El tránsito del cielo. Mi pequeño diario: pensamiento

Cuántas y amargas veces me he sentido apartado, despreciado, maltratado y agraviado en tantos ámbitos como he frecuentado. Al principio pensaba que podía deberse a mi compleja subjetividad, pero más tarde, al recordar las palabras de Hannah Arendt: «los pensamientos no son peligrosos; el pensamiento es peligroso», es cuando caí en la cuenta de las verdaderas causas de aquel relato biográfico indescifrable.

La gente no quiere la verdad, la gente no ama la verdad, la gente se nutre de la mentira política, económica, social……

Mi biografía está plagada de censuras, de abandonos, de muertes con excusas, de sutiles persecuciones, de deliberados intentos por quijotizarme.

No falla, siempre me tropiezo con lo mismo ya sea entre creyentes y descreyentes, entre derechosos e izquierdistas, entre sindicalistas y patronos (a veces les confundo, todo hay que decirlo), entre hombres y mujeres….. Todos buscan sin remedio su cuota de poder y su ego esquemático; mientras, yo me refugio en una náusea sartreana, en el absurdo de los absurdos, a la par que ellos subastan sus cargos como en una tómbola de feria.

La mediocridad llama a la mediocridad, la dictadura se junta con la democracia liberal, se funden en un solo individuo y copulan cual ninfa y sátiro cualesquiera. Yo ya no voto, es cierto, porque las urnas se han convertido en un obsceno objeto al servicio del buen vivir de una clase privilegiada, en paralelo, yo me consumo y pierdo la salud en un maremágnum de precariedad y explotación. Por eso no creo en su plutocracia, por eso me materializo en un amante de la verdad.

Ya sé cual fue mi error, la diatriba que no supe o quise resolver. Todo consiste en una maldita dialéctica, en dos proposiciones lógicas a resolver: el pensamiento y el no pensamiento. Yo elegí el pensamiento porque creí que con ello me desarrollaría como un verdadero ser humano, pero ¿es esto lo que se espera de nosotros?. La respuesta es tan demoledora como terrible, no!!!.

Si la propia Hannah Arendt fue perseguida, calumniada y vilipendiada por mostrar el verdadero rostro de la condición humana, ¿qué puedo esperar yo?.

La gente no busca la verdad, la gente no ama la verdad.

La gente le tiene miedo al calor, le teme a la vida y a los vivos. Con vuestro permiso, me voy a tomar un café, queridos lectores,me encontraréis en el «Ideal Nacional», entre cariátides modernistas, con mi pipa entre las manos y mirando el discurrir de las calles de una ciudad de provincias.

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