Reflexiones

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Jorge Amar Benet

Un capitalista del sector FIRE (finanzas seguros e inmobiliarias) se sincera y afirma el poder disciplinario del terror al desempleo entre los trabajadores, reclamando en consecuencia más desempleo.

Un Banco Central sube los tipos de interés aun cuando está claro que las presiones inflacionarias no vienen causadas por un “mercado de trabajo tensionado” ni por las reclamaciones de subidas de salario real de los trabajadores, pues según su manual de política económica un mayor desempleo reducirá la inflación. La medida aumenta en 10.000 millones de € el rendimiento sin riesgo alguno de las reservas de los bancos comerciales en el Banco Central, mientras pone la soga del impago en los trabajadores endeudados, no digamos en aquellos que además pierdan su trabajo si el Banco Central consigue aumentar el desempleo.

Un político de derechas se queja de que los mejores salarios se dan en la comunidad que (por una de esas “casualidades”) tiene el récord de huelgas y donde los sindicatos “mayoritarios” del estado son marginales. Si los sindicatos de dicha comunidad autónoma fueran más colaboradores con el Capital aceptarían trabajar por menos salario real como parte de un “pacto de rentas”, contentando así al Capital, a los dirigentes de los sindicatos “mayoritarios” y a los miembros del gobierno más progresista de la historia.

Un economista de un sindicato y un “marxista” figuras importantes de un sindicato mayoritario le espetan a un ganador del, en mi opinión, verdadero premio nobel de Economía (premio Veblen-Commons) que el pleno empleo es imposible y que por eso están apoyando una Renta Básica No Universal en lugar de un Trabajo Garantizado como propone él. Ese mismo economista es invitado por el líder del partido de la izquierda que se autodenomina anti-neoliberal,  donde es cuestionado por un miembro de dicho partido, que alarmado pronostica que si se implementa un Trabajo Garantizado que sea también para los inmigrantes, vendrían trabajadores de todo el mundo a trabajar a España. El economista le contesta que su país (EE.UU.) se construyó gracias a los inmigrantes de todo el mundo, ya que toda la riqueza la producen los trabajadores sin importar de donde vengan.

Un político que venía a asaltar los cielos, apuesta por una versión de Renta Básica No Universal como forma de combatir la pobreza y la desigualdad, en detrimento de un programa de Trabajo Garantizado. Su compañero en el Consejo de Ministros (la figura más importante del neoliberalismo de nuestro país durante décadas) se encarga de la implementación de la medida que se convierte en una yincana legal y administrativa para desesperación de millones de personas pobres.

De estos ejemplos se podría deducir que los capitalistas, junto con los tecnócratas y políticos que defienden el orden del Capital, entienden mejor a Marx (lucha de la clase trabajadora contra la clase capitalista), a Hilferding y a Lenin (el poder del Capitalismo Financiero y el Banco Central) o a Kalecki (Aspectos Políticos del Pleno Empleo) que muchos economistas, políticos y miembros de partidos autodenominados de izquierdas.

Las políticas de izquierda y quienes las defienden, en mi opinión deberían tener el pleno empleo en el centro de las reivindicaciones, de la misma manera que las políticas de los mantenedores del orden del Capital tienen en su centro el mantener un desempleo suficiente de manera que el orden capitalista no se vea afectado. Es cierto que esos mismos capitalistas en caso de ser necesario, por razón de la supervivencia del estado que mantiene su orden, pueden aceptar que se acabe con el desempleo transitoriamente (como pasó con las guerras mundiales) y mantener el orden del capital de maneras alternativas, ya sean por la fuerza, la coerción y militarización de la organización del trabajo (el caso del fascismo en Italia y Alemania) o transitoriamente realizando ciertas concesiones a los trabajadores (como pasó en EE.UU o en el Reino Unido) por miedo al contagio de las ideas de los revolucionarios socialistas. Parece que no es casualidad el resurgimiento de esas maneras alternativas de mantener el orden del Capital en Europa, dada la desaparición de una alternativa visible (en los medios) a dicho orden, o como contestó cierto político a la pregunta de si debían de estar intranquilos “los mercados” con el auge de su partido: “pienso que deben relajarse, porque entendemos que no hay alternativa real a la economía de mercado. Nosotros solo pensamos que hay una falta de fuerza en el consumo. La gente necesita obedecer las leyes y pagar sus impuestos “.

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