CAPÍTULO 5
Mientras, en Bilbao, alguien había observado el chapuzón de Ovidio y al ver que no salía llamó a las autoridades. El lugar se cubrió de gente curiosa que comenzó a hablar sin saber de lo que hablaba, que es lo que, por otra parte, hace siempre la gente.
Unos decían que aquel señor era un profesor y que se había suicidado lanzándose a la ría porque sus alumnos no le hacían ningún caso, que mira que son los nuevos alumnos, qué poco respetuosos, qué gandules, no les interesa nada, no son capaces de ponerse en el lugar de otro ni de ser conscientes de que gracias a la educación tenemos la sociedad que tenemos. Otros comentaban que estaba descontento con la gestión del colegio donde trabajaba y que era uno de los mejores profesores que habían pasado por allí, pero ya se sabe que si no estás de acuerdo con los que mandan pues te condenan al ostracismo. Había quienes se habían inventado una historia de amor con una profesora, que luego resulto que era una alumna y que esta se había quedado embarazada. La policía empezó a preguntar en busca de más testigos en vista a que los buzos de la ertzaintza no habían encontrado nada. Los periódicos hablaban ya de conspiración en el ministerio de educación y la consejera del gobierno vasco dimitió al cabo de unos días porque la bola se hizo tan grande que los compañeros de Ovidio se pusieron en huelga y sus compañeras y compañeros del resto de colegios hicieron lo mismo. En el resto del país los alumnos se organizaron y salieron a la calle a protestar, cortaron las principales avenidas del país y al delegado de gobierno se le fue la mano hiriendo, en la algarada que continuó, a tres muchachos que nada tenían que ver con el tema. Da la casualidad que esos muchachos eran inmigrantes y entonces se lió más gorda aún porque hubo acusaciones de racismo institucional y la gente salió a la calle. Y se volvió a liar porque esta vez los policías infiltrados mataron a un anciano que estaba luchando por las pensiones con lo que a los pocos días los sindicatos convocaron una huelga general que fue secundada por los transportistas y el país se paró completamente. En seguida hubo llamadas de Europa, que a ver qué pasaba con los fondos de recuperación después de la covid-19, que no se les ocurriera hacer caso a las demandas de los pensionistas. Esas conversaciones se hicieron públicas y los presupuestos del estado no se pudieron llevar adelante con lo que se convocaron nuevas elecciones para enero. Cuando llegó enero la ciudadanía se organizó de la mano de las mujeres, quienes por primera vez en la historia sacaron adelante un partido feminista radical y ganaron las elecciones. Al hacerlo el rey se marchó. La III República se puso en marcha y los dueños de los periódicos y los gerifaltes del poder judicial comenzaron a detener a personas a diestro y siniestro. El gobierno republicano actuó rápido, les encarceló, adquirió todos los bienes de los descendientes de Franco, ideológicos y familiares, y los puso en manos públicas. Por primera vez el estado contaba con recursos suficientes como para salir de Europa y ponerse al servicio de los ciudadanos. Lo ocurrido en España provocó una crisis de tales dimensiones en Europa que Francia y Alemania expulsaron a todos los demás, lo que se denominó la entente francoprusiana. Enseguida comenzó una espiral de belicismo por toda Europa. La reacción llegó con la Unión Mediterránea donde España, Portugal , Italia, Grecia, República de Marruecos (Quien se había desprendido de los alauitas), República Comunista de Argelia (Quien instauró un régimen comunista), Nueva Trípoli (la antigua Libia donde había triunfado la Revolución), Egipto y Palestina (quienes se habían desecho de los sionistas) formaron una unión en base a la revolución y al laicismo.
Así que las tiranteces en el mundo estaban a punto de cambiarlo de una forma irremediable. Y todo porque a Ovidio se le ocurrió un día meterse debajo de una cabeza flotante.
