Por qué un plan de trabajo garantizado es mejor que una renta básica universal

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Rafael Carretero Moreno

Hay una idea muy aceptada entre los progresistas y es que la solución más directa y fácil a la pobreza, el desempleo, la desigualdad y la precariedad debe ser la provisión de una Renta Básica Universal (RBU).

La (RBU), tal como la define la Red Renta Básica, es un ingreso pagado por el estado a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente, incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta y sin importar con quien conviva. Debe quedar claro que todo el mundo cobraría la RBU. Después, ya se compensaría mediante la declaración de la renta. Los defensores de la RBU en España, proponen la financiación de ésta, vía IRPF.

La idea parece seductora y ha cogido fuerza, pero está basada en falsas premisas y errores macroeconómicos. Por ejemplo, la creencia generalizada de que los robots nos dejarán sin trabajo, que el pleno empleo es imposible, el desconocimiento de cómo opera un sistema monetario moderno fíat y de las herramientas de las que dispone un gobierno que emite su propia moneda.

Existe evidencia de que los países tecnológicamente más avanzados y automatizados son los que tienen tasas de paro más bajas.

Así mismo, autores como David Autor, una autoridad líder sobre automatización y empleo, y Michael Polanyi, afirman que este proceso de robotización es finito, porque hay tareas que dependen de nuestro conocimiento tácito, que limitan la substitución de los seres humanos por robots en el lugar de trabajo.

Además, el argumento de que la robotización dejará sin empleo a millones de personas y amenazará la supervivencia de los seres humanos, niega la capacidad que tiene el estado de legislar en favor del interés común, por ejemplo, existen límites de velocidad a vehículos que pueden alcanzar velocidades vertiginosas o la prohibición del trabajo infantil.

Finalmente, diversos estudios como el libro Thanatia: Límites materiales de la transición energética, demuestran que los minerales disponibles en el planeta Tierra son limitados y no son suficientes para llevar a cabo una transición energética plena, del mismo modo, también es físicamente imposible llevar adelante una robotización generalizada de la economía.

Otro punto que no se tiene en cuenta, es que los salarios hace décadas que no suben a la par con la productividad de los trabajadores, creando una brecha entre demanda y oferta y por tanto un aumento de la tasa de desempleo.

Así pues, la RBU parece ser una exigencia en tiempos de crisis, en situaciones de marcada decadencia social y fuertes políticas de austeridad. La paradoja es profunda, la RBU no parece ser la culminación de los numerosos logros sociales del pasado, sino la única alternativa a su desaparición.

Plan de Trabajo Garantizado (PTG).

El trabajo garantizado (TG) es una propuesta de política económica por la que un gobierno se compromete a ofrecer un trabajo a todo aquel que quiera trabajar, cobrando un salario digno (igual al SMI o ligeramente superior).

Su objetivo es conseguir tanto el pleno empleo como la estabilidad de precios. El término está relacionado con el concepto del Estado como empleador de última instancia, ya que estaría obligado a ofrecer, a los parados que lo pidieran, un puesto de trabajo en condiciones salariales y laborales dignas, independientemente de su formación, estatus laboral, raza, sexo, color o credo, teniendo en cuenta que el sector privado es incapaz o no le interesa crear suficientes puestos de trabajo.

El PTG se financia a nivel estatal y se administra a nivel local de manera descentralizada. La gestión la realizan las comunidades autónomas, municipios, cooperativas, etc., priorizando trabajos en cuidados de personas, de la comunidad y del medio ambiente.

Debe quedar muy claro que un PTG es voluntario y no aspira a sustituir ningún puesto de trabajo del sector privado o público, tampoco se trata de obligar a nadie a trabajar si se quiere cobrar el subsidio de desempleo.

Un gobierno con soberanía monetaria puede permitirse emplear todos los recursos reales del país que estén parados y por tanto lograr el pleno empleo.

El objetivo de este artículo es dar argumentos económicos y sociales a favor del PTG, demostrando que la RBU no es la solución más adecuada para solucionar los problemas medioambientales, de desempleo, pobreza y precariedad.

Razones a favor del Plan de Trabajo Garantizado en contraposición a la RBU

1-La RBU es inflacionista, el PTG no

La introducción de una RBU lo que haría es incrementar la demanda de bienes y servicios al mismo tiempo que la oferta quedaría igual o disminuiría, ya que algunos trabajadores abandonarían el lugar de trabajo, sobre todo si es penoso y mal pagado. Menos productos y más compradores provocarían que los vendedores se aprovecharían para subir precios.

Ante una pérdida de poder adquisitivo, los perceptores de la RBU exigirían un aumento de ésta, los trabajadores también querrían incrementos salariales para no salir perdedores.

Si no se les satisficiese la subida a los trabajadores, saldrían del mercado laboral para pasar a ser beneficiarios de la RBU, disminuyendo aún más la oferta de bienes y servicios, incrementando aún más la presión inflacionista (más demanda y menos oferta) y dificultando la financiación de la RBU vía IRPF.

Se llegaría a un punto de espiral precios-salarios, precariedad laboral, una RBU que no cumple sus promesas, inflación, insatisfacción y desengaño derivados de que la economía es más compleja de lo que creemos. Es el típico caso en economía de la falacia de composición, lo que es positivo a nivel individual pasa a ser negativo cuando se consigue a nivel colectivo.

Además, debemos tener en cuenta que el valor de una moneda viene determinado por lo que tienes que hacer para obtenerla. Tengo que trabajar una hora para obtener quince euros, por ejemplo. Bajo el supuesto de la RBU, la moneda se distribuiría universal e incondicionalmente sin nada a cambio, provocando que el valor de ésta cayese drásticamente.

El PTG no tiene este problema, ya que el aumento de demanda de los salarios cobrados del PTG, iría acompañado de un aumento de la oferta de bienes y servicios producidos por este programa.

Aunque la mayoría de bienes y servicios producidos por los trabajadores del PTG no son básicos para el consumo si no para la comunidad, estos trabajos mejoran y desarrollan infraestructuras básicas y de cuidados, como, suministro y canalización de agua potable, mantenimiento de carreteras, cuidado de mayores y niños, etc. que si ayudan a mejorar la capacidad productiva de la economía.

El diseño de los PTG con salarios iguales o un poco por encima al SMI, no distorsionan los precios del sector privado al alza.

2- La RBU acabaría sustituyendo todo el resto de prestaciones sociales

La RBU ha recibido el apoyo de economistas neoliberales durante mucho tiempo. Milton Friedman en su libro Capitalismo y Libertad, ya pedía en 1962 un impuesto negativo que sustituyera a todo el resto de prestaciones. Friedman consideraba que la causa de la pobreza era la excesiva intervención del estado en la economía. Por ello, él veía la RBU como medio para reducir el papel del gobierno al mínimo. Estamos ante un auténtico caballo de Troya que justifica la privatización de todos los servicios sociales; si ya percibes una renta básica universal, ¿qué te impide que vayas al mercado y te pagues tu sanidad, vivienda, educación, seguridad? Los finlandeses participaron en un programa piloto promovido por el gobierno conservador donde recibían 560 euros sin condiciones, pero a cambio tuvieron que renunciar a las prestaciones de desempleo, ayudas a la vivienda, etcétera. El Partido Liberal Canadiense en 2016 hacía una propuesta muy parecida, así como, Philippe Van Parijs, Charles Murray, El Instituto Cato, etc.

Aunque no todos los proponentes de la RBU están a favor de la sustitución de las prestaciones sociales por la RBU, ello no impide que este sistema sea peligroso para fortalecer esta dinámica, a diferencia de un PTG. También es cierto que la RBU es una propuesta que funciona bajo el sistema de mercado, convirtiendo a los ciudadanos en meras unidades de consumo.

3- La RBU no resuelve el problema del paro y la precariedad laboral, el PTG sí

La RBU no tiene ningún mecanismo que asegure el pleno empleo ni a corto ni a largo plazo. Allí donde se han llevado a cabo experimentos con la RBU, los perceptores cobraban una renta, pero eran incapaces de encontrar un puesto de trabajo, simplemente porque los puestos de trabajo no existían.

El PTG garantiza a quien quiera trabajar, un puesto de trabajo digno cobrando el SMI y produciendo bienes y servicios valiosos para la sociedad en sectores como: sanidad, medio ambiente, educación, dependencia, cuidado de personas, etcétera. No tiene sentido que mantengamos inactivas a personas que pueden y quieren trabajar mientras las necesidades de los ciudadanos no están cubiertas. La mayoría de los defensores de la RBU creen que el pleno empleo no es posible (aceptando el discurso neoliberal) y de alguna manera se rinden al menos cobrar una renta básica. La promoción de la RBU está basada en la falsedad de que un estado está limitado financieramente, cayendo en el engaño de la falsa analogía entre un estado i una familia o empresa.

Sin embargo, el paro es una decisión política, es, como muy bien dijo en Keynes, un fenómeno monetario. Randall Wray concluye que el paro es, de facto, la evidencia de que el déficit del gobierno es demasiado bajo.

Ahora bien, no debemos ser ingenuos, el pleno empleo beneficiaría a toda la población, pero una minoría perdería un porcentaje importante del poder y del control sobre la inversión y los trabajadores. Elementos que ya estudió Michal Kalecki en “Aspectos políticos del pleno empleo”.

Una alta tasa de paro no es una casualidad, no es un problema de formación o tecnológico, no es un hecho inevitable, es un objetivo oculto de algunos actores económicos, ya que sirve como medida “disciplinaria” de los trabajadores para evitar que pidan mejoras laborales y que ganen poder de negociación.

4- El PTG estabiliza el ciclo económico, la RBU no

Además de fijar el valor de la moneda y mejorar la estabilidad de precios, el PTG estabiliza el ciclo económico. Con el trabajo garantizado, el gasto público del gobierno fluctúa anti cíclicamente. En las recesiones, las empresas privadas despiden trabajadores, los cuales encontrarán trabajo en el plan de trabajo garantizado del sector público. El gasto del Gobierno automáticamente se incrementa, proveyendo el estímulo económico necesario. Por el contrario, cuando la economía mejora y el empleo del sector privado se expande, los trabajadores salen del PTG hacia el sector privado (para cobrar un salario superior al SMI), reduciendo el gasto del Gobierno.

Esto sirve como un potente estabilizador automático que asegura que el gasto del Gobierno estará siempre al nivel “correcto” para mantener el pleno empleo. El trabajo garantizado actuaría a modo de reserva de estabilización de empleo con el beneficio añadido de que proporcionaría un suelo salarial digno y estabilizaría el nivel general de precios y la economía en su conjunto.

En cambio, la RBU es universal y constante, siempre el mismo ingreso y para todos, independientemente de si estamos en un boom económico o en una recesión. En las expansiones económicas, lo que haría es calentar aún más la economía provocando burbujas e inflación.

5- La RBU puede suponer una subvención a determinadas empresas

Si un trabajador pasa a ingresar más cantidad de dinero gracias a la RBU y no tiene ningún incentivo para dejar el trabajo, por los motivos que sean, el empresario puede verse tentado a pagarle menos, sabiendo que con la RBU complementará sus ingresos consiguiendo que el ingreso final del trabajador sea igual o incluso superior al que tenía antes de la RBU.

En síntesis, la RBU podría significar la reducción de salarios pagados por los empresarios y en consecuencia una redistribución de rentas del trabajo al capital.

Muchos directivos de grandes empresas apuestan por la RBU, son oligopolios que tienen la demanda cautiva en energía, finanzas, grandes empresas de venta online, telecomunicaciones… y que no quieren que dejemos de consumir.

Pero a la vez, no quieren permitir un cambio del modelo económico, no quieren dejar de controlar las condiciones socio laborales de los trabajadores y no quieren perder el poder de decidir cuando y en qué se invierte y cuando se crea empleo, y cuando no.

Impedirán por todos los medios que el Gobierno garantice un trabajo a todo aquel que quiera, en unas condiciones mínimamente dignas y que además salga de la lógica neoliberal de la búsqueda de beneficios y se dedique a mejorar el medio ambiente, dependencia, sanidad, educación y en definitiva cualquier aspecto que signifique un progreso en el estado de bienestar de los ciudadanos. El objetivo del PTG es la rentabilidad social no la rentabilidad económica.

6- La RBU sólo concede dinero, el TG mucho más

Hay varios estudios, por ejemplo, Employer of Last Resort: A Case Study of Argentina’s Jefes Program, que demuestran que cuando se pide a las personas los motivos para querer trabajar, el motivo de obtener ingresos no está en las primeras posiciones.

Las personas buscan reconocimiento social, sentirse útiles, aprender nuevas habilidades y conocimientos, socializar, etc. Todo esto el PTG lo hace posible, las tareas a realizar las han elegido la ciudadanía, son coordinadas y dirigidas por los gobiernos locales, sirven para mejorar el entorno local y son poco intensivas en capital y energía.

Desde un punto de vista antropológico, el ser humano es una especie que siempre ha tenido que “hacer algo” y colaborar con el grupo para poder sobrevivir.

La RBU en cambio, no creo que empodere a la gente. Es una medida individualista, que aísla a las personas, rompe los vínculos de solidaridad y se canaliza mediante el mercado capitalista. La RBU no forma ni prepara al ciudadano, en cambio el PTG dota a los trabajadores de conocimientos, habilidades y hábitos para encontrar trabajo en el sector privado o para iniciar sus propios proyectos en el futuro.

Debemos ser conscientes de que cuanto más tiempo están en el paro los trabajadores, más difícilmente serán contratados en un futuro, ya que pierden habilidades, hábitos y formación. Podríamos decir que salir de un puesto de trabajo por sólo obtener una RBU y al cabo de un año querer volver al mercado de trabajo, son caminos totalmente asimétricos.

7- El coste financiero y de gestión de una RBU es muy superior que el de un PTG

Desde un punto de vista de la Teoría Monetaria Moderna queda claro que un gobierno con soberanía monetaria podría financiar los dos programas, a pesar de ser la RBU más cara y complicada de gestionar que el PTG.

Pero vamos a imaginar que queremos implantar una RBU, que es incondicional y universal, todos los españoles la cobrarían. Los defensores de la RBU en España (Jordi Arcarons, Daniel Raventós y Lluís Torrens) apuestan por una financiación sólo vía IRPF.

Personalmente no me gusta que sólo utilicen las rentas del trabajo para “financiar” el programa, sin tener en cuenta las rentas de capital (beneficios empresariales, rentas inmobiliarias, dividendos, etcétera).

Aunque los defensores de la RBU dicen que la medida sería muy rápida, lo primero que debería hacer, es una detección masiva de población no declarante, y como la RBU es individual, se deberían individualizar todas las declaraciones de IRPF de los españoles (casi nada). Los residentes no censados ​​deberían ser detectados, los residentes sin cuentas bancarias deberían abrir una o implantar un sistema de cobro de RBU por ventanilla. Deberían mejorar los sistemas de detección de rentas ocultas (España tiene una economía sumergida de un 20% aproximadamente), para saber qué porcentaje les corresponde de la RBU.

Es mucho más caro y complicado detraer recursos del 20% más rico para transferirlo al 80% más pobre, que sacar recursos al 5% más rico y transferirlo al 20% más pobre.

El PTG tiene costes de gestión, se debe diseñar lo que se debe hacer y cómo hacerlo, pero sólo para las personas que están paradas. Se acusa al PTG de tener muchos costes burocráticos. Creo que los enemigos del sector público han tenido mucho éxito en inocular connotaciones negativas de todo lo que no pertenece al sector privado.

Se ha calculado que el costo financiero de una RBU en España sería de un 20% frente al coste de un PTG que subiría alrededor de un 4% como máximo del PIB.

¿Por qué? Porque sólo se aplica a quien lo necesita, no a todo el mundo.

Aparte de esto el PTG erradicaría todos los costes que suponen el paro, lo que no haría la RBU:

Prestación de desempleo (2,5% del PIB).

Gastos sociales y sanitarios relacionados con el paro: depresión, ansiedad, exclusión social, pérdida de libertad, incremento tasas de suicidio (uno de cada cinco suicidios se debe al desempleo), reducción esperanza de vida, pérdida de motivación, adicción al alcohol y drogas…

Pérdida de producción y habilidades de los trabajadores.

Incremento de los costes policiales y judiciales asociados a: vandalismo, robos, crímenes, etcétera.

Pérdida de valores sociales y responsabilidad.

Empeoramiento de las relaciones sociales y la vida familiar. (Muchas rupturas están relacionadas por presiones económicas y las adicciones.)

Desigualdad racial y de género.

Finalmente, el PTG, por definición, haría disminuir la economía sumergida española, con todas las sinergias que ello supondría. La RBU en cambio, no tiene esta potestad.

8- La RBU puede crear un efecto estigmatizante, el PTG no

Hay que ser realistas, en el contexto social y cultural actual, en general, no está bien visto que las personas capacitadas y en edad de trabajar reciban un ingreso mensual sin hacer nada a cambio. Creo que el PTG corta de raíz este problema ya que se recibe un salario a cambio de un trabajo y que además mejora las condiciones sociales y medioambientales de la comunidad.

9- El PTG, ¿una fuente de esclavitud o de libertad?

Una de las críticas más comunes de los progresistas partidarios de la RBU al PTG es que no ofrece la “libertad” que da la RBU, sino al contrario, nos esclaviza en trabajos absurdos. Evidentemente, no tienes que hacer nada para obtener la RBU.

Pero debemos tener en cuenta que:

En primer lugar, la libertad que tenemos, en gran medida, es gracias al bienestar social del que disfrutamos, aunque cada vez más deteriorado. Este bienestar social: sanidad, educación, seguridad ciudadana, justicia… es gracias a que alguien está trabajando para que pueda ser factible.

En segundo lugar, las jornadas laborales del PTG no serían superiores a 6-7 horas diarias, por lo tanto, se tendría suficiente tiempo libre para hacer lo que se quisiera. También se podría elegir trabajar a tiempo parcial. A su vez, el PTG da a elegir los tipos de actividades que quieren llevar a cabo los trabajadores potenciales del programa.

Aun así, los adeptos de la RBU ven la desvinculación del trabajo y la obtención de una renta un paso esencial para la libertad individual y a su vez llevar a cabo acciones y campañas colectivas para mejorar la sociedad.

Ahora bien, no debemos olvidar que una característica de la era neoliberal ha sido la elevación del “voluntariado” a las más altas cotas del virtuosismo. Muchas de las funciones que ahora se consideran competencia de los voluntarios, a pesar de su valor para la sociedad, antes eran trabajos remunerados. Entonces, si los beneficiarios de la renta básica se dedican a estas actividades, ¿por qué no querrían que se les pagara por su trabajo?

Por otra parte, hay muchas publicaciones de investigación, como, por ejemplo, el libro The Psychology of Working de David Blustein, que enfatizan el papel del trabajo en el avance del bienestar de las personas y sus familias. La naturaleza del trabajo está indisolublemente ligada a nuestro pasado evolutivo, ya que nuestra supervivencia dependía (y depende) de nuestra habilidad en encontrar comida, cobijo y de cuidarse mutuamente. Trabajar es intrínseco a la existencia humana.

Evidentemente, debemos distinguir la forma específica que ha adoptado el trabajo bajo el capitalismo, donde es ciertamente opresivo y contrario a la liberación (David Graeber Trabajos de mierda), del significado intrínseco del trabajo para las personas.

El PTG busca este último significado y también romper con la crítica de la economía ortodoxa al trabajo garantizado, al tildarlo de trabajos no eficientes. Este concepto neoliberal de eficiencia concibe que las personas y la naturaleza existen fundamentalmente para servir a la economía. Continuamente nos bombardean con la importancia de indicadores económicos, como por ejemplo el PIB, que es una medida enormemente imperfecta del bienestar social.

No obstante, desde un punto de vista progresista, la eficiencia es promover el bienestar público y maximizar el potencial de todos los ciudadanos dentro de los límites de la sostenibilidad ambiental. En definitiva, el desempleo es incomparablemente más ineficiente que una economía en la que hay pleno empleo gracias a un PTG, donde todo el que quiera un trabajo pueda encontrarlo.

10- Aspectos medioambientales del PTG y la RBU.

En relación al PTG, hay que decir que buena parte de las actividades tienen como objetivo reducir el coste medioambiental (reciclaje de residuos, reforestación, cuidado de flora y fauna, eficiencia energética, prevención de incendios, etcétera). Por tanto, el PTG, no sólo busca como objetivo ofrecer a todos los que quieran un trabajo, sino también estructurar los programas para combatir aspectos como: degradación medioambiental, desigualdad de género, insuficiente cuidado de ancianos e hijos, falta de educación y experiencia laboral, etc.

Por otra parte, la inmensa mayoría de ocupaciones relativas al PTG, son poco intensivas en recursos, ya que en su mayoría son prestaciones de servicios y no de fabricación de bienes. Además, los puestos de trabajo están muy próximos al domicilio del trabajador, de forma que se evitan desplazamientos innecesarios e intensivos en consumo energético.

El verdadero significado de decrecimiento

Desafortunadamente, los defensores de la RBU y otros críticos, dicen que la creación de puestos de trabajo aumenta la actividad económica (el PIB) y por tanto la presión sobre los recursos naturales.

Son los llamados decrecentistas. Su error consiste en creer que un aumento del PIB conlleva necesariamente un deterioro medioambiental y una disminución, una mejora.

Creo que un verdadero decrecentista defiende el menor uso de energía y materiales, la menor producción de mercancías, menos transporte y desplazamientos, el consumo mínimo de recursos naturales, la disminución de la presión urbanística, la de los gases de efecto invernadero, etcétera; no necesariamente un decrecimiento del PIB.

Se podría llevar a cabo un PTG de reforestación que supusiera la plantación de centenares de miles de árboles que haría aumentar el PIB y no significaría un empeoramiento de la biosfera, sino al contrario. Si después se eliminara este programa, disminuiría el PIB, pero no mejoraría el medio ambiente, sino que empeoraría.

En el cómputo del PIB hay algunas actividades que tienen un impacto negativo, otras neutro, y otras que tienen un impacto positivo. Se debe buscar la reducción de las primeras. Debemos tener en cuenta que es prácticamente imposible crear puestos de trabajo y disminuir el PIB simultáneamente.

Insisto, ¿qué impacto medio ambiental negativo tiene el cuidado de ancianos, de la flora y la fauna, reciclar residuos? Y estas actividades incrementan el PIB.

En cambio, la RBU no lucha de forma directa contra el cambio climático.

Pero los defensores de la RBU dicen que muchos trabajos se dejarían de hacer ya que los trabajadores pasarían a cobrar la RBU, reduciendo la presión sobre los recursos y el medio ambiente.

En algunos países, los proponentes de la RBU, proponen tasas sobre la contaminación, sobre la emisión de gases de efecto invernadero, que servirían para financiar la Renta Básica Universal. Esto supone el siguiente dilema:

Cuando la tasa es efectiva protegiendo el medio ambiente, no genera suficiente recaudación, ya que consigue su propósito, detener la contaminación y por tanto no se impone la tasa a los agentes contaminantes, pero la RBU no tendría suficiente financiación.

Si la tasa no es efectiva, no logra disuadir a los agentes contaminantes y la recaudación es abundante. Puede provocar un efecto perverso, sobre todo si la RBU es muy popular, ya que de alguna manera se subvencionaría la contaminación para obtener suficientes fondos para financiar la RBU.

Debemos ser precavidos con el tema de los impuestos verdes, son un cebo que se adhieren a la fantasía de la capacidad de los mecanismos de mercado para resolver todos los problemas. Para esta visión cualquier intervención del gobierno se considera anatema. Es la vieja estafa verde de los impuestos pigouvianos al carbono.

En conclusión, se necesitan millones de empleos a nivel global (Green New Deal) para revertir o al menos reducir los efectos del cambio climático en nuestro planeta. Si no logramos distribuir bien el coste del decrecimiento necesario para la transición energética entre la ciudadanía, podemos caer en una terrible distopía basada en el ecofascismo.

Conclusiones

La popularidad de que goza la RBU en nuestro país, ha tenido como consecuencia que otras fórmulas similares como el PTG, prácticamente no se conozcan.

Tanto la RBU como el PTG son propuestas que buscan reducir la pobreza y eliminar la inseguridad económica, pero de una manera y con efectos muy distintos, como hemos visto hasta ahora.

Por los motivos argumentados más arriba, estoy a favor de un PTG antes que una RBU, aunque habrá gente que no podrá o no querrá trabajar y obviamente deberían tener una asignación monetaria asegurada para que pudiese vivir con un mínimo de dignidad.

Algunos preguntaran ¿por qué no poner en marcha simultáneamente una RBU y un PTG? Por las razones explicadas más arriba, los dos programas no pueden ser complementarios. La RBU anularía los beneficios antiinflacionarios i estabilizadores de la economía del PTG, tendría efectos negativos sobre el poder adquisitivo, nivel de precios y sobre la fijación del valor de la moneda, además de no tener en cuenta los efectos sobre la provisión social de bienes y servicios y sobre su distribución.

El PTG, es una medida que por sí sola no solucionará todos los problemas económicos y sociales de nuestras comunidades, pero resolverá muchísimos. Por esa razón, debería ir acompañado de otros tipos de políticas, como una reforma fiscal, mejores mecanismos de participación ciudadana, transparencia democrática, recuperación de la soberanía monetaria, nacionalización de sectores estratégicos de la economía, servicios públicos de calidad, etcétera.

Aunque el desempleo es miles de veces más costoso que un PTG, tanto a nivel financiero, de recursos reales y a nivel social, hay intereses de clase muy potentes que dificultan su puesta en funcionamiento. Esto se debe a que el pleno empleo inclina la balanza de poder a favor de las clases trabajadoras y de las masas en general, en detrimento de la clase capitalista.

Para volver a poner a la clase trabajadora bajo control, la clase capitalista usa una de las armas más poderosas a su disposición, el control sobre la inversión. Por eso mismo, economistas como Kalecki, Keynes y Minsky, entre otros, opinaron que la clave para resolver las tensiones sociales y políticas subyacentes resultantes del mantenimiento del pleno empleo en una economía capitalista reside en tener un grado de control estatal sobre la inversión.

El análisis precedente explica la contradicción de que el Gobierno garantice o controle cosas como: los depósitos bancarios, acceso universal a la sanidad, a la educación pública, y en cambio no garantice el derecho a un trabajo digno.

España encabeza la tasa de empleo juvenil de la eurozona con un 28%, el doble que la media europea. Son tasas de paro de un estado fallido, de una generación de jóvenes sin futuro y, por tanto, no es extraño que la extrema derecha use esta frustración e impotencia como caladero de votos. España a su vez, es el segundo país de la OCDE con mayor tasa de desempleo, mientras tanto, hace pocas semanas, sucedía un enorme cisma en la izquierda política del país por un Real Decreto para mejorar las ayudas a las personas mayores de 52 años desempleadas que las empresas ya no quieren contratar. Una enorme ruptura en la izquierda española por los detalles en los parches a aplicar para paliar el sufrimiento del desempleo, como por ejemplo, la reciente implantación de la medida basada en tarjetas monedero para comprar alimentos, en vez de atajar el problema de raíz mediante un Plan de Trabajo Garantizado.

En conclusión, como decía Franklin D. Roosevelt:

“Ningún país, sin importar su riqueza, puede permitirse el derroche de sus recursos humanos. La desmoralización causada por el desempleo masivo es nuestra mayor extravagancia. Moralmente es la mayor amenaza a nuestro orden social.”

Rafael Carretero, autor en Red MMT.

1 COMENTARIO

  1. Comparar ambas medidas es absurdo porque tienen objetivos muy distintos. La RBU sirve principalmente como dividendo ciudadano de los avances científicos y tecnológicos del ser humano, y garantiza un mínimo de agencia y libertad para participar (o no) en el sistema. Precisamente muchos, reivindicamos su poder para desplazar el empleo fuera del centro de la vida, cuyos únicos dueños hoy por hoy son el Estado y los empresarios.

    Concluir que ambas medidas son incompatibles en base a supuestos no demostrados es un argumento débil.

    Si lo que de verdad te preocupan son el ahorro de recursos energéticos y naturales, la solución no es poner a mil personas a plantar mil árboles, sino automatizar la plantación de árboles. Y así con toda actividad necesaria. La automatización siempre se ha demostrado más eficiente en el uso de recursos, fiabilidad, resultados, estandarización, rapidez, calidad…

    Ya va siendo hora de abandonar los viejos y absurdos dogmas del trabajo asalariado.

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