Antigua de pueblo

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Se ha viralizado estos días un vídeo en formato cómic de la cuenta Moderna de Pueblo que viene a ilustrar de forma perfecta y sin pretenderlo muchos problemas a los que se enfrentan hoy las mujeres jóvenes.

El primero y más grave es la pornografía. Los documentales “Generación Porno” han sacado a la luz la triste realidad de varias generaciones pornificadas. Las feministas ya alertaban en los años 70 del siglo pasado del horror de la pornografía, el resto de la sociedad solo ha tardado 50 años más en darse cuenta. Ahora se ve como un problema porque internet y los smartphones la han puesto al alcance de cualquier niño y el daño que causa en cerebros en formación es mucho mayor, pero la pornografía siempre ha sido una escuela de violación y vejación de mujeres. El único placer que importa es el de los hombres y se consigue a través de nuestra humillación y dolor. (Y no, la pornografía no es ficción; los pocos trucos que se utilizan son únicamente para hacer parecer a los hombres más machos, que duran más o que sueltan litros de semen en cada corrida; las “actrices porno” sufren lesiones físicas y psicológicas similares a las de las mujeres prostituidas).

El vídeo presenta como normal que tu pareja masculina quiera estrangularte o escupirte durante la relación sexual, mostrando cómo muchas mujeres jóvenes han interiorizado también las reglas del porno.

Esto nos lleva al segundo problema del vídeo, la frivolización, que no deja de ser otra lacra de nuestro tiempo. Nadie se escandaliza ni se enfada, al parecer se ha normalizado que el placer de los hombres pase por nuestro dolor. Es más, nuestro placer no es que sea secundario, ni se contempla; nuestra función en la relación sexual es únicamente consentir o no lo que al señor de turno le salga del escroto. Y esto debería llevarnos a analizar la deriva legal y social que en estos años se empeña en hablar únicamente de consentimiento y de poner el consentimiento en el centro. Así lo único que ponemos en el centro es el deseo masculino y nosotras nos convertimos en consentidoras o no consentidoras del mismo, en árbitras de un partido en el que nunca participamos. 

El remate del infausto vídeo es que es nuestro deber educar a los hombres para que no nos hagan daño, por nosotras y por todas nuestras compañeras. Una vez más normalizando que los hombres son una especie de bestias criadas en cuevas a las que las mujeres tenemos que transformar (con mucho trabajo y sonrisas) en algo más parecido a un ser humano. Y una vez más, solo he visto a mujeres indignadas por ese mensaje pero ¿dónde están los hombres? Cri, cri, cri…

Todos estos problemas evidentes vienen del mismo origen: la falta de perspectiva feminista. Pensar que como mujeres nuestra función es educar a hombres adultos (ya sea a follar o a poner la lavadora) es continuar la visión patriarcal y machista de nuestro sexo como cuidador del mundo. Aceptar la pornificación de las relaciones sexuales y la desaparición de nuestro placer es de todo menos feminista. No se trata de repartir carnets sino de constatar evidencias. O estudiamos seriamente teoría feminista o dejamos que todas las modernas de pueblo, de ciudad y de ministerios nos lleven de vuelta a la sumisión. 

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