El aplauso

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Iracundo Isidoro, @IracundoIsidoro

Yaruslav Hunka, ucraniano-canadiense de 98 años y antiguo integrante de la la 14ª División Waffen SS recibió el 22 de Septiembre una ovación cerrada de los miembros del parlamento de Canadá. Este éxtasis colectivo fue inducido por un discurso que lo presentó como alguien que había luchado por la independencia de Ucrania contra los rusos “en la 2ª Guerra Mundial”.

Pese a las disculpas y dimisiones posteriores la ovación al nazi Hunka se trata de un momento de vergüenza extrema. Los 45.400 canadienses que cayeron luchando contra el nazismo y el fascismo en Dieppe, Caen o Monte Cassino deben estar revolviéndose en sus tumbas. El incidente, que el primer ministro de Canadá Justin Trudeau intenta aún atribuir a la “desinformación rusa”, es tremendo, pero no es algo nuevo.

En Septiembre de 2019 el Parlamento Europeo aprobó una resolución que llevaba al ámbito parlamentario la equiparación de nazismo y comunismo. El anticomunismo militante de la guerra fría ha dado paso, momento unipolar norteamericano mediante, a una suerte de revisionismo académico que equipara comunismo y nazismo e incluso encuentra en la URSS al culpable principal del conflicto. Desde hace décadas hay toda una escuela de intelectuales puestos al servicio de los objetivos geopolíticos norteamericanos y de paso de los nacionalismos de extrema derecha en Europa del Este. Una labor la suya que tiene por resultado cosas tan encomiables como relativizar el Holocausto o exculpar, cuando no exaltar, a muchos de quienes participaron directamente en él o en la invasión nazi de 1941 de la Unión Soviética. No es de extrañar que en países ahora integrantes de la Unión Europea como Letonia o Estonia haya monumentos a los combatientes de las Waffen SS mientras se derriban con gran publicidad los dedicados al ejército soviético o los partisanos. A nazis como el homenajeado en Canadá se les pretende blanquear como patriotas que hicieron frente a quienes se identifica como nazis: nada menos que todo el pueblo ruso.

Desde el comienzo de la operación militar especial rusa en Ucrania en Febrero de 2022 los medios de comunicación han insistido una y otra vez en presentar a Rusia como un actor demoníaco e irracional. Se ha dado el paso osado de identificar la cultura rusa como un enemigo a batir, prohibiendo la exhibición de banderas o arte ruso en todo occidente. Recientemente, incluso, se han puesto en marcha medidas de control aduanero en Europa que en la práctica implican la humillación personal a cualquier turista ruso. Los doctrinarios de este orgulloso racismo denominan al ruso “rusista”, intentando así confundir el ser ciudadano de la Federación Rusa con ser alguna clase de secta política malvada al modo de los nazis.

El principal engaño respecto al fascismo y el nazismo es aquel que consiste en presentar esas ideas como una mera glorificación de la violencia. Y bajo el actual orden neoliberal es fácil vender al público esta noción: sería nazi todo aquel que se muestre violento o que se perciba como muy contrario a los objetivos del orden establecido. No en vano, el primer ministro de Canadá no dudó en calificar a unos camioneros que protestaban por las medidas anti-Covid como nazis mientras no ha tenido problema en dar una ovación a un nazi auténtico y genuino. Y es que los nazis auténticos y genuinos en este momento se alinean con los objetivos del orden establecido. Por eso se les da armas, apoyo económico y aplausos a tipos con esvásticas tatuadas prácticamente en la frente.

El fascismo y el nazismo son ante todo “los anticuerpos” del capitalismo y las oligarquías para proteger la propiedad en el momento de mayor peligro. Sería por tanto ilusorio pensar que son algo del pasado o un tabú. En Ucrania “son necesarios” en tanto allí se dirime la hegemonía mundial de Estados Unidos. Es cosa seria. Y es por esto que a los rusos o lo ruso se les ha excluido, casi por decreto oficial, de la categoría humana. Y no debemos perder de vista que los mismos que festejan con saña la tortura o muerte de los hombres, mujeres y niños rusos son los que se suelen mostrar indiferentes al dolor de los más débiles de nuestra sociedad.

Resulta en ese sentido particularmente revelador este pasaje de “Liberalismo”, libro de 1927 de Ludwig Von Mises, pope de la escuela austríaca de Economía y referente del pensamiento neoliberal:

“No se puede negar que el fascismo y movimientos similares que apuntan al establecimiento de dictaduras están llenos de las mejores intenciones y que su intervención, por el momento, han salvado la civilización europea”.

Ante esto no sorprenderá que los mismos grises burócratas que administraron la Europa ocupada por los nazis formasen parte luego de los fundadores del “proyecto europeo” que hoy representa la Unión Europea. Esa Unión que hoy nos dice que comunismo y nazismo son lo mismo o actúa como si los rusos fuesen una raza inferior.

Millones de personas siguen acríticamente las instrucciones de la televisión o los medios de comunicación respecto a Ucrania o se dejan llevar por el qué dirán. De entre estos, miles de personas dedican gratuitamente sus energías a repetir en redes sociales lo que escuchan en los telediarios. Hoy en día podemos ver a cada vez más gente considerando a los rusos subhumanos o celebrando los ataques contra civiles y periodistas de esta nacionalidad. Trato que a menudo se pretende incluso extender a quienes de entre nosotros defienden las razones de Rusia. Mientras se habla a todas horas de silenciar “la propaganda rusa” o “retirar el contenido dañino de internet” se mantiene online la web nazi ucraniana Myrotvorets, donde se señala a cientos de personas con sus datos personales con el objeto de que sean asesinadas. Asimismo, parece que el articulo de Wikipedia dedicado a Yaruslav Hunka va a ser eliminado.

El homenaje a un nazi en el parlamento canadiense, en definitiva, lejos de ser una anécdota resulta perfecta expresión política de lo que occidente desarrolla desde 2014 en Ucrania y lo que haría sin duda en caso de existir el peligro de una revolución socialista: dar financiación y armas a un régimen de carácter explícitamente fascista, glorifica a criminales contra la Humanidad y pretende retirar la categoría de humanos a millones de personas por motivo de su origen e ideas.

Contra el nazismo siempre.

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