Cosas que no veremos con Israel

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Hace algunos días observé a una usuaria de Twitter —no pienso decir X para referirme a esa red. ¡Jódete, Elon!—, comentar con sorna que cierto chef estrellita, ya saben, ése que va a hacerse fotos de héroe de peli de acción a zonas de guerra o desastre, que siempre está diciendo sandeces a favor de los intereses geopolíticos de EEUU y sus aliados y a cuyo show no pienso contribuir nombrándolo en mi columna, debía cambiar el nombre en la situación actual a las judías verdes o pintas, puesto que dicho cocinero había sido muy aplaudido en su día por modificar en sus restaurantes la denominación de la ensaladilla rusa para llamarla «ensaladilla de Kiev» o «ensaladilla ucraniana». Me dejó esta twittera pensando cómo quedarían ciertos platos habituales en nuestra mesa de aplicarse su idea: palestinas verdes rehogadas, palestinas a la riojana, palestinada asturiana

Ésta solo era una más de las innumerables gracias que los usuarios vierten en esta red cada día, pero lo cierto es que hay montones de situaciones ridículas que se hicieron, no ya usuales, sino aplaudidas y elogiadas para defender a un gobierno con batallones nazis que quemaba viva a la gente y que no se están aplicando para defender a miles de civiles que están siendo asesinados en masa, supuestamente para desarticular una banda terrorista que, en el peor de los casos, ataca con cohetes caseros frente a los misiles de última generación y las armas ultramodernas del ejército israelí. Enviarles armas a los palestinos, cosa que se hizo sin ningún reparo con el gobierno de los batallones nazis de Kiev, parece entrar en el terreno de las utopías, pero qué menos que aplicar las mismas sandeces propagandísticas e inanes que muchos monitos de repetición del mundo occidental aplaudieron como focas en la guerra ruso—ucraniana. Ahí va una lista de cosas que no estamos viendo en esta masacre, que no guerra, que se aplaudieron y rieron con la operación militar rusa en Ucrania:

—Nadie se ha planteado retirar de las librerías las obras de escritores israelíes. Los libros de Amos Oz, David Grossman o Batya Gur siguen disponibles sin ningún problema. Con Rusia algún espabilado llegó a pedir que quitaran estatuas de Dostoyevski de ciudades europeas, como Florencia. Además alguna universidad consideró cancelar ciclos de conferencias sobre dicho escritor ruso. Mientras Yuval Noah Harari sigue siendo una luminaria del pensamiento progre, que no de izquierdas, occidental y parece que va a seguir soltando toda su perorata de divagaciones futuristas de garrafón de la mano de Bill Gates, Barack Obama y semejantes próceres de la izquierda de colorines.

—Ningún tenor o músico israelí ha sido cancelado en plazas importantes de la música en Europa ni mucho menos en Norteamérica. Les recuerdo que Valery Gergiev, gran director de orquesta ruso, la soprano de la misma nacionalidad Anna Netrebko o el pianista Denis Matsuev fueron vetados en diversas sedes musicales del mundo occidental. Con Gergiev el esperpento llegó a su máximo cuando la Scala de Milán le concedió, en su infinita magnanimidad, la posibilidad de actuar a cambio de hablar mal de su país. Pero el villano de Madrid sospecha que, aunque el director hubiera pasado por el aro, de nada le hubiera servido. Una trampa muy habitual cuando el poder occidental exige esas condenas hipócritas es que no sólo hay que decir lo que ellos quieren que digas, sino además hacerlo con las mismas palabras que ellos utilizarían. A la soprano Netrebko, por ejemplo, le negaron las actuaciones en la Ópera Metropolitana de Nueva York o el Liceo de Barcelona por condenar la guerra en Ucrania pero no a Putin.

—Siguiendo con el mundillo musical, Israel parece que va a volver a actuar en Eurovisión y, desde luego, ningún palestino va a ganar casi por decreto este festival de la horterada Europea. Es más, puede que quien lo gane por narices sea precisamente el estado hebreo, que ya tiene un historial en este evento bastante exitoso. Incluso su último ganador eurovisivo fue un transexual que, seguramente, sigue siendo muy del gusto de muchos progres occidentales y representantes de la cultura queer. El sainete podría llegar al máximo imaginable si un transexual israelí dedicara su victoria y saludara a los bombarderos que echan fósforo blanco sobre Gaza como los monstruitos ucranianos hicieron con el ejército abiertamente nazi de su país.

—Ningún festival importante de cine se plantea vetar las películas donde aparezcan como actrices principales Natalie Portman o Gal Gadot ni a cineastas israelíes. No olviden que el film Solaris fue cancelado de la filmoteca de Andalucía por su nacionalidad rusa. El festival de Cannes planteó vetos similares al cine ruso.

—El caso del deporte es especialmente sangrante: ya saben la famosa muletilla de que no es conveniente mezclar el fútbol y la política, cosa harto difícil cuando algunos clubes, como el Espanyol de Barcelona, llevan en su propio nombre una idea política. Gustará más o menos esa ideología, pero es indudable que el apelativo de este club viene o deriva de un concepto político. Pues bien, a la afición de Osasuna intentaron prohibirle, con poco éxito, que exhibiera banderas palestinas en su último partido en casa, frente al Granada. Ya con anterioridad jugadores como Frédérick Kanouté, del que seguramente varios compañeros míos en este medio tienen grandísimo recuerdo desde que fuera gran delantero del Sevilla en la segunda mitad de los dosmiles, fueron sancionados por mostrar su apoyo a Palestina. Mientras, la única vez que en España se ha detenido un partido por gritos desde la grada no fue por insultos racistas o amenazas, no: fue porque la afición del Rayo Vallecano llamó nazi a Roman Zozulya, un jugador ucraniano que había dado varias muestras de profesar esa ideología. Además los equipos israelíes están pudiendo competir en todos los deportes sin ningún problema. Acuérdense de que la final de la Champions League 2022, que acabó ganando el Real Madrid, iba a celebrarse en Moscú y se cambió a París por defender al gobierno al que apoyaba Zozulya. Los equipos rusos fueron excluidos de las competiciones europeas en varios deportes. Algunos deportistas rusos fueron sometidos por las autoridades de sus respectivas disciplinas a chantajes muy similares al de la Scala de Milán con el director de orquesta Gergiev. Acabamos de ver hace pocos días que Valencia se blindó y se montó un dispositivo impresionante en dicha ciudad para que el Maccabi de Tel Aviv de baloncesto jugara su partido contra el equipo local con la seguridad de que nadie protestara por el genocidio, que no guerra, de Palestina. ¿Y qué decir de la bandera ucraniana que aparece sí o sí al lado de los marcadores de las retransmisiones de la liga de fútbol?

No deben equivocarse, no defiendo ningún veto de esta categoría a la cultura Israelí, aunque desde luego Yuval Noah Harari sea un pedante con ínfulas. Me parece, en primer lugar, que dichos escritores, artistas y deportistas no necesariamente son culpables o cómplices de esta situación —de hecho, por ejemplo, Natalie Portman se ha pronunciado varias veces en contra de la masacre— y, segundo y más importante, no creo que esos gestos sobreactuados sirvan para nada más que para tener ruido mediático vacuo. Lo que quiero mostrar es el doble rasero que se usa hasta en el entretenimiento para que los «nazis buenos» merezcan nuestra compasión, en tanto casi tres mil niños que ya han muerto en la masacre de Gaza no llegan a ser más que una estadística de la que se habla de pasada. Mientras busco a ver si algún cocinero estrella ha colgado en sus redes o servido en sus establecimientos una receta de palestinas con almejas o si algún librero tiene la feliz idea de vetar a Amos Oz, por cierto, me llega la noticia de que sí se ha retirado un premio literario por la actual situación en la franja. Voy a ver a qué escritor judío le han hecho la memez… ¡No es posible! ¡No es un israelí! Es Adania Shibli, una escritora palestina a la que la feria de Frankfurt le ha retirado un premio por el ataque de Hamas que fue esgrimido por Israel como justificación para la escabechina que estamos presenciando. Bueno, al menos dejan claro a quién sirven los modernos inquisidores y los censores de verdad de nuestro tiempo, no esos que hablan mal de espectáculos de Nacho Cano.

Concluyendo: parece que, finalmente, algo de todo lo mencionado más arriba sí veremos. O quizá no, porque los últimos datos que recibe el villano antes de escribir este artículo hablan de que Palestina ha quedado totalmente incomunicada para que la masacre se lleve adelante con total tranquilidad de las tropas sionistas.

Sello dedicado al Chef de las fotos grandilocuentes por llevar dos gastronorm, algo que muchos hacen todos los días sin recibir la menor atención, de la forma más rimbombante y aparatosa posible.

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