra guerra mundial. Anuncian la publicación de inmensos créditos de guerra, de cantidades astronómicas, e incluso proponen la creación de un ejército europeo que apoye al maltrecho ejército proxy ucraniano.

Aunque no es la primera vez, como nos advierten Marx y el refranero, resulta asombroso comprobar cómo se permite todo esto.

¿Cómo consienten nuestros políticos progresistas, nuestros referentes de la supuesta izquierda, los representantes de los grandes sindicatos, las y los voceros de todos esos movimientos tan transgresores de hoy, todos, que suceda esto?

Les sugiero una posible respuesta. Porque en el fondo no les preocupa. Están muy ocupados pegándose codazos por ocupar algún puesto en las listas de las europeas. 

Han podido leer hoy mismo en este medio (que de momento publica cosas así) que el Reino Unido sigue un plan llamado Prevent Duty que exige a docentes de colegios o universidades que denuncien a los sospechosos de «radicalizarse» en ideologías como el socialismo o el comunismo. Figúrense cómo debe ser el plan, que hasta Amnistía Internacional ha advertido de su perniciosa censura.

¿Y qué responden nuestros eminentes políticos, sindicalistas y activistas? Como muestra, un botón. El día de ayer, Mundo Obrero publica una entrada llamando a votar a una cierta lista (de las tres que hay, tres) para las primarias de IU a las Europeas. Y señala la entrada, en su subtítulo: «el mayor interesado en dejar fuera a esta lista es Israel».

¿Qué pasará, según la redacción del órgano de expresión del PCE, si gana alguna de las otras dos listas? ¿Quizás que participen en un Gobierno que apoye al imperialismo norteamericano en Ucrania y al sionismo en el genocidio de Palestina, aportando sus bases, apoyo institucional, apoyo logístico tanto en el «frente oriental» como en el Mar Rojo, el gasto público de miles de millones y cantidades ingentes de armamento? ¡Caramba!, pues esperemos que no ganen.

Créanme, no les preocupa. Se preguntarán entonces cómo pueden vivir tan tranquilos. ¿No les preocupa lo que advertía el famoso poema de Primero vinieron a por los comunistas…?

También tengo una posible respuesta. La cita que antes usé sobre la historia que se repite como tragedia y farsa, viene de uno de los estudios que Marx realizó sobre los movimientos revolucionarios de la Francia de su época, como la Comuna de París. De esos textos el lector puede extraer una serie de aprendizajes, entre los cuales se encuentra uno muy necesario, especialmente si se pertenece a la clase trabajadora: los burgueses serán capaces de traicionar a su propio pueblo e incluso a su propia madre con tal de retener sus pequeñitas parcelas de posesiones privadas.

Y esto hacen, no más, todos esos activistas y políticos de tan enormes egos. Si no les importa que revienten a bombas a miles de niños, imaginen lo que les importará que usted, lector, o yo, no podamos pagar el alquiler, que comamos macarrones y galletas maría o que pasemos frío por no poder pagar la factura de la luz. ¿Les va a importar que nos persigan por señalar al fascismo? ¡Les importa una mierda!

Mientras tengan su posibilidad de alcanzar un escaño en Bruselas, o les caiga alguna de las migajas, como ser asesor de uno de los elegidos, o una liberación sindical, o algún carguito, ¿qué más les da los demás? Les importa poco o nada, créanme.

Gracias por llegar hasta aquí y un saludo desde esta columna que publica en un medio cuyo lema, al parecer, es «tener el coraje de decir la verdad».

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